"Se fue muy apurada": la amiga de Juana Morales que la vio por última vez, reveló datos clave - Revista Para Ti
 

"Se fue muy apurada": la amiga de Juana Morales que la vio por última vez, reveló datos clave

Lidia Estevao, amiga y colega de Juana Morales, habló por primera vez con el programa Seta TV de Comodoro Rivadavia y reveló detalles inéditos sobre los últimos días de la docente. Su testimonio aporta nuevos datos y una mirada profundamente humana a una historia que aún mantiene en vilo a toda una comunidad.
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La historia empieza en una cocina. Un viernes, Juana Morales se despide de su amiga Lydia Estevao con la promesa de hablar más tarde. “Después hablamos”, dijo Juana antes de salir, apurada. No sabían que esa -tal vez- sería la última vez que se verían.

Lydia lo recuerda con la precisión dolorosa de quien rebobina una escena una y otra vez. “Siempre se quedaba a comer algo, pero ese día se fue rápido”, contó en diálogo con Seta TV, el programa de streaming de Comodoro Rivadavia que logró acceder a su testimonio. “Era muy buena maestra, muy buena persona. No tenía maldad. Y confiaba demasiado.”

Juana, “Juanita” para todos, había conocido a Pedro Kreder hacía poco más de dos meses. Se habían visto en una reunión de jubilados, entre mates y torta, y desde entonces no se separaron. “Él era amoroso”, dice Lidia. “Ella estaba re feliz, re enamorada. Pero era muy confiada, no veía la maldad en nadie.”

El relato de Lydia aporta piezas nuevas a un rompecabezas que conmueve a toda la Patagonia: confirma que Juana y Pedro ya habían estado antes en la zona de Rocas Coloradas, el mismo lugar donde ahora se concentra la búsqueda. “Me contó que se habían ido a tomar mate allá. Yo le dije: ‘¿Tan lejos? Si podés venir a la costanera’. Pero se reía, decía que le gustaba el lugar.”

La entrevista también reveló un dato hasta ahora desconocido: una expareja de Juana en Caleta Olivia, con quien había tenido contacto en el pasado. “Ella era muy reservada, no me contaba mucho porque yo le decía que tuviera cuidado”, confiesa su amiga. "Ella no le veía la maldad a la gente, pero por ahí había cosas que a mí no me gustaban y ella entonces directamente no me contaba. Siempre hablaba bien de él, decía que era una buena persona.”

Cuando el lunes Juana no apareció para dar clases, Lydia fue la primera en preocuparse. La llamó varias veces, sin respuesta. Horas más tarde, la hija de Juana, Aldana Botha, tocó su puerta. “Mi mamá no está”, le dijo, con una frase que desde entonces quedó suspendida en el aire. Fue Lydia quien la instó a ir a la policía y hacer la denuncia. “Tenés que avisar, que la busquen”, le pidió.

Desde entonces, el tiempo se volvió un territorio extraño. Los alumnos preguntan por su maestra. Las madres mandan mensajes. Y en la casa donde Juana daba clases, el silencio pesa como una presencia más. “Los chicos me preguntan: ‘¿Cuándo vuelve Juanita?’”, dice Lydia con la voz quebrada. “Y no sé qué responder.”

Lydia insiste en que su amiga era una mujer “muy sola, pero luminosa”. Una mujer que creía en la bondad como un principio y que seguía enseñando, incluso después de jubilarse. “Pasabas por el aula y los chicos que no sabían leer ya leían. Era mágica”, dice. Esa magia, la de transformar el mundo con paciencia, es la que hoy mantiene encendida la pequeña llama de esperanza entre quienes todavía esperan su regreso.

Hace mucho tiempo que Juana y Lydia son amigas: unos 2, 3 años... "Yo había tomado alumnitos acá en mi casa cuando me jubilé y ella, cuando se jubiló, me dijo, "¿Querés ayuda?". Y yo acepté", cuenta.

"Con Juanita íbamos al cine o se quedaba el viernes, comíamos una pizzita con una cervecita... Ese viernes se fue de acá las 7 y algo. Nos saludamos, "después te llamo, después hablamos", me dijo. Y se fue", cuenta.

"Cuando no vino a trabajar, pensé que le había pasado algo a su mamá... Cuando no tenía con quién dejarla, faltaba. Pero me avisaba y le avisaba a los papás también", comenta.

"Ese viernes, ella se fue muy apurada... Estamos conmocionados de qué es lo que puedo haber pasado, ¿no? Tanto tiempo. El papá de Aldana, estaba separada ella, y falleció a fines del otro año y ella iba con Aldana hasta el campo del papá, cerca de Camarones... Ella la acompañaba a la hija: yo le dije a Aldana, ¿no estarán en el campo de tu papá, ¿no?". Y ella me dijo que no: "siempre va conmigo, no va sola."

"Yo la extraño un montón porque éramos amigas de mucho tiempo, fui a sus cumpleaños, al cumpleaños de la mamá, a su casa, siempre con buenos consejos", dice con nostalgia.

Mientras tanto, la búsqueda continúa. En los últimos días se sumó un equipo especializado de Santa Fe con tecnología avanzada: drones térmicos y sensores de movimiento. Sin embargo, no hay rastros.

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