Durante años, Marcelo Tinelli intentó mostrarse como el patriarca de un clan unido, divertido y luminoso. En su reality Los Tinelli, las cámaras registraban risas, brindis y viajes familiares. Pero puertas adentro, la historia era otra: una red de tensiones, egos y heridas viejas que, ahora, terminaron por estallar.
Todo comenzó cuando Juanita Tinelli, de 22 años, compartió en redes un mensaje inquietante: había sido amenazada y no compartía “muchas de las decisiones” que su padre había tomado “en los últimos años”. El posteo fue el inicio de una tormenta perfecta.
La denuncia judicial confirmó que la joven recibió una llamada intimidante de un hombre que se presentó como Gustavo Scaglione, empresario con quien Tinelli mantiene un conflicto económico. A partir de ese momento, Juanita quedó bajo custodia policial y con botón antipánico.
La noticia desató una ola de reacciones en cadena. Paula Robles, su madre, rompió su habitual bajo perfil para respaldarla con una frase contundente de Oscar Wilde: “El egoísmo no es vivir como uno desea vivir, es pedir a los demás que vivan como uno quiere.” Juanita respondió con un mensaje propio: “El egoísmo enferma.”
Soledad Aquino, primera esposa de Tinelli y madre de Micaela y Candelaria, no se hizo esperar y disparó sin filtros en sus redes: “La mamá no es digna de mi afecto ni cariño. Solo me importan mis hijas.” Y en televisión fue más lejos: “No le creo. Inventó la denuncia para llamar la atención.”
Así, la tensión entre Aquino y Robles —que parecía enterrada desde los años 90— volvió a salir a la luz. Entre tanto, Candelaria Tinelli también encendió su propia mecha al admitir que “nunca tuvo relación” con Juanita, mientras Micaela intentó mantener la distancia con un mensaje en Instagram:“Estoy demasiado en calma como para ser arrastrada por tu caos.”
Pero la frase más dura volvió a salir de las redes de Juana. En TikTok, la joven compartió una serie de textos que hablaban por sí solos: “Crecí perdonando a mi papá, creyendo que él cambiaría por mí. Intentar vivir sin mi papá, aunque esté con vida, es la lección más difícil que me tocó aprender.” Luego, los eliminó.

Los posteos se viralizaron y convirtieron la historia en un fenómeno mediático. En pocas horas, el apellido Tinelli pasó de ser sinónimo de glamour y familia numerosa a transformarse en una especie de reality emocional en tiempo real, donde cada publicación revela una grieta más profunda.


Un quiebre que venía gestándose
La interna familiar no nació con la denuncia: llevaba tiempo madurando. Desde el final de ShowMatch y el intento fallido de Los Tinelli, Marcelo buscó reconstruir su imagen de líder familiar, pero el desgaste público, las críticas y las diferencias entre sus hijos marcaron distancia.
Cande y Mica, más cercanas entre sí y a Soledad Aquino, formaron un frente distinto al de Juana y Francisco, hijos de Robles. En el medio, los cruces entre las exesposas —y la relación fluctuante con su actual pareja— mantuvieron la tensión en ebullición.
El caso de Juanita terminó de romper el equilibrio. Lo que comenzó como una denuncia por amenazas se convirtió en un espejo incómodo: el de una familia que ya no logra sostener el guion de la armonía.
Guillermina Valdés por ahora se mantiene al margen pero este martes circuló la versión de que iba a tomar medidas de seguridad para Lola, el hijo que tuvo con Tinelli.
Mientras el conductor intenta guardar silencio, las voces que lo rodean crecen. Cada exesposa, cada hija, cada red social parece tener su propio relato. Pero, en el fondo, la trama es una sola: el desmoronamiento de una familia que alguna vez fue símbolo del espectáculo argentino.
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