El duro camino que tuvo que hacer Julián Weich para aceptar a su hijo hippie - Revista Para Ti
 

El duro camino que tuvo que hacer Julián Weich para aceptar a su hijo hippie

El conductor confesó en "PH, Podemos Hablar" que llegó a pensar que estaba "criando a un drogadicto", pero luego de escuchar a Jerónimo se dio cuenta de todo el proceso interno que estaba haciendo de la mano de un camino espiritual. 
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En 2017 la primera plana de todos los portales de espectáculos estaba copada por las imágenes de Jerónimo, el hijo de Julián Weich, haciendo malabares en una calle de Buenos Aires. Se armó todo un debate ya que, en principio, se había hablado de las supuestas necesidades económicas del joven -que en ese entonces tenía 19 años- hasta que se conoció que lo hacía por elección propia. Invitado a “PH, Podemos Hablar”, el conductor televisivo contó cómo fue el proceso de aceptación del nuevo perfil de vida que había elegido tener su hijo.

“A esa edad tenía lo que tiene un chico de clase media que es la chance de elegir si estudiaba cine, trabajaba en un gimnasio o hacia el liceo. Un día me dice: ‘me voy de mochilero al norte’. Pensé que iba a volver para la pretemporada de rugby de febrero, pero no volvió más y terminó en México”, rememoró en el ciclo de Telefe. “Al principio fue un vieja de exploración y se transformó en uno de autoconocimiento”, amplió.

“La cuestión es que hizo un viaje eterno y yo me preocupé. En un momento dije: ‘Estoy criando a un drogadicto y no me di cuenta. ¿Cómo lo recupero a este pibe? ¡Ya sé, lo llamo y le digo que lo extraño y que venga para acá!’. Cuando lo voy a buscar a Ezeiza te juro que lo iba a dejar nuevamente”, comentó al manifestar que había entendido, al hablar con él, lo que significaba este cambio abrupto. “Era un viaje de autoconocimiento en donde me hablaba de meditación y de yoga. El adicto era yo”, agregó entre risas.

La increíble experiencia en Panamá en donde durmió en la calle

Luego de un mes en Buenos Aires, el joven retomó su cotidianeidad en Panamá y tuvo compañía… “Cuando cumplo 50 me fui a vivir su vida a allá. Dormí en la calle e hice malabares. Fui la persona más feliz del mundo y estuve diez días en donde me di cuenta de que uno no necesita nada para serlo, es un tema interno. Era el protagonista de mi propio reality”, confesó.

“Adentro de esa vida nómade había algo espiritual, no era un reviente. Tenía una razón de ser. Me acuerdo de que agarrábamos papaya de la playa y comíamos eso. Un día estábamos en la playa, que era como punta Mogotes en invierno, y de golpe vino un coco y una cerveza cerrada flotando. Son cosas mágicas”, completó.

Lo cierto es que Jerónimo quiso volver a su vida en la civilización, pero no se pudo adaptar. En la actualidad pasa sus días en una comunidad en Córdoba, entre la naturaleza y la conexión consigo mismo de siempre.

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