El Eternauta es originalmente una historieta argentina escrita por Héctor Germán Oesterheld y dibujada por Francisco Solano López, en la que puede verse una poderosa metáfora de la sociedad en tiempos de crisis.
Desde una mirada psicosocial, la historia da cuenta de una sociedad que se ve abatida ante una invasión alienígena. Esta trama podría representar una metáfora de la reacción social y psicológica ante el autoritarismo, la dominación, la violencia institucional, el abuso de poder, el control social y el sometimiento. Pero, ¿por qué reviste de tanto impacto emocional esta historia de ficción?
La trama cobra sentido y conmueve cuando empieza a conectar con experiencias sufridas en diferentes momentos como ser contextos de dictaduras, desastres o catástrofes naturales, guerras y persecuciones, crisis sanitarias mundiales como la reciente pandemia. Todas estas experiencias son de impacto psíquico, son traumáticas, pero no se trata de un trauma individual, sino de un trauma colectivo.
Lo que se pone en juego del ser humano en situaciones de crisis colectivas, de supervivencia absoluta, donde la muerte y el horror acechan, es su dignidad. La sociedad queda fuertemente atravesada y marcada por eventos de gran magnitud, difíciles de simbolizar o significar en su totalidad. Estos hechos traumáticos, dejan huella, no pasan inadvertidos, y con el tiempo, se transforma en emblemas, se inscribe en la memoria y se vuelve identidad colectiva.

El impacto del trauma aparece progresivamente, las sociedades se adaptan a los cambios producidos, aunque a veces sean inexplicables, surgen nuevos paradigmas y nuevos contratos sociales. Lo interesante en esta historia es que muestra la capacidad de resiliencia colectiva (superación/recuperación) Resiliencia colectiva que permite la recuperación individual, y no al revés.
En la narrativa del héroe colectivo se pueden observar emociones diversas, cómo se vive individualmente un evento traumático y cómo se lo afronta colectivamente.
Desde una mirada psicológica, se observan a lo largo de la serie diferentes sentimientos, emociones, conmociones, sensaciones, conductas disruptivas, reacciones y respuestas inesperadas. El miedo, el terror, la incertidumbre, la caída de los modelos conocidos, pérdida del mundo tal cual era, sentimiento de vacío, la culpa del sobreviviente (sentimiento de culpa por estar vivo y a salvo ante la posibilidad de que sus seres queridos no lo estén), la frustración, la negación, el pánico, la angustia, son algunos de los síntomas que aparecen fuertemente.
Se observan escenas que logran, a través de la ficción, representar momentos de la vida real y psíquica de las personas. Se describen perfectamente reacciones emocionales o padecimientos mentales típicos de las situaciones límites que enfrentan los personajes, como ser los estados de “shock”, los síntomas del estrés postraumático, la agresividad (con sus diferentes formas de violencias), la resignación, el miedo paralizante y demás mecanismos psicológicos de defensa que podemos encontrar en la vida real.

También nos muestra cómo la exposición a experiencias altamente traumáticas como las guerras, las torturas, los encierros, pueden dejar a las personas atrapadas en sus propios padecimientos, situaciones que no logran superar y se vuelven patológicas que requieren de ayuda profesional. El dolor y los síntomas de sobreviviente de este tipo de sucesos surge de diferentes maneras, son situaciones muy estresantes, y pueden devenir por ejemplo, en “Flashback” o reviviscencias de traumas pasados, en estos casos la persona revive la escena traumática como si fuera actual, en tiempo real. Muchas veces el trauma por experiencias pasadas aparece a través de alucinaciones, sueños/ pesadillas. Otras veces la situación inconcebible, traumática provoca lo que se llama “disociación” que es el mecanismo por el cual una persona se disocia del sufrimiento, como si fuera de otro y no propio, como si no le hubiera sucedido.
Esta gran obra vuelve real la ficción, mostrando cómo, en situaciones extremas, las estructuras sociales se tensan y revelan tanto sus debilidades y flaquezas como sus compasiones y potencias.
En lugar del héroe individual clásico, en El Eternauta se propone un héroe colectivo, donde el grupo y la comunidad, son la única salida posible a los problemas que surgen a partir de la aparición del fantasma más temido e indescriptible, el del horror y la muerte.
Las expresiones populares "la solución es colectiva", "nadie se salva solo", no solo representan una metáfora, propone un desafío en un mundo donde habita la crueldad y algunas prácticas deshumanizantes, además que nos conmueven como sujetos sociales.
En definitiva, saber que hay otros/as, con quienes podemos contar, con quienes nos identificamos emocionalmente, nos alivia, nos da esperanza y fortaleza ante las vivencias de mayor vulnerabilidad e indefensión, situaciones que, de una forma u otra, atravesamos todas las personas en nuestra vida. La necesidad de mirar a otros, ser mirados, ser humanizados.

Desde nuestros inicios, somos sujetos sociales, eso nos define, nos precede, nos da historia, identidad, sentimiento de pertenencia y una utopía. Esos son los valores que recupera esta historia, "lo viejo sirve", reconocerse en el pasado como sociedad, es la condición que nos permite proyectar un mañana.
Como decía el psicoanalista Fernando Ulloa se vuelve siempre necesario sostener "la firmeza de la ternura en la organización y defensa de los valores éticos del sujeto" se trata de aferrarse a la empatía ante la desesperación, la crisis, la catástrofe social y la crueldad.
Fuente: Daniela Gasparini. Psicóloga (UBA)/ @Lic.DaniGasparini
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