A los 14 quedó cuadripléjica tras tirarse en una pileta: hoy pudo formar una familia y sueña con contar su historia en un libro
 

A los 14 quedó cuadripléjica tras tirarse en una pileta: hoy pudo formar una familia y sueña con contar su historia en un libro

gisela Agostino
De adolescente, Gisela Agostino tuvo un accidente que cambió su vida para siempre. Quedó cuadripléjica, pero lejos de rendirse, eligió seguir adelante. Hoy, a los 29, tiene una familia y una historia de superación que inspira.
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A veces, la vida cambia en un segundo. Eso le pasó a Gisela Agostino, que a los 14 años sufrió un accidente que marcó un antes y un después para siempre. Un accidente inesperado la dejó cuadripléjica y en silla de ruedas, pero no le quitó lo más importante: sus ganas de vivir, de amar, de soñar. Hoy, a sus 29 años, Gisela no solo volvió a reconstruirse, sino que logró formar una familia: está casada con Pablo y es mamá de Alejo, su motor y su alegría.

Lejos de quedarse en el dolor, Gisela eligió escribir su propia historia. Contra todos los pronósticos, se convirtió en una mujer independiente, empática y luminosa, que inspira con su ejemplo de vida y su resiliencia.

Gisela con su marido Pablo y su hijo Alejo.

Hoy trabaja en la Auditoría General de la Nación y comparte su historia para visibilizar otras formas de maternidad, de amor, de vida. Porque ella demuestra, día a día, que una silla de ruedas no limita el corazón ni la capacidad de soñar.

Gisela Agostino, un ejemplo de vida y resilencia

- ¿Podés contarnos qué fue lo que pasó aquel día del accidente y cómo cambió tu vida?

-Aquel día, un 31 de diciembre de 2010, yo estaba en la casa una amiga, tenía 14 años y quise hacer un salto mortal en el aire en una pileta pelopincho, me paré en uno de los esquinero y salté. Y cuando caí, toqué mi cuello con el piso. En ese momento, se me desplazó la médula, quedé inmóvil, bajo el agua, no podía salir. La mamá de mi amiga fue a buscarme para almorzar y vio que yo estaba sola en el fondo de la pileta, entonces llamó a Emanuel, que es el hermano de esta amiga y él me sacó de la pileta de los pelos.

Me sacaron de la pileta, me hicieron los primeros auxilios y llamaron a mi papá, que es bombero, que vivía a unas 10 cuadras. Él vino muy rápido y quiso llevarme al médico, pero al moverme le dije que tenía muchísimo dolor y que no sentía las piernas. En ese momento llamaron a la ambulancia, los bomberos y a la policía. Me trasladaron al Hospital de Niños de San Justo primero y luego, ese mismo día, me llevaron al Hospital Garrahan. Al llegar estaba completamente descompensada, entré en coma y estuve una semana así, inconsciente.

Embarazada de Alejo.

Me operaron a los dos o tres días, me pusieron dos plaquetas de titanio en el cuello y me hicieron una traqueotomía. Estuve un mes en terapia intensiva con sonda permanente, sonda vesical y nasogástrica. No hablaba, tampoco comía. Estuve tres meses sin hablar.

Al mes, pasé a sala normal y allí estuve internada tres meses. Estando internada, en febrero cumplí mis 15 años. Desde el primer momento, mi hermana melliza estuvo muy presente ya que somos muy pegadas - además mi papá trabajaba mucho y yo vengo de una familia de padres separados-.

- ¿Qué recordás de esos primeros tiempos después del accidente? ¿Cómo fue el proceso de adaptación?

- Fueron tiempos muy difíciles. El año que estuve casi 9 meses en el Fleni, fue bastante complicado, si bien siento que lo más complicado fue volver a casa porque es donde te encontrás con la realidad. Allí empezás a darte cuenta de que todo cambió, de que no que no volverás a ser la misma persona que eras. Todo era un mundo súper desconocido para mi familia, para mí y para mi entorno.

