Historias de Cemento: Hotel de Inmigrantes, el edificio con arquitectura higienista que alojó a nuestros antepasados - Revista Para Ti
 

Historias de Cemento: Hotel de Inmigrantes, el edificio con arquitectura higienista que alojó a nuestros antepasados

Historias de Cemento: Hotel de Inmigrantes, el edificio con arquitectura higienista que alojó a nuestros antepasados
Esta vez, los invito a conocer la historia del edificio que acunó a quienes nos precedieron, alojando sus sueños de inmigración. Con Ustedes, el Hotel de Inmigrantes, un pabellón higienista en Puerto Madero.
Deco
Deco

“Los muertos hablan más, pero al oído, y los vivos son mano tibia y techo, suma de lo ganado y lo perdido. Así un día en la barca de la sombra, de tanta ausencia abrigará mi pecho esta antigua ternura que los nombra.” Julio Cortázar.

Mi abuelo arribó a Buenos Aires del puerto de Génova, mi abuela de Galicia. Ambos, muy pequeños, en distintos años, con distintas historias. Mi abuelo, solo, desembarcó a los 12 años como polizón en un barco. Mi abuela, niña, con su hermana y madre olvidadas ya hacía tiempo en las Rías de Villanueva de Arosa. Una madre que venía a América con dos niñas en busca de su marido y sus promesas de ir por ellas.

Sus nombres fueron traducidos al oír del viento, censando la gran ola de inmigración europea a fines del siglo XIX y principios del XX. Inmigrantes italianos y españoles, la mayoría. En el conjunto, franceses, ucranianos, croatas, alemanes y galeses.

Hotel de Inmigrantes, el edificio de Puerto Madero que alojó a nuestros antepasados.

Solo entre 1881 y 1914 llegaron a la Argentina más de 4 millones de inmigrantes, incluidos 2 millones de italianos y 1,4 millones de españoles. Con ellos sus usos y costumbres, su ideología.

Trajeron una lista en dialectos estériles a este puerto y los movimientos políticos de sus países de origen, como el sindicalismo, el anarquismo y el socialismo que gestaron también en esta tierra.

Aquí, el Hotel de Inmigrantes en el Puerto de Buenos Aires cumplía un rol importante para coordinar la búsqueda de trabajo, colocación y traslado de los inmigrantes al sitio donde hubieran sido solicitados o recibidos por sus familias, quienes los esperaban para iniciar una nueva vida en estas tierras con un pasaporte sellado de nostalgia o reproches.

Aunque el Hotel de Inmigrantes no era el único complejo de este tipo, se consideraba más "lujoso" que otros, y los diarios lo llamaron el "palacio para los pobres".

Hotel de Inmigrantes, el edificio de Puerto Madero que alojó a nuestros antepasados.

El Hotel de Inmigrantes fue de los primeros edificios que se construyeron con hormigón armado en Buenos Aires. Levantado sobre una superficie de 90 metros de largo por 26 de ancho se ubicaba frente al río, cerca de la estación de tren que iba directamente al centro de la ciudad, que lo convertía en una ubicación conveniente.

Ya en 1820, Rivadavia fomentó la primera gran inmigración de ciudadanos del Norte de Europa. El primer Asilo de Inmigrantes funcionó en el convento de los Recoletos.

Años más tarde la Constitución Argentina de 1853 promovió el éxodo europeo en su artículo 25, prohibiendo cualquier barrera a la inmigración. Tentadora razón por la cual llevó a muchos a abandonar sus países de origen a través de un mar de lágrimas. Algunos de ellos simplemente buscaron un mejor estilo de vida, pero muchos otros escaparon de los conflictos de Europa.

Hotel de Inmigrantes, el edificio de Puerto Madero que alojó a nuestros antepasados.

El gobierno aprobó los planos y el presupuesto del edificio en 1883 y su construcción en 1889. Los contratistas para desarrollar el proyecto fueron Udina & Mosca, que no cerraron el contrato sino hasta 1905. En 1909, después de muchas demoras, fueron reemplazados por el arquitecto húngaro Juan Kronfuss y la empresa contratista alemana Wayss & Freytag culminó las obras.

El proyecto se terminó en 1911 y en un año alcanzó su capacidad máxima de 3.000 personas.

De diseño higienista, una construcción de cuatro pisos, de hormigón armado, con un sistema de losas, vigas y columnas de ritmo uniforme, dio como resultado espacios amplios dispuestos a ambos lados de un corredor central.

De líneas sencillas y funcionales, basadas en formas geométricas simples y materiales de orden industrial (acero, hormigón, vidrio), renunciaba a la ornamentación excesiva.

Hotel de Inmigrantes, el edificio de Puerto Madero que alojó a nuestros antepasados.

Íntegramente pintado de blanco, propósito práctico, fácil de limpiar y desinfectar, con sus paredes de azulejos y grandes corredores, en parte inspirados en los hospitales que acentuaba la sensación de amplitud, salubridad y luminosidad. Blanco, tan blanco como una hoja lisa que esperaba ser escrita por una nueva historia.

Compuesto por una serie de edificios o pabellones alrededor de una plaza, una sala de desembarque, la oficina de empleo, el bloque de administración, el hospital y las instalaciones de alojamiento.

Hotel de Inmigrantes, el edificio de Puerto Madero que alojó a nuestros antepasados.

A la llegada de un barco, los oficiales de inmigración abordaban sus cubiertas para verificar los documentos antes de permitir su desembarco. Se realizaban controles sanitarios a bordo por un médico y no se permitía el ingreso a Argentina de inmigrantes mayores de 60 años y/o con problemas de salud física o mental, así era por entonces.

La inspección de los equipajes se realizaba en los cobertizos de desembarque que salieron con sol naciente y bajaban sobre un veredón para desembarco de pasajeros y equipajes, un andén techado, galpones para los equipajes, calle de acceso e ingreso a las dependencias del Hotel. Cuando ingresaban, se les entregaba un número que les servía para entrar y salir libremente, y conocer de a poco la ciudad.

Hotel de Inmigrantes, el edificio de Puerto Madero que alojó a nuestros antepasados.

Por “Reglamento”, el alojamiento era gratuito solo por cinco días, pero generalmente se extendía por caso de enfermedad o de no haber conseguido un empleo. El hotel evitaba los mendigos, protegía la salud pública de los recién llegados y los citadinos, claramente parecía tener el control del flujo migratorio.

Hotel de Inmigrantes, el edificio de Puerto Madero que alojó a nuestros antepasados.

Funcionó allí una oficina dactiloscópica encargada de confeccionar las cédulas de identidad de los inmigrantes con el “moderno sistema Vucetich". En la planta baja funcionaba una sucursal del Banco de la Nación Argentina, cuyo propósito era el de facilitar a los inmigrantes las operaciones de cambio.

En un sector del pabellón estaba el hospital, equipado con los elementos más modernos de su época, tenía la función de atender a los miles de inmigrantes que arribaron a Buenos Aires afectados, sobre todo, por enfermedades vinculadas a las vicisitudes del viaje.

Hotel de Inmigrantes, el edificio de Puerto Madero que alojó a nuestros antepasados.

Abajo el comedor, con grandes ventanales hacia el jardín, la cocina y las dependencias auxiliares. Arriba los dormitorios, cuatro dormitorios por piso, con una capacidad para doscientas cincuenta personas cada uno, con capacidad de hasta tres mil personas.

Las mujeres y los niños dormían en el último piso para dificultar la entrada de los hombres. Cada litera tenía una lona de cuero por colchón, eran más fáciles de limpiar y desinfectar en caso de un brote, evitando enfermedades como la sarna o la pediculosis.

Hotel de Inmigrantes, el edificio de Puerto Madero que alojó a nuestros antepasados.

A los inmigrantes los despertaban las celadoras, una suerte de empleadas que señalaban la organización diaria. El desayuno consistía en café con leche, mate cocido y pan horneado en la panadería del hotel.

