Magui Olave es una de las voces femeninas más potentes del cuarteto cordobés. Nació y creció en una familia atravesada por la música: su papá fue baterista y las giras eran parte del paisaje cotidiano. A los 14/15 años, cuando todavía iba al colegio, dio su primer paso profesional como corista en la banda de su primo Ulises Bueno.
Desde entonces, no se bajó del escenario: estudió, se formó y encontró su propio sello como solista. El legado de sus primos Rodrigo y Ulises fue decisivo: cuenta que Rodrigo fue su “ídolo” y el faro que la acercó definitivamente al cuarteto; Ulises, su compañero de ruta, el hermano del alma que la impulsó en los comienzos.

La historia de Magui también es la de una familia unida por el arte y templada por el dolor. La partida de Rodrigo marcó a todos, pero la música se volvió refugio y motor. En esta entrevista, Olave repasa esos inicios, los miedos derribados y el lugar de la mujer en un género históricamente masculino.
Lo resume con una frase que la define: "La pasión por la música hizo que no le tuviera miedo a nada, y sentir que la mujer también era capaz de hacer cuarteto fue lo que me llevó a lograrlo". Hoy, con una carrera consolidada, sueña con llevar el cuarteto a otros países y que más voces lo canten en el mundo.
Magui Olave: “Desde chica supe que la música era mi lugar”
- ¿Cuándo empezó tu vínculo con la música? ¿Siempre soñaste con ser cantante?
- Desde muy chica me gustaba la música, el folclore, la percusión. Vengo de una familia con mucha música: mi papá era músico, tocaba la batería, y me crié rodeada de eso. Siempre me gustó. Hacía deporte, pero a los nueve o diez años descubrí que lo que más me apasionaba era cantar.

- ¿Y cuándo sentiste que eso podía transformarse en una carrera?
- A los catorce o quince años. Me encantaba bailar, pero fue en la adolescencia cuando se me despertó el deseo de cantar. Mi tía me propuso hacer coros con Ulises en su banda, y ahí arrancó todo. Al principio era un juego, una diversión. Con el tiempo fui estudiando, formándome, y entendí que quería dedicarme a esto para siempre.
- ¿Te daba miedo subirte a un escenario tan joven?
- Todos los miedos del mundo (ríe). Era un comienzo nuevo para mí. Pasé del colegio directamente a los escenarios. Sabía que no iba a ser fácil, pero tenía las ganas y las garras. En mi casa me enseñaron que sin sacrificio no hay resultados, y eso me ayudó a derribar el miedo.

- ¿Y hoy, ya con una carrera consolidada, seguís sintiendo miedo?
- Sí, siempre hay miedo. La música tiene muchos lados, y cada día trae nuevos desafíos. Uno compite con uno mismo, con la cabeza, con las inseguridades. Pero aprendí que la confianza y la pasión por lo que amo son mi motor. Y sobre todo, entender que la mujer también puede hacer cuarteto. Eso fue lo que me impulsó a no tenerle miedo a nada.
- Tu historia familiar está marcada por dos figuras muy importantes: Rodrigo y Ulises Bueno. ¿Qué significan para vos?
- Rodrigo fue un gran referente. Era músico, compositor, un artista con una energía única. Fue mi ídolo, y me ayudó a elegir el cuarteto. Ulises es otra de mis grandes inspiraciones. Lo admiro mucho porque siempre busca superarse. Somos como hermanos: compartimos una historia muy profunda, tanto arriba como abajo del escenario.

- La partida de Rodrigo marcó a toda una generación. ¿Cómo lo vivieron ustedes como familia?
- Fue durísimo. Mi papá viajaba con él, venían en la camioneta de atrás cuando ocurrió el accidente. Lo vieron todo. Fue un baldazo de agua fría. Después de eso, mi tío —el hermano de mi mamá— entró en una depresión muy fuerte y falleció al poco tiempo. Vivimos momentos muy extremos, pero también muy unidos. La música fue nuestro refugio, nuestra forma de seguir adelante.
- Tu historia está llena de dolor y de amor, pero también de mucha fuerza. ¿Qué te enseñó todo eso?
- Que detrás de cada persona hay una historia, y que los sueños y la pasión pueden más que cualquier obstáculo. En mi familia nos enseñaron a trabajar, a ser felices con lo que hacemos, y a llevar la música en la sangre.

- ¿Sentís que lograste todo lo que soñabas?
- Creo que logré muchas cosas que soñé, pero todavía me quedan muchas más. Sueño con que el cuarteto llegue a otros países, que se escuche en Colombia, en Chile, que sea un género internacional. Y estoy trabajando para eso.
- ¿Qué le dirías hoy a esa Magui adolescente que empezaba a cantar con miedo y esperanza?
- Le diría gracias. Porque esa Magui no tenía miedo a nada. Con los años uno empieza a dudar más, a exigirse más. Pero cuando miro hacia atrás, me doy cuenta de que valió la pena, que los sueños se cumplen, y que todo lo que viví me hizo ser quien soy hoy.
Fotos: Diego García
Make up y pelo Nahuel @nahuelito504 de Sebastián Correa
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