"Yo juego para vos, mamá"... Aquellas palabras de Diego Maradona, desbordado por la emoción, definían esa relación tan especial que tenían el Diez y Doña Tota (Dalma Salvadora Franco era su nombre). El 22 de junio de 1986, después aquel histórico golazo de "la mano de Dios" a los ingleses, José María Muñoz improvisó una comunicación telefónica entre Diego y Doña Tota:
"Andá a descansar, hijo, que me hiciste la madre más feliz del mundo hoy", le decía ella, con la voz quebrada por el llanto, del otro lado del teléfono. Para Diego, Doña Tota lo era todo. Tanto era el amor que Diego tenía para con su madre, que a su primogénita le concedió su nombre: Dalma Maradona.
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Y cuando se fue a vivir a los Emiratos Árabes, él se tatuó en la espalda una flor con la leyenda "Tota, te amo".
"Ella era muy celosa. Tuve que esconder a Claudia un tiempo, pero yo ya estaba comprometido", confesó en una entrevista Diego al referirse a su mamá a la cual toda su vida la saludó dándole picos en la boca. Él decía: "Yo siempre digo que mi viejo llegó primero, sino yo me casaba con ella". Y con el primer sueldo, él la invitó a comer a una pizzería de Pompeya “como novios”, contó Maradona en una entrevista.
Diego era el hijo preferido de Doña Tota
Desde antes que naciera, Doña Tota sabía que el bebé que esperaba sería especial. Y el relato que hizo en el capítulo "El parto", de "Bocas del tiempo" (2004), el escritor Eduardo Galeano es admirable. El 30 de octubre de 1960, Don Chitoro acompañó a su mujer partida por el dolor de las contracciones. Caminaron tres cuadras hasta la estación Fiorito y subieron a un tranvía hasta Lanús. Se bajaron a una cuadra y media del Evita, y Tota –que ya había roto bolsa- se agachó para levantar eso que brillaba en el cordón de la vereda. Era una estrella.
Así lo contaba Galeano: Allí cuenta el nacimiento de Diego Armando y explica que su madre, doña Tota, "encontró una estrella, en forma de prendedor", en el suelo del hospital cuando fue a dar a luz. "La estrella brillaba de un lado, y del otro no. Esa estrella de plata y de lata, apretada en un puño, acompañó a doña Tota en el parto".
De ese día, "Doña Tota" recordaba, según una crónica de la agencia Télam: "estaba con la panza muy dura por las contracciones y mi marido y mi cuñada, Ana María, me dijeron que teníamos que irnos rápido para el hospital. Caminamos tres cuadras hasta la estación Fiorito y ahí nos tomamos el tranvía hasta Lanús. Nos bajamos a una cuadra y media del hospital Evita, y a mi me costaba estar parada porque los dolores eran muy fuertes. Ya estaba llegando a la puerta cuando vi, contra el cordón de la vereda, algo que brillaba con forma de estrella, era un prendedor con forma de estrella, que tenía esos strass chiquitos que lo hacían brillar. Me lo puse en el pecho. Al ver esa estrella que brillaba supe que mi hijo iba a ser especial. Quince minutos después nació Diego".
Y en otra en una entrevista Doña Tota, según cuenta Clarín, comentaba: "Y mire lo que son las cosas, los médicos y las enfermeras se pusieron a gritar gol, “goool” gritaban. Como si supieran. Entre ellos se miraban y comentaban, decían “este sí que es macho, es puro músculo, la felicitamos, señora”.
La estrella que recogió Doña Tota era un prendedor, que ella mantuvo sujeto fuertemente en su mano mientras pujaba. Es que lo creyó una señal de buen augurio (y acertó).
El destino quiso que naciera escuchando el grito de gol de las enfermeras que ese día habían recibido a 11 nenas. Todos festejaban la llegaba del primer varón de ese día sin imaginar la trascendencia que cobraría después ese bebé convirtiéndose en el mejor futbolista de la historia.
Otra de las anécdotas que marcan la relación entre Doña Tota y el Diez, es cuando él se cayó en un pozo ciego. En ese momento, a los diez años, Diego pudo haber muerto a los diez años, y Doña Tota aseguraba que de haber sido así, se habría tirado detrás de él. "Me caí corriendo detrás de una pelota. Quedé hundido hasta el cuello en la mierda, pero no intenté salir: seguía buscando la pelota y me hundía", contaba él. Fue el tío que lo salvó.
“Yo lo dejo dormir hasta las 11, le llevo el mate a la cama”, contaba ella con orgullo de "Pelusa". Y todo se lo preguntaba a él, su hijo preferido: qué hacía de comer, qué comprar...
Doña Tota murió el 10 de noviembre de 2011 cuando él estaba viniendo en el vuelo desde Dubai. Su papá, Don Diego, falleció en junio de 2015. Hoy los tres están juntos en el cementerio privado de Bella Vista tal como Diego lo quería.