Charlene cayó bajo la maldición de los Grimaldi: el secreto a voces que se escucha en las calles de Mónaco - Revista Para Ti
 

Charlene cayó bajo la maldición de los Grimaldi: el secreto a voces que se escucha en las calles de Mónaco

Charlene y Alberto de Mónaco
La princesa Charlene no se termina de recuperar. Ahora está internada en una institución psiquiátrica suiza, separada de sus hijos. Los rumores de la crisis de pareja con el príncipe Alberto se acrecientan. Y en Mónaco, recuerdan la maldición que cayó sobre los Grimaldi en tiempos del primer príncipe Rainiero (no el esposo de Grace Kelly) y dicen que ella está bajo sus efectos.
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¿Qué es lo que realmente pasa con la princesa Charlene de Mónaco? Volvió de Sudáfrica, después de estar 9 meses alejada de su familia. Y de inmediato se internó en una clínica suiza de rehabilitación neuropsiquiátrica. Alberto de Mónaco salió a dar varias veces explicaciones sobre la situación pero no alcanza.

El origen de la maldición de los Grimaldi


En las calles de Mónaco circula un rumor. Señalan que la maldición de los Grimaldi alcanzó a Charlene. Su origen (algunos creen que fue cierto y le otorgan la consideran leyenda) se remonta a 700 años atrás, cuando Francesco Grimaldi, un genovés, se disfrazó de monje para conseguir entrar en el pequeño principado de Mónaco y conquistarlo con un ejército, y con el apoyo de su hermano Rainiero.

Este Rainiero I se convirtió en un príncipe déspota, famoso por violar mujeres. Un día quedó impresionado por la belleza de una joven noble flamenca, pero sus intentos de cortejarla fracasaron. Estaban la parte superior del acantilado y él quiso imponerse por la fuerza. Ella prefirió arrojarse al vacío y morir antes de ser deshonrada. Lo hizo después de pronunciar la famosa maldición: "Nunca un Grimaldi encontrará la felicidad en el matrimonio", le gritó antes de tirarse al mar.

La frase resuena cada vez que alguno de los matrimonios de la familia real de Mónaco fracasa. La princesa Carlota se casó en 1920 con Pedro de Polignac, con el que tuvo dos hijos: Rainiero, padre del actual soberano, y Antoinette. Fue un matrimonio concertado que terminó en divorcio trece años más tarde. Se dice que él era homosexual y ella tenía muchos amantes.

Rainiero, el padre de Alberto, Estefanía y Carolina, era hijo de Carlota y Pedro, y sufrió la pérdida de su mujer, Grace Kelly, en un accidente en 1982. Su hermana, Antoinette, pasó por tres matrimonios: se casó con Alexandre Athenase Noghès, y tuvo tres hijos.

Su unión legal duró apenas cuatro años. Después hizo lo propio con el doctor Jean Charles Rey, con el que estuvo diez años; y por último contrajo nupcias por tercera vez con el bailarín John Brian Gilpin, que falleció repentinamente a las seis semanas del enlace. Cabe destacar también que los tres hijos que Antoinette tuvo con Alexandre se han divorciado por lo menos una vez.

Una maldición que dicen que llega hasta Charlene


Carolina tuvo tres matrimonios: dos fallidos con Philippe Junot y con Ernesto de Hannover, y otro que terminó de forma trágica con la muerte de Stefano Casiraghi. Estefanía tampoco ha encontrado el amor: primero con Daniel Ducruet y después con Adans Peres. Y ahora parece que la maldición está alcanzando a Alberto y Charlene.

Muchos de los matrimonios de la familia terminaron en divorcio o tragedia. Alberto ya no sabe qué excusa dar: "La senté con sus hermanos y una cuñada. Ella ya había tomado su decisión y solo queríamos que nos la confirmara frente a nosotros. Ella quería esto. Ella ya sabía que lo mejor que podía hacer era ir a descansar y tener un tratamiento real enmarcado médicamente… Obviamente hubo consecuencias de sus diferentes cirugías y de los procedimientos a los que se sometió en los últimos meses. Eso ciertamente fue un factor, pero en este punto prefiero no comentar más. Puedo decir que estaba sufriendo una fatiga increíble. No había dormido bien en varios días y no estaba comiendo nada bien. Ha perdido mucho peso, lo que la hace vulnerable a otras posibles dolencias. Un resfriado o una gripe o que Dios nos ayude, COVID", le dijo a la revista People.

Según el Daily Beast, "Charlene ha sido profundamente infeliz durante muchos años". Una fuente, que visitó a Albert y Charlene para almorzar en el Palais Princier en Mónaco hace varios años, dijo que Charlene sollozó en silencio durante toda la comida. "Albert no reconoció que su esposa estaba llorando", dijo la persona, que describió la comida como "extremadamente incómoda". "No podía entender por qué no se levantó y se fue. Solo podía asumir que ella quería que se viera su infelicidad", comentó.

Y según el Journal du Dimanche, Charlene escapó antes de la boda con Alberto, buscando refugio por primera vez en mayo de 2011 en la embajada de Sudáfrica en París, donde estaba programada para que le probaran un vestido de novia. Según los informes, le quitaron el pasaporte y la persuadieron para que regresara a Mónaco.

Los informes en el Journal du Dimanche afirmaron que hizo otra pausa más tarde ese mes durante el Gran Premio de Fórmula Uno, y nuevamente, solo una semana antes de la boda, fue interceptada en el camino al aeropuerto de Niza para tomar un vuelo de regreso a Sudáfrica. El palacio negó las acusaciones.

Charlene le dijo al The Times: "Todo fue tan abrumador y hubo emociones encontradas debido a los rumores, y obviamente la tensión aumentó y rompí a llorar (inmediatamente después de la ceremonia). Y luego rompí a llorar un poco más porque estaba pensando 'Oh no, ahora todo el mundo me ha visto llorar'".


También sumaron los rumores de aventuras de Alberto, que ya había admitido haber tenido dos hijos ilegítimos antes de su matrimonio, y la falta de apoyo de sus cuñadas, Estefanía y Carolina. Una nota en Paris Match afirmaba que Alberto había permitido que Nicole Coste, la azafata con la que tuvo un hijo, ahora de 18 años, asistiera al baile de la Cruz Roja en ausencia de Charlene. Su hijo también asistió.

Charlene regresó a Mónaco el 8 de noviembre y se sacó un foto abrazada a su marido y a sus hijos. Pero horas más tarde se volvía a separar de ellos. Alberto dijo que "en las primeras horas… se hizo bastante evidente que no se encontraba bien". "Es la maldición", se volvió a escuchar en las calles de Mónaco y en los pasillos del palacio real.

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