Gabriela Arias Uriburu y Gustavo Zerbino, volvieron a encontrarse en Uruguay, después de más de una década sin verse. El reencuentro fue profundamente significativo, no solo por la historia personal que los une desde la infancia, sino también por la conexión espiritual que comparten a través de sus vivencias, marcadas por el dolor y la superación.
Gabriela, autora, conferencista y referente en temas de resiliencia, relató este emotivo momento en su cuenta de Instagram. En un extenso y sentido texto, compartió lo que significó volver a cruzarse con Gustavo, uno de los sobrevivientes de la Tragedia de los Andes.
Gabriela Arias Uriburu y Gustavo Zerbino: dos historias que inspiran
El reencuentro entre Gabriela y Gustavo no solo emociona, también invita a reflexionar. Ambas historias son ejemplo de cómo, incluso en los momentos más duros, el ser humano puede transformarse, sanar y amar lo vivido.

El testimonio completo de Gabriela Arias Uriburu
"Cuando la vida nos encuentra:
Así fue como la vida nos cruzó: la familia Zerbino y la familia Arias Uriburu. Yo tenía apenas 8 años cuando papá, diplomático, fue trasladado a Uruguay. Nos mudamos… justo a la vuelta de la casa de los Zerbino. Y al tiempo, volvió Gustavo, sobreviviente de Los Andes.
Pasaron muchos años. Cada uno siguió su historia. Hasta que la vida nos volvió a reunir. Y ese encuentro fue un espacio sagrado: compartimos nuestras vivencias, nuestras heridas, nuestras experiencias milagrosas… y el dolor también. ¡Cuánta inmensidad en cada conversación!
Desde 2012 no nos veíamos con Gustavo. Y fue en la conferencia que di estos días en Carrasco, Uruguay, donde nos reencontramos. El corazón se expandió. Mi historia y su conciencia de vida se abrazaron y latimos fuerte.
Al día siguiente, nos regalamos horas de encuentro. Un himno de vivencias compartidas. Cada palabra traía emoción, sentido, y abría caminos nuevos. Intento apenas poner una pincelada en este relato, para transmitir la vibración de ese momento.
Hoy, me encuentro trabajando mis heridas. Las de conciencia… y las del inconsciente. La guerra me llevó a un retiro interior. Y ese viaje me exige más compasión, más empatía, más amor por todo lo vivido.
Porque hay partes profundas de trauma, de ira, que están saliendo a la superficie de nuestra humanidad. Todos llevamos heridas. Yo. Vos. Él. El otro. ¿Y qué hacemos con ese dolor lacerante? ¿Nos seguimos matando? ¿O elegimos sanar… profundamente… desde cada historia que nos tocó?
La guerra existe allá afuera, sí. Pero no en el corazón. No en el alma. No en la divinidad que habita en nuestro ser.
Mi herida es grande. ¿Y la tuya? ¿Qué hacés con ella? Yo la veo. La empecé a amar. Y al hacerlo, comencé también a amarme… a respetarme. Con mis caídas. Con mis levantadas. Estoy aprendiendo a amar… todo.
Gracias, Gustavo. Gracias a nuestras historias, a tu familia, a la mía… por reunir tanta vida, tanta resiliencia. Aunque no entiendas… solo poné la mano en tu corazón. Ahí está todo", concluyó con mucha emoción.
La respuesta de Gustavo Zerbino
Gustavo Zerbino, visiblemente conmovido, le respondió con palabras que completan este encuentro de almas resilientes:
“Querida Gabriela, un placer volver a verte y disfrutar tu extraordinaria conferencia llena de amor y aceptación.. Tenés un mensaje muy potente para esta época de desconexión del ser humano, con un vacío interior difícil de llenar con nada de afuera.
La gratitud de estar vivo permite atravesar todas las dificultades de la vida, que necesitamos aceptar y atravesar para poder crecer, lograr discernir lo esencial de lo secundario y ser felices.”
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Gabriela Arias Uriburu, activista incansable: una vida dedicada a la resiliencia y los derechos de los niños
Gabriela Arias Uriburu se convirtió en una voz influyente en la lucha por los derechos humanos, luego de vivir en carne propia una de las separaciones más dramáticas de la última década: su exmarido se llevó ilegalmente a sus tres hijos a Jordania en 1997, mientras vivían en Guatemala
Tras el secuestro de Karim, Zahira y Sharif, Gabriela inició una batalla legal que duró más de diez años. Con tenacidad y respaldo internacional, logró que la justicia jordