Ya desde el día de su casamiento, Letizia no supo cómo lucirse. Afortunadamente el tiempo jugó a su favor y hoy se destaca en los eventos con sus looks además de llevar adelante una agenda ajeteadra. Aprendió a ser reina a fuerza de golpes emocionales y mucha soledad.

Letizia tuvo días difíciles. En varias ocasiones se la vio triste e incluso su extrema delgadez hizo que se la comparara con Lady Di en sus años más desdichados al lado del príncipe Carlos de Inglaterra. No parecía feliz.

Además, no contaba con la ayuda de su familia política: ni sus cuñadas ni su suegra la aceptaron. Así, en la más absoluta soledad tuvo que aprender a vestirse como reina y armarse su agenda. Se la tildó de fría y pocos la consideraban parte de la familia real. Era mucha la presión que pesaba sobre sus hombros.


Con el correr del tiempo, Letizia fue transformándose. Empezó a darle más importancia a sus looks, incluso fue la pionera entre las royals en repetir vestidos y a usar marcas populares en lugares de recurrir a marcas de lujo. Se mostró auténtica y más real. Y los espadrilles, las sandalias de taco chino que antes era inconcebible que los usara una reina, fueron la mejor estrategia para convertirse en una reina más cercana y más querible.