Ya transcurrieron varias décadas después del escándalo del amorío entre Camila Parker Bowles y el príncipe Carlos, un amor clandestino que les valió el odio del pueblo británico, sobre todo de los seguidores de Lady Di.
Los protocolos de la monarquía hicieron que la vida de los tres integrantes de este triángulo fuera, como mínimo, infeliz: primero, obligando a Carlos a dejar a Camila. Luego, forzando el matrimonio del heredero a la Corona británica con Diana Spencer. Posteriormente llegarían las infidelidades, los desaires y el final trágico de la Princesa de Gales.
Ya siendo un matrimonio consolidado, con gestos de la duquesa de Cornualles que han amenizado las cosas con el pueblo británico, su vida genera interés. Nació en 1947 y fue criada dentro de un pequeño círculo de la aristocracia de su país.
Su padre, Bruce Shand, un oficial del ejército era miembro de la nobleza luego de convertirse en un héroe gracias a sus labores como militar durante la segunda guerra mundial. En tanto que Rosalind Cubitt, su madre, era la hija del III Barón Ashcombe.
La actual esposa del príncipe Carlos se movía entre los integrantes de la alta sociedad gracias a los pequeños títulos y logros de sus padres. Fue así como conoció al oficial Andrew Parker Bowles con quien rápidamente se puso de novia. Todo cambió para Camila cuando conoció al hijo de la reina Isabel en un partido de polo mientras aún iba a alentar a su pareja en el juego.
Por aquellas épocas la duquesa de Cornualles era una atractiva jovencita de tan solo 23 años que tenía fama de ser una mujer muy frontal con los hombres. Aseguran que ella no le tenía vergüenza a nada y estaba acostumbrada a tomar sus propias decisiones, algo que en los años 70 no era muy bien visto, sobre todo teniendo en cuenta que quería conquistar al heredero al trono de la realeza británica.
Ya en aquellos años, el príncipe Carlos estaba enamorado de su belleza y de su personalidad: Camila Parker Bowles representaba todo lo que él no podía ser. Si bien fueron obligados a tomar caminos separados durante muchísimos años, evidentemente estaban destinados a estar juntos para siempre.
