El living es el corazón de la casa y es importante saber desde el vamos, que la luz debe cumplir con ciertas condiciones: ser acogedora, adecuarse a los diferentes usos del espacio y también ser cambiante para acompañar el ciclo del día. Éstas y otras cuestiones nos explica Eugenia Basabe, Arquitecta y Diseñadora de Iluminación.
Por eso es importante pensar este espacio dentro del recorrido circular del sol. Por ejemplo: todas las mañanas comienzan con apenas unos rayos –que pueden ser suficientes-, pero al transcurrir el día se necesita luz intensa. Si recibe abundante luz natural, se lo deja en manos del sol.
Pero al atardecer, la luz solar se va volviendo cada vez más cálida y ténue hasta desaparecer. Y acá es donde entra en escena la luz artificial cálida y abundante, casi como a modo de prolongar más ese último tiempo de día “activo”, pero siempre yendo en el sentido del ciclo natural del sol.
En el living la familia se reúne, los chicos juegas, a veces se trabaja y también se estudia. Y si afuera está oscuro, adentro se va a necesitar volumen de luz abundante.
Existen recursos clásicos como las lámparas con pantallas, o las gargantas en el cielorraso iluminando cortinas y paredes con texturas interesantes. Estas dos opciones, inundan el espacio con luz envolvente y poco invasiva.
Hoy con la aparición del LED -una fuente de luz muy pequeña-, se suma la posibilidad de incorporarla en el equipamiento: en diferentes muebles, así como también en detalles de la arquitectura. Lo importante es que no se vea la fuente de luz para que al protagonismo, lo tenga el espacio y siempre usar luz cálida -de 3000ºK o 2700ºK-.
Sobre esta base de iluminación, se pueden agregar estímulos vibrantes para el ojo. Por ejemplo, dirigir la mirada a puntos significativos como obras de arte o plantas usando luminarias focalizadas y orientadas específicamente.
En este caso, es importante la calidad de la fuente de luz para reproducir fielmente los colores y brillos que rodean. El índice de reproducción cromática debería ser superior a 80.
En cualquier caso, siempre hay que pensar en dónde debe estar la luz para cada uso que se le de al espacio. Por ejemplo: si te gusta sentarte a leer en el sofá, podes armar tu rincón de lectura con una lámpara de pie que ilumine puntualmente el libro.
El último crepitar del día.
Con la noche ya instalada, se puede bajar todo el volumen de luz y dejar apenas unas pocas lámparas bajas y bien cálidas. Para este caso, se puede instalar un atenuador para la luz general y bajarle la intensidad. Incluso existe una tecnología llamada “dim to warm” con la que el LED, además de dimmerizarse se vuelve más cálido.
También es el momento para iluminar desde el suelo: con un farol, embutidos en el piso, o un spot dirigido a las plantas desde abajo... Ya no importa mostrarlo todo, al contrario, son gestos mínimos en la oscuridad.
La iluminación impacta directamente en la salud. El ciclo circadiano de todos los seres vivos depende del ciclo de luz solar. Es muy importante tratar delicadamente las horas finales del día. Se puede usar la última tecnología que existe, pero siempre hay que respetar la secuencia en que el sol nos presenta la luz.
Fuente: Eugenia Basabe, Arquitecta y Diseñadora de Iluminación (@iluminacion.eugenia.basabe).
Edición de video: Manuel Adaro.