Los hombres gestionaban su colocación en la oficina de trabajo. Hacia 1913 un sector contaba con salas de maquinarias agrícolas para enseñar su funcionamiento y permitiendo la capacitación de mano de obra masculina requerida para tareas rurales. Por otro lado, las mujeres se dedicaban a los quehaceres domésticos, como el lavado de la ropa en los lavaderos, o el cuidado de los niños. Eran instruidas en labores domésticas.

Una oficina de intérpretes canalizaba las historias, se escribieron pilas de sueños ideales, se escucharon traducir duras realidades.

Hotel de Inmigrantes, el edificio de Puerto Madero que alojó a nuestros antepasados.

El ruido de una campana señalaba la hora del almuerzo de hasta mil personas cada turno. Luego de una larga fila se ubicaban en las mesas a esperar su ración, generalmente un plato de sopa, guiso con carne, puchero, pastas, arroz o estofado.

A las tres de la tarde a los niños merendaban. A partir de las seis comenzaban los turnos para la cena, y desde las siete quedaban abiertos los dormitorios y entraba la noche. Imagino el ruido del viento que traía el Rio de la Plata y los sollozos de los niños por dormir, hamacados por las canciones de cuna, esas que llegaron hasta nuestros oídos tarareadas por nuestras abuelas.

Hablaban de guerra, de faroleras y cuarteles, de las lavanderas de Aviñón, Mambrú que se había marchado sin saber cuándo volvería, la paloma blanca que esperaba el amor, Catalina sentada bajo un laurel, allí habrá quedado esperando a su soldado por volver.

Hotel de Inmigrantes, el edificio de Puerto Madero que alojó a nuestros antepasados.

La política de fronteras abiertas de Argentina se endureció durante la Primera Guerra Mundial, y la más estricta prohibió la entrada de "locos, convictos y mendigos". Esta ley de 1916 era difícil de vigilar y el país requería que los inmigrantes proporcionaran un "certificado de las autoridades judiciales de su país de origen, declarando que no han estado bajo la acción de la justicia por delitos contra orden social durante los diez años anteriores a su llegada”.

Hotel de Inmigrantes, el edificio de Puerto Madero que alojó a nuestros antepasados.

El hotel dejó de ser utilizado después de la Revolución Libertadora. En la década de 1950, las cocinas y el comedor se utilizaron para alimentar a la población sin hogar. En 1990, fue nombrado Monumento Histórico Nacional.

Hoy funciona allí el Museo de la Inmigración con exposiciones permanentes que incluyen "italianos y españoles en Argentina " y "Para todos los hombres del mundo". También están presentes exhibiciones relacionadas con la vida de los inmigrantes en el hotel.

El Museo está en proceso de digitalizar 5 millones de registros de inmigración de 1882 a 1960 con fines genealógicos e históricos. Un lugar para iniciar una búsqueda personal, con información de entradas y salidas de inmigrantes, sus orígenes y destino.

Hotel de Inmigrantes, el edificio de Puerto Madero que alojó a nuestros antepasados.

Entre 1911 y 1953 el puerto de Buenos Aires fue la génesis de historias heredadas que desembarcaron de los barcos transatlánticos atravesando cuarenta atardeceres.

El Hotel de Inmigrantes, alivio de penas, cobijo de tránsito. Miedo irrefrenable a lo desconocido, palabras sin traducción, miradas distantes y temerosas con incierto horizonte.

Las historias de inmigración tienen identidad. Resignificando nuestras raíces revivimos la conexión con el antiguo continente. Para muchos, el pasado de quienes nos antecedieron quedó ligado a nuestro presente para siempre.

Hotel de Inmigrantes, el edificio de Puerto Madero que alojó a nuestros antepasados.

Fotos: gentileza buenosaires.gov.ar.

Más información en parati.com.ar

   

Vínculo copiado al portapapeles.

3/9

Lorem ipsum dolor sit amet, consectetur adipisicing elit.

Ant Sig