Julieta Rubinstein encontró en la incomodidad una manera de abrirse camino en esta vida. Según irá contando en esta entrevista, fue algo que la impulsó a reinventarse una y otra vez, sin conformarse con lo que aparecía como la opción más obvia.
Su currículum dicta: Instructora Certificada WIM HOF Facilitadora THE BREATH ACT Coach Certifificada NEWFIELD Abogada UBA. Es, además, esposa de Diego Placente (ex futbolista, actuar DT de la Selección Nacional Sub 17 y Sub 20, que se encuentra por estos días disputando el Mundial en Chile) y mamá de tres: Mía, Lorenzo y Dante.

Un viaje con amigas hizo que eso que había planeado para su vida cambiara de rumbo por completo.
“Apenas salí del colegio me fui directo a estudiar Derecho. No hice test vocacional ni nada, fue algo que me surgió naturalmente”, recuerda Julieta Rubinstein.
Un viaje a Chile, en 1997, cambiaría todo. “Me fui con mis amigas del colegio de vacaciones y, de casualidad, una de ellas consiguió tres entradas para un partido de fútbol. Fuimos las tres más fanáticas de los deportes en equipo, y así empezamos a seguir a la Selección Sub-20. En ese torneo conocí a Diego”.
“Un día me crucé de casualidad con él en el Club de Amigos. Yo entrenaba ahí, él iba a hacer una nota. Nos quedamos charlando y le conté que los había visto en Chile. Así empezó todo”.

Sus mundos parecían lejanos: “Él jugaba en Argentinos Juniors, yo venía de otro ámbito, no tenía ninguna relación con futbolistas. Pero al poco tiempo empezamos a salir y cuando pasó a River nuestras vidas se cruzaron todavía más. Los sábados él concentraba y yo seguía saliendo con mis amigas de hockey, como siempre”.
Probar una nueva vida en Alemania y enfrentar la soledad
A fines del 2000, la vida les dio un giro: “Lo venden a Alemania justo el año en el que me recibí de abogada. Se fue primero y a los meses viajé yo. Pensaba que con el inglés me iba a arreglar, pero me encontré con una realidad dura. Diego estaba casi siempre de viaje y yo muy sola. Estudié alemán, armé un grupo de amigos latinos y sobreviví. Venía de otra vida y me costó mucho”.

Después llegaron mudanzas a España, Francia, Montevideo y nuevamente Argentina en 2012. “En España nació nuestra primera hija, Mía, después Lorenzo y luego Dante. Siempre intenté hacer cosas, pero la vida estaba marcada por los contratos de Diego. Hice un máster en Recursos Humanos porque era en español y justo duraba un año. Pero la mayoría del tiempo me dediqué a la familia”.

En Buenos Aires abrió un salón de eventos, que cerró en pandemia, y trabajó en el emprendimiento textil de su mamá. “Un día le dije: ‘Mami, a mí esto no me mueve, yo no quiero trabajar más con vos’. Ella me respondió: ‘¿Y qué vas a hacer?’. Yo le contesté: ‘Ya voy a encontrar algo’. Entendí que a veces hay que hacer espacio, atravesar el vacío para que aparezca lo nuevo”.
Cómo llegó el método Wim Hof a su vida
Ese espacio lo ocupó el coaching y, poco después, la respiración. “Hice un año de coaching y un día me apareció un taller de Wim Hof en Instagram. Ya no me mostraba carteras y zapatos, sino experiencias. Me anoté sin saber nada. En esa primera práctica sentí una emoción tremenda, gratitud y paz, algo que hacía mucho no sentía. Intuí que por ahí venía algo”.

Comenzó organizando talleres con instructores certificados hasta que decidió formarse. “La certificación es online, pero termina en Polonia o en los Pirineos. Yo viajé a los Pirineos y fue increíble: flexibilidad, compartir con gente de muchos países, ir desarmada y aprender de la incomodidad. Volví con mucha paz, entendiendo quién quería ser y encontrando suficiencia”.
The Breath Act: otra manera de conectar
“Después sentí ganas de explorar un camino con más sensibilidad femenina. Así apareció The Breath Act, una escuela española con un método de respiración enfocado en liberación emocional. Usaban auriculares inalámbricos, lo que me llamó mucho la atención. Sin saber demasiado viajé a Málaga a certificarme”.
“Al principio fue incómodo, pero recordé que venía entrenando la incomodidad y lo integré. Día a día me fui enamorando del método y de quienes lo daban. Me certifiqué hace pocos meses, y desde entonces combino ambas cosas: sesiones de respiración con herramientas de coaching o talleres que incluyen hielo, fisiología y un cierre con café”.
Ser esposa de un futbolista y construir su propio camino
Sobre el perfil mediático de las llamadas “botineras”, Julieta es clara: “Es algo más de las nuevas generaciones. Cuando empecé con Diego ni existía WhatsApp. Nunca me relacioné demasiado con otras mujeres de futbolistas; elegí formarme y acompañarlo, pero sin dejar de armar mi propia historia. No quería que lo único que se dijera de mí fuera que conocí estadios”.
Hoy conserva sus amigas de hockey y colegio, y se concentra en su propósito personal. “Diego me acompaña muchísimo, incluso como asistente: me ayuda a cargar hielo, a preparar todo. Hace poco llevamos la experiencia a AFA, con sus jugadores, antes de viajar al Mundial”.
Beneficios de la respiración consciente y el hielo
“Lo que busco transmitir es la importancia de tomarse una pausa, conectarse con el ser, mirarse hacia adentro y aceptarse. La respiración consciente regula el sistema nervioso, fortalece el sistema inmune, mejora el sueño, el foco, y puede activar o calmar según lo que necesites”.
“El hielo, además, libera hormonas de bienestar, fortalece el sistema inmune, alivia la fatiga y la depresión, es antiinflamatorio, ayuda en la recuperación física y reduce dolores musculares”.
Próximos talleres
Actualmente ofrece dos experiencias:
- Buenos Aires respira, todos los martes de octubre a las 19:30 en Casa Futuro (Palermo). Una hora de respiración sin necesidad de experiencia previa.
- Taller fundamental del método Wim Hof, el 12 y el 31 de octubre en Remeros Beach (Tigre). Tres horas de respiración, inmersión en hielo, explicación científica y un coffee break.
Su familia, su motor
“Tenemos tres hijos. Mía, de 18, estudia Psicología en la UBA. Lorenzo, de 15, juega al fútbol en Argentinos Juniors; cambió de colegio para entrenar por las mañanas y aunque es un desafío, acompañarlo en su sueño me inspira. Y Dante, de 13, está ingresando a ORT y juega al fútbol en Hacoaj”.



Julieta sostiene el día a día, especialmente cuando Diego viaja con las selecciones juveniles. “Este año estuvo mucho afuera, pero aún así todo funciona. La familia es nuestro eje”.
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