Historias de Cemento: el edificio de la Confitería El Águila, la resignificación de un pabellón del ex zoo de Palermo - Revista Para Ti
 

Historias de Cemento: el edificio de la Confitería El Águila, la resignificación de un pabellón del ex zoo de Palermo

Historias de Cemento: el edificio de la Confitería El Águila, la resignificación de un pabellón del ex zoo de Palermo
En esta nueva edición los invito a conocer la historia de un Pabellón del ex zoo porteño. Con ustedes, el edificio de la Confitería El Aguila de Palermo.
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“La palabra "restaurar" viene del latín restaurare y significa "volver a poner en pie, restablecer".

En un espacio donde fundacionalmente primaba el encierro, el paso de los años viró la convergencia de naturaleza, cultura y arte marcando un nuevo rumbo. El zoo porteño estuvo conformado desde sus comienzos por la conjunción de dimensiones programáticas como lo son la estética, el entretenimiento, la educación didáctica, científica y productiva. Para 1875 se inauguraba el Jardín Zoológico cuando aparecen en exposición animales en lo que se llamaba el “Parque 3 de Febrero”.

En 1888 se crea un espacio autónomo e independiente para entretener y educar, reivindicando las especies con un lazo cercano a la naturaleza. La cultura europea del paseo familiar proponía acercar a las familias al universo animal y vegetal manifestando un lenguaje nuevo, de recreación y esparcimiento.

Aprobada la localización actual del Zoológico y la Comisión Asesora del primer director, Eduardo L. Holmberg, se confeccionó junto a éste el plano de conjunto para el predio asignado. La aprobación de dicho plano se daba sobre un terreno de 18 hectáreas y se preveía la conformación del jardín con senderos y los primeros edificios que albergarían una serie de especies exóticas compradas en esos años a la casa Hagenbeck de Alemania, en un contexto muy distinto al actual.

Por entonces, el zoológico “Eduardo Ladislao Holmberg” se caracterizaba por su estilo victoriano, y sus pabellones, declarados luego Monumentos Históricos Nacionales, reflejan los rasgos arquitectónicos de cada uno de los países de origen de las especies a las que alojaba.

Así es que surgen el estilo chino, hindú, morisco y grecorromano para el primer zoológico de Latinoamérica.

Entre 1904 y 1924 se incorporan al Jardín Zoológico nuevos edificios, entre los que se encuentra la Confitería del Águila. El lujoso edificio diseñado por el italiano Virgilio Cestari se inaugura en 1905. Se trata de una sucursal de la confitería “El Águila” que funcionaba en Callao y Santa Fe.

Virgilio Cestari, arquitecto nacido en Ferrara en 1861, estudió en el Instituto de Florencia y llegó a Montevideo, Uruguay, en 1889 a petición de la Compañía Nacional de Obras Públicas. En 1892 se trasladó a Río de Janeiro donde permaneció hasta 1900, cuando llegó a Buenos Aires para ocupar el cargo de Arquitecto Municipal. Para entonces, el paseo por el zoo era coronado con la ceremonia del té, a la inglesa y la confitería proponía el espacio ideal, con una terraza de expansión hacia el interior con vistas del parque.

El mundo ha cambiado, evolucionamos, maduramos y aprendimos, sí, un poco. Gracias a ese crecimiento racional, entendimos que el modelo de zoo como el que aquí funcionaba ya no es aceptable. Aprendimos que el bienestar de las especies es prioritario, su preservación, su interacción con la naturaleza es ley.

Aquí, la ciudad y sus vecinos propusieron dar un giro radical, con una propuesta integral que prioriza el valor histórico de los espacios que hoy han cambiado de funcionalidad. La Confitería “El Águila” es un edificio de alto valor patrimonial junto al conjunto escultórico y paisajístico del resto del Ex Zoológico.

Actualmente, el “Ecoparque Interactivo de la Ciudad de Buenos Aires” genera espacios de reivindicación y la puesta en valor de los edificios que albergaron diferentes especies animales a lo largo de su historia y la resignificación de espacios que respeten el valor arquitectónico.

En ese marco, se apunta a destacar un edificio que fuera diseñado por uno de los arquitectos más importantes de nuestro país, un pabellón con reminiscencias Art Nouveau, estilo que empezaba a destacarse para esos años en la Ciudad de Buenos Aires.

El pabellón de la Confitería “El Águila” sufrió modificaciones de acuerdo con su funcionalidad. Hubo un tiempo para oficiar como Centro de Arte y Naturaleza de la Universidad Tres de Febrero y para la década de los 90 fue transformado para ser utilizado como restaurant. Este hecho modificó el espacio interior y los elementos y material de construcción como por ejemplo el revoque de los muros, el cambio en la paleta de colores, la incorporación de instalaciones gastronómicas y también sufrió la pérdida de su simetría original.

Con un claro desarrollo alargado en dos niveles y terrazas en la planta superior es de construcción tradicional con estructura de muro portante de ladrillos y perfilería de acero. Las cubiertas y entrepisos son de bovedillas excepto el espacio central de la planta alta que presenta una cubierta de estructura de madera y chapa. La fachada, originalmente revestida en símil piedra, posee ornamentación de guirnaldas, mascarones, cartelas y formas vegetales y curvas. La magnificencia de la escultura que corona el acceso da identidad al pabellón. Se trata de una cabeza de águila que también decora las esquinas.

Su construcción es de mampostería de ladrillos portantes con vigas y bovedillas planas en las alas laterales y cubierta de madera y chapa en el volumen central. Una gran tarea de puesta en valor debió restaurar fracturas edilicias y desprendimientos, piezas en estado descubierto sufrieron oxidación y hasta el movimiento del suelo generó grietas y filtraciones. Se trabajó en la reposición de nuevas carpinterías, respetando la relación con el conjunto.

El frente del edificio bordea la avenida Sarmiento y la parte posterior tiene vista al parque, donde algunas aves conviven perdiéndose en el paisaje, como pavos reales o maras que habitan el Ecoparque.

El predio ha sido declarado Monumento Histórico Nacional mediante Decreto N° 437/1997. Aquí, el Gobierno porteño elaboró una nueva concesión, al igual que hizo con otros edificios del Ecoparque, como la Casita Bagley, donde hoy funciona un café. Es por lo que el edificio Pabellón Confitería “El Águila” dentro del Ecoparque de Palermo reabrió como un restaurante a cargo del grupo gastronómico Abridor.

Las características constructivas, estéticas y tipológicas, en particular de su envolvente, le otorgan al edificio de “El Águila” un valor arquitectónico, paisajístico y testimonial como un eslabón que nos conecta a su génesis, resignificando el presente.

El trabajo de puesta en valor, diseño, arquitectura y el interiorismo estuvieron a cargo de un equipo, liderado por la arquitecta Diana Lisman, quien llevó a cabo este proyecto de 562 m2 en un predio que actualmente cuenta con 42 edificios históricos, 27 obras de arte (esculturas y monumentos) y obras decorativas (fuentes, mástiles, ruinas bizantinas), 9 puentes y 3 lagos: Azara, Darwin y Burmeister.

Hoy, visibilizar el ex zoo, actual Ecoparque, conlleva un trabajo de reflexión a través de la educación y la puesta en valor de su patrimonio, una tarea dominante, resignificando su rol y refuncionalizando las instalaciones y servicios, respetando su valor histórico y patrimonial, proponiendo al visitante comprender la importancia de la conservación de nuestras especies y sus ambientes.

Texto y fotos: Silvina Gerard @silvina_en_casapines.

Más información en parati.com.ar

   

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