Washington Febles Ceriani: "Si vivo del arte me siento como un proxeneta" - Revista Para Ti
 

Washington Febles Ceriani: "Si vivo del arte me siento como un proxeneta"

Desde Uruguay, una entrevista profunda, reflexiva al artista plástico Washington Febles Ceriani. Sin filtro, habla de todo y desmitifica al arte.
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El artista plástico uruguayo Washington Febbles Ceriani nació en Tala, en 1947 y desde chico sintió el amor por el arte. Incursionó en el Dibujo Animado, Dibujo Publicitario, Dibujo Artístico, y en 1965 ingresó al Taller El Molino donde Raul Deliotti, director maestro en sustitución de su fundador Alceu Ribeiro, le marca el definitivo lineamiento. Esa agrupación colectiva sigue siempre en la línea conceptual de Joaquín Torres García. Toda la filosofía cotidiana de Febles queda impregnada del más influyente artista plástico nacional. En el plano de su obra expresiva, la Forma, el Valor y el Tono, así como el mandato Pintura y relación de valores, configuran el indiscutible paso por el Taller El Molino y la impronta ética de la escuela Torres. Cultivó el óleo, las tintas, la acuarela, el lápiz y el acrílico en paisajes costeros y de campo, marinas y figurativos.

-Contame: ¿Cuál fue el momento en el que tomaste real contacto con la pintura, esa voz interior que te dijo: “Esto es lo que quiero hacer"?

-Uno trae cosas innatas. Aún así, mi primer contacto con un pincel, una acuarela y un papel fue a los 8 años. Siempre me gustó el dibujo y todo lo relacionado a la pintura. Mi papá tenía una ferretería en Balbín (Montevideo) y para que no lo estorbara me mandó a un templo- nunca supe si era budista, evangelista (sé que no era católico)-y ahí había un señor que a tres o cuatro niños nos hacía pintar con acuarelas y armaba bodegones. Ahora que lo digo me doy cuenta de que ya ahí enganché con la composición. Después, entre los 10 y 12 años, hice el curso en la Continental School, que era por correspondencia y presencial. A mi me gustaban y me gustan las historietas, en las revistas venían cupones y ahí me entero de la existencia de la Continental. Yo lo hice presencial, no me gustaba por correspondencia.

María Cabeza, quien hizo esta entrevista, Febles Ceriani y Alcira Méndez Ferreira, la marchand del artista
María Cabeza, quien hizo esta entrevista, Febles Ceriani y Alcira Méndez Ferreira, la marchand del artista

-¿Cuál sería la diferencia entre aprender a pintar y ser pintor cuya respuesta hizo que hoy te dediques a eso?

-Empiezo a ir al taller, a clavar tema en bastidores, entelarlos, darles imprimación, fondear cartones, hacer óleo etc. y, a veces pintaba. Taller, puro trabajo de taller: era aprendiz de taller. Hasta que un día Deliotti me dice:" Pintate algo”. Yo estaba fondeando las telas, me encantaba. Sabés que Raúl, no sé qué ponía en una olla de barro y lo mezclaba y con eso se imprimaban las telas. Parecía el brujo de la tribu. (se ríe nuevamente). ¡Eso lo tengo tan grabado! Sigo: en el taller había mesas con bodegones armados y yo no había llevado nada. Se lo dije y me respondió: "No, no, siéntate allá en el caballete. “Yo nunca había trabajado en vertical.

-Claro, siempre sobre una mesa.

-Exacto, cuestión es que me sentó delante de un caballete con un cartón adelante y le expliqué: "No traje lápiz" y él: "Bueno, vas a dibujar con óleo". Imaginate que nunca le había sentido el olor al óleo. Rojo pouzzoli era con el color que se dibujaba y aun no lo encuentro. Me conformo con el siena tostado.Bueno, vamos a encontrarlo. ¡Tengo que ayudarte a encontrarlo! Y ahí medí con el pincel porque, viniendo del taller Torres, era muy importante la medida. Uno de los detalles del taller es la estructura- que el dibujo no se te vaya de lado, que no se derrita, que quede contundente, firme. En dibujo nosotros estábamos formados con estructura, uno de los cánones del taller es que la tela tiene la base y la altura. La tercera es un engaño del ojo, la perspectiva es una ilusión óptica. Se trabaja en plano.