Gisela nunca bajó los brazos.

Básicamente recuerdo que era todo muy extraño, y si bien yo estaba muy entregada a todo lo que se me indicaba, a la vez tenía enojo y tristeza también. Tuve que adaptarme a mi nueva vida: adaptás tu casa, se adapta tu familia, se adaptan tus amigos y son procesos muy dolorosos y difíciles que hay que atravesar.

- ¿Cuáles fueron los desafíos más grandes que enfrentaste en ese momento?

- Tuve dos grande desafíos, el pañal es uno y la silla de ruedas el otro. El pañal fue una cosa fatal, me bajaba mucho la autoestima, me ponía muy mal, me angustiaba, me enojaba, me daba rabia, era una cosa terrible. Y la silla también, o sea, yo me veía en el espejo y no me veía bien, no me veía linda.

Nada de lo que me pusiera de vestimenta me agradaba, sentía que nada me quedaba bien, me peinaban y no me gustaba lo que me hacían, pero porque básicamente yo no estaba bien.

Y creo que esos desafíos fueron los más grandes. Después, a medida que va pasando todo, o te amigás con eso, o peleás toda la vida, no te reconciliás nunca y no podés vivir.

Otra de las cosas que creí que nunca iba a salir fue del respirador, estuve todo el tiempo de la terapia intensiva con él y lo creí imposible. Durante ese lapso, los médicos te van haciendo pruebas para ir ejercitando los pulmones y así empezar a respirar nuevamente por tus propios medios, pero en mi caso al no saturar bien, hice muchos ejercicios que me costaron un montón y creí que nunca iba a volver a respirar por mis propios medios. Así que ese fue un desafío muy grande, el respirador.

- ¿Hubo alguien o algo que te sostuvo emocionalmente durante ese proceso?

-Principalmente mi hermana era la única que me entendía porque no podía hablar y movía los labios y ella me los leía. No había otra persona que me entendiera más que ella y luego apareció Marta, que es mi mamá de corazón. Ella fue el sostén de la familia, era como el adulto responsable de mí porque mi papá no estaba en condiciones para poder guiarme, ayudarme, contenerme, él está muy angustiado.

Gisela junto a su papá y Marta, la persona que estuvo a su lado sin dejarla bajar los brazos.

Marta fue nuestra salvadora, lo puedo decir así realmente y yo siempre la mayoría de mis logros se los dedico a ella porque siento que me ayudó a formar mi personalidad, la entereza que yo logré tener, siempre estuvo ahí para no dejarme caer, para incentivarme a estudiar y terminar el colegio, para trabajar y otras cosas más.

Volver a vivir

- ¿Cómo cambió tu manera de ver la vida después de lo que te pasó?

-Mi vida cambió por completo, yo era una una nena, una adolescente que tenía sueños, amaba bailar, estar con amigos. Hoy eso no cambió pero sí se transformó.

Yo de chica también pasé por momentos muy difíciles que nunca pude manifestar como dolor, llanto, enojo y yo ahora -de grande- digo que tal vez tenga algo que ver esto de la separación de mis padres. Mi mamá biológica cayó en una depresión muy grande cuando mi abuela materna falleció y ella nunca pudo salir de ese pozo, tuvo intentos de suicidio, con mucha medicación, muy dopada y muchas cosas más en el medio que luego provocó la separación de mis padres.

Mi accidente cambió positivamente mi manera de ver la vida con respecto a las personas, a todas las personas y ni hablar el respeto hacia las personas con discapacidad, merecen respeto, aceptación... Yo no sé si antes de mi accidente me hubiese vinculado con una persona con discapacidad.

- ¿Hubo un momento clave donde sentiste que habías logrado aceptar y abrazar tu nueva realidad?

