La manipulación psicológica tiene varias formas de presentación, una de ellas es el gaslighting (luz de gas). El nombre remite a la obra de teatro homónima escrita por el dramaturgo británico Patrick Hamilton y luego llevada al cine por George Cuckor (con Ingrid Bergman en el papel de la víctima).
El argumento cuenta la historia de un hombre inescrupuloso y astuto que, con sutiles acciones, como -por ejemplo- bajar la luz de gas que ilumina la casona, le hace creer a la esposa que la luz está como siempre, hasta que ella llega a dudar de su propia cordura.
En el gasligthing es frecuente escuchar “me da vuelta las cosas, dudo de lo que dije” o “termino cuestionándome lo que pienso, al final él siempre teniendo razón”. En general, la manipulación es sutil, no tiene exabruptos ni arranques de ira, el sujeto defiende sus razones con argumentos convincentes, justificando sus acciones y ubicándose siempre en el lugar de víctima.
Existen dos formas de presentación según exista voluntad y premeditación. O bien por la expresión involuntaria e inconsciente de una personalidad con tendencia a violar los derechos de los demás y carencia de empatía.
Gaslighting intencional
En este caso el sujeto planea un conjunto de acciones para dominar a su pareja, al punto de volverla dependiente, vulnerable, con pérdida de criterio propio. Las personas con rasgos de sumisión, temerosas, dependientes de los demás, son las víctimas ideales de estos sujetos con rasgos psicopáticos.

Siempre existe de parte de quien domina la intención de obtener beneficios, ya sea, autoafirmar su personalidad al saber que otros están a sus pies o bien obtener ganancias económicas. En medios acomodados, de vida social intensa, incitan a sus parejas a estar a la altura de las circunstancias, manteniéndose atractivas y seductoras para conseguir contactos e incrementar sus negocios.
En otros casos, las obligan a tener sexo con terceros para estimularse sexualmente. El cukholding es frecuente en este tipo de relación, en este caso, el hombre “propone” a su mujer tener sexo con otros y que luego le cuente con detalles lo sucedido para excitarse.
Gaslighting involuntario
Que el gasligthing sea involuntario no le quita gravedad, por el contrario, es más perjudicial y dañino. Consiste en acciones sutiles, que se hacen por lo bajo y horadan la seguridad y confianza de su pareja, afectando la confianza personal.
La persona que ejerce el dominio le hace creer al otro que no tiene razón, que sus argumentos y acciones están equivocados, que tiene que tener más cuidado con lo que hace porque puede ser engañada o exponer a la familia a un riesgo.
"¿Y qué tendría que haber hecho?", pregunta la víctima con un poco de inocencia que enmascara la bronca. “Ah, no sé, arréglate vos”, le contesta el manipularo. Y cuando lo hace según su propio criterio, viene la reprimenda: “No me hiciste caso, te dije lo que tenías que hacer y no me escuchaste ¿ves? Siempre hacés lo mismo: Nunca me escuchás”.
La codependencia en el gaslighting
Las afinidades electivas no son solo gustos en común, también son modelos de pareja que “encastran” según sus rasgos complementarios. Tanto uno como el otro se necesitan: uno se reafirma al ejercer su domino y control; y el otro se convence de sus inseguridades, miedos y carencias afectivas.

Muchas veces este tipo de relación reproduce modelos familiares que se han repetido a lo largo del tiempo. La ruptura del vínculo deja a ambos con la sensación de vacío. Por tal motivo es tan difícil hacer un corte total: se siguen buscando, se hablan y se encuentran de vez en cuando, se stalkean para saber qué es de la vida del otro, sobre todo si está en una nueva relación.
Salir del gaslighting: cómo hacer
- Poner atención en comentarios o conductas despectivas, sobre todo aquellas que marcan errores, olvidos, torpezas.
- Determinar si es una conducta aislada o si tiene continuidad en el tiempo.
- Ya sea un comportamiento único o repetitivo, no hay que dejarlo pasar. Si hay enojo hay que comunicarlo, plantearlo; cada uno puede tener su punto de vista sobre un mismo hecho debe ser respetado.
- Quien ejerce el gasligthing encuentra placer en esa acción, reafirma su confianza personal a expensas de hacer creer al otro que está equivocado o no está en sus cabales.
- En toda comunicación hay desacuerdos, formas diferentes de ver y de pensar las cosas. Quien realiza el gasligthing saca partido de esta desavenencia: desestima, humilla, devalúa al otro en toda su dimensión personal. Plantear las diferencias es lo adecuado, pero nunca dejar que el otro cuestione o rebaje tus capacidades ni tus valores.
- Animarse a poner el límite. Muchas personas prefieren quedarse con la bronca y no cuestionan ni se defienden de la injuria.
- Es frecuente que la persona vulnerada se reproche por provocar el enojo del provocador. Este es el primer paso para que el acusado invierta la carga de la prueba, esto es que la víctima se convierta en victimario.
- No quedarse solo con el dolor, compartir con la familia, con amigos, buscar ayuda terapéutica.
- No hay tolerancia para este tipo de manipulación. Muchas parejas creen que se aman, pero no se ponen de acuerdo y así prolongan el vínculo hasta lo imposible, hasta que la víctima se convierte en un mero objeto de servicio.
- Aunque cueste, lo indicado es que se termine la relación y que el corte sea contundente, total; no dar lugar a ilusiones de cambio, de que si vuelven todo va a ser diferente. No ser ingenuos ni crédulos, el vínculo no va a cambiar por más que se prometa y se jure y perjure. A dar vuelta la página y a vivir otras experiencias más saludables.
Por el Dr Walter Ghedín, psiquiatra y sexólogo.
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