Una de las obras de Febles Ceriani
Una de las obras de Febles Ceriani

-¿Y que dibujaste ese primer día?

-Agarré un bodegón ahí armado- eso me acuerdo-: una botella, una jarra, una lata, una manzana que estaba podrida. Y así empecé a hacer mucha naturaleza muerta. Salíamos a dibujar por el barrio: un block, lápiz, un cartoncito que se le hace un rectángulo en el centro con una sección áurea que es lo que se llama auxiliar de encuadre así tu elegís como querés enfocar. Había un lema que no se trabajaba con cámara porque la cámara ve demasiado, el ojo elige. Vos sacás un paisaje y van a aparecer muchas cosas. Yo miro para allá y lo que dibujo es esa mesa, el zapallo, la calabaza y el resto no me interesa. En la foto, sale todo.

-Vos pintás bodegones, marinas, entre otras cosas... ¿Eso es tu obsesión?

-No, el bodegón me ayuda a pensar: agarro una hoja en blanco, una libreta y lo primero que sale es una línea vertical, una horizontal. Es decir, cuando uno está frente a una tela lo primero que hago es una raya con carbonilla y después le hago otra raya cruzada. Se acostumbra el ojo a la sección áurea a tal punto que, si lo medís, está bien. Además, uno arma un bodegón, pero capaz que la botella se transforma en un edificio, la manzana en un ómnibus y el zapallo en una casa. Lo sigo haciendo porque me ayuda, aunque vaya a hacer un puerto (otro de mis temas) me sirven también para ensayar cosas nuevas porque lo hago con sepia, lápiz sanguina, carbonilla, lápiz, tinta, pastel, con lo que fuere. Y voy probando. El bodegón lo tenés ahí, a una modelo le tenés que pagar. Si llueve no podés pintar afuera. Él está ahí.

-¿Cómo está conformada tu familia?

-Soy divorciado y tengo una hija de 31 años que está en México y es guardaparques. ¡Bah! Camila es muchas cosas. Es curioso que tenemos varias coincidencias en cuanto a comenzar actividades: ella a los 8 tocaba el violín, yo pintaba; a los 10 a ambos nos operaron de peritonitis- ¡mira qué casualidad! Camila es mi vida, lo único importante en la vida: todo lo demás es alternativo: la pintura, los viajes, el dinero, todo va y viene... Ella también incursionó en la fotografía. Tiene una pizzería también. Es un lugar de encuentro, la puso con su madre y sus hermanos.

María Cabeza se funde en un abrazo con Febles Ceriani
María Cabeza se funde en un abrazo con Febles Ceriani

-¿Tenés algún ritual?

-Tengo que tener cualquier música... No no, cualquier música no. Me expresé mal. En el taller escuchaba radio clásica de Radio del Sodre. Me gustan las melodías de películas, la música clásica. Mis cinco favoritos empiezan con B: Bach, Beethoven, Beatles, Bizet y Brahms.

-¿Es decir que la música también está incorporada a tu vida?

-Sí, sí. Es más, a veces cuando compongo, aparece el violín de Camila o una guitarra. También tambores. Mi hija hace candombe. La invitan a tocar a distintas comparsas.

-¿Por qué el mundo está en semejante caos?

-Hay demasiados humanos arriba de la Tierra, haciendo mucho daño, lamentablemente.

-¡Y con una hija guardaparques!

-Uf, ¡no puedo ni pisar el pasto! A veces veo un pastito de esos que invaden y lo estoy por sacar y ella me dice: "No, no porque eso es no sé qué…"

-¿Qué te alegra y qué te pone triste?

-¡Yo qué sé! Trato de que las cosas tristes no me toquen. No es que uno sea insensible, todo lo contrario. Creo que vale la pena almacenar las cosas lindas, las buenas.

-¿Hablame de tu proyecto actual?

-Estamos yendo a España con un amigo, Diego Alexandre. Así, desde hace 5 años. Diego ahora vive en L’Alfas del Pi, con su compañera Alessandra Gargaglione, también uruguaya, pero que hace 30 que vive allá, y la hija de Diego, Florencia, que se fue este año. El proyecto se llama ArteSUR y tiene tres patas: la inversión en arte, exportar cultura y tener un taller para que los artistas uruguayos tengan un lugar donde pintar cuando los invitan a exponer en Europa. Lo primero surge a raíz de ver en un diario obras y al lado la firma y su precio. Está bueno para que la gente sepa a cuanto se cotiza una obra- el arte es una inversión-. Además, cuánta gente hay que tiene un cuadro en su casa y ni idea del valor que tiene o se muere su papá y no sabe el precio de la obra que le ha dejado.

Lo de exportar cultura lo vimos en Cataluña por la incidencia del taller de Torres García. Imaginate si no ha dejado huella Torres en Barcelona que trabajó con Gaudí en la Sagrada Familia. Yo tengo en un PDF todos los murales que pintó Torres García; acá se conoce poco y nada la cantidad de murales que pintó. Después, de casualidad, encuentro en una revista que el gobierno catalán quiere restituir a su lugar original los frescos que Torres pintó en el palacio de la Generalitat, en la sala San Jordi. Tengo que chequear si aún está vigente, yo creo que sí porque, te cuento que una cosa es Cataluña y otra es España. Diego hacía sus tramites con su pasaporte español, hasta que un catalán le dijo: "eso te servirá en España, ahora estás en Cataluña". De ahí en más volvió a utilizar la cedula uruguaya.

Exportar cultura uruguaya, tenemos la incidencia de la música, del candombe, el teatro, la literatura, el canto, la danza. Acá en Uruguay hay buenas cosas. Se ha creado la filarmónica de Punta del Este que es impecable. La dirige Guillermo Correa- fue compañero de mi hija Camila cuando tenían 8 años en la sinfónica infantil-. Hoy es director de la filarmónica y tiene una camerata. Y me dije: "¿Por qué no exportamos esto?" Hice propuestas, pero no hubo respuesta así que lo estamos haciendo nosotros.

-¿Te gusta tu obra? (N.deR: lo sorprendo con la pregunta).

-¿Cómo? ¡Sí, me encanta!... A Picasso le preguntaban: ¿Qué vas a hacer? Ni idea, respondía. Digo, si ya sabés cómo va a quedar para qué la vas a hacer. Entonces "¡Vamo arriba!" a ver qué sale.

-¿Te ha pasado de tirar obra, romper…?

-Una vuelta sí, tuve un tema. Estaba en la casa de una novia que tenía un sótano, yo tenía cuadros allí y los prendí fuego.¡Casi me mata la madre, le llené la casa de humo! Era un apartamento, no una casa abierta.


-¿Y por qué le prendiste fuego las obras?

-¡Y qué se yo! Estaba desconforme. Tenía 20 años. A esa edad uno puede quemar los cuadros.


-¿Qué te gusta de tu obra?


-Que hago muchas cosas, varios temas: autos, puertos, pulperías, también desnudos.

-Los autos antiguos ¿Por qué?

-Mirá, yo no tengo auto, nunca tuve y ni sé manejar. Tuve un amigo en el Liceo que soñaba con hacer autos. Se sentaba atrás mío. Yo dibujaba autos y él me preguntó: "¿Che, loco, te gustan los autos?" Y ahí comenzó la amistad para toda la vida. A mí me interesa el auto por el diseño. Italia era la meca del diseño y yo leía y coleccionaba revistas de autos y hasta iba a las carreras. Leo mucho, tengo un problema de adicción con los libros.

-Me quedó una pregunta ¿Te gustan las historietas? ¿Has dibujado?

-Eso lo tengo pendiente. Por eso entre en la Continental School me gustaba hacer las historietas. Es un mundo fascinante. Yo seguía a Caloi; cuando tenía la tele estaba Caloi en su Tinta ¡Qué divino! Conseguía pinturas animadas (porque ya ni dibujos eran) impresionantes. ¡Ese tipo era un capo! Venía todo de la Argentina, desde Dartagnan hasta Fierro. Historias increíbles, es un mundo fantástico. A mí me gusta Horacio Altuna que dibujaba al Loco Chaves y uno interactuaba porque el loco hacía que te mirara.

-¿Vivís del arte?

-Sí. Me gusta más decir vivo con el arte. Si vivo del arte me siento como un proxeneta.

-Vale la aclaración. Yo me refería a la parte económica.

-Sí, lo sé y aun así prefiero decir con. Yo vivo con las artes, disfruto la poesía, la música la pintura, cine, teatro.

-¿Qué es la vida y qué es la muerte?

-Son la misma cosa sólo que la muerte dura más.

Fuente: María Cabeza

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