-Creo que el momento clave fue cuando me di cuenta que si no le ponía predisposición y voluntad a intentar salir del pozo, no iba a poder. Como cuando empecé a trabajar a los 19 y vincularme con otro tipo de personas que no tenían nada que ver con la discapacidad. Porque si bien yo entré por un cupo laboral para personas con discapacidad, estaba rodeada de personas que no lo era y yo estaba muy acostumbrada a estar entre personas que tenían enfermedades y discapacidades y un montón de cuestiones todo relacionado a lo mismo. Entonces, ahí es donde yo me di cuenta y empecé a hacer como un clic en mi vida.

- ¿Cómo fue formar una familia después de todo lo vivido?

-Y la verdad es que yo tenía mucho miedo al rechazo, estuve bastante negada y fue un poco difícil porque creía que nadie iba a aceptarme de esa manera. Tenía algo muy claro y es que la persona con la que yo eligiera estar, iba a tener que sí o sí conocerme después de mi accidente: no quería estar con alguna persona que hubiera estado conmigo antes porque yo no quería la comparación.

Con su hijo Alejo.

Así que si, bien fue difícil, me animé y y también me cambió la vida porque me di cuenta que había personas que, en este caso, Pablo (mi marido) que me aceptaba tal cual era, que no le importaba mi discapacidad, que para él era una persona normal y fue bastante gratificante saber que había alguien que podía fijarse en mí y elegirme más allá de todo.

- ¿Qué sentiste al convertirte en mamá?

-La verdad es que sentí un orgullo inmenso a nivel personal, si bien todos estaban en contra y creían que yo era una loca, me animé, me llenó de vida. Me quedé embarazada naturalmente y hoy mi hijo es lo más hermoso que tengo. La verdad es que cuando Alejo nació yo me olvidé completamente de mi discapacidad.

Amamantando a Alejo.

Si bien fue bastante difícil porque creía que imposible, me desesperaba la idea de que el nene llorara y no poder agarrarlo, darle el pecho, calmarlo. Ahí estuvo Pablo para darme la tranquilidad que necesitaba y realmente sentí mucho orgullo a nivel personal.

- ¿Qué le enseñás a tu hijo sobre la vida, la superación o la diferencia?

-La verdad es que Alejo -como yo digo siempre- nació sabiendo, me enseña día a día que no hay diferencias, que todos somos iguales, que él me elige tal cual soy. Él sabe que tuve un accidente, a veces me dice, "Mamá, quiero que camines". Y yo le digo: "Alejo, mamá nunca va a caminar pero podemos jugar igual". Entonces lo entiende y sabe que no hay nada que le impida poder soñar, que todos somos iguales.

Gisela junto a su hermosa familia.

- ¿Qué te gustaría que la gente supiera o entienda sobre las personas que viven con discapacidad?

-Me gustaría que la gente sea más empática, que no tenga que tener un familiar con discapacidad o tener una discapacidad para serlo. Que todos entiendan que somos iguales, simplemente con capacidades o realidades diferentes y me gustaría que eso básicamente que se nos trate como como tales, como personas.

- ¿Qué le dirías a alguien que hoy está pasando por una situación límite o difícil como la que viviste?

-Le diría que se tome el tiempo que necesite para poder procesar y aceptar esta nueva realidad, que nunca va a volver a ser las personas que era, pero puede transformarse y transformar su vida en algo positivo, en algo aún mejor. También le diría que los duelos de cada uno llevan tiempo diferentes pero que se puede salir y que hay cosas que uno a veces cree que nunca va a superar y si te permitís vivir y te aceptás vas a poder salir adelante. Que lo intenten, mínimamente que lo intenten, que no crean que la vida ha terminado porque es todo lo contrario.

Con Alejo de bebé.

- ¿Qué sueños tenés por delante?

-Uno de mis mayores sueños es poder sacar un libro contando mi historia, siempre desde un lado positivo, intentando ayudar, dando herramientas para que las personas que atraviesan situaciones de discapacidad, de enfermedad o difíciles puedan superar, intentar salir adelante sentir que hay alguien que pudo y entonces no sé si sentirse reflejado, pero por lo menos decir, "Bueno, tal vez si esta persona que atravesó algo muy similar a lo mío o más leve pudo, yo también voy a poder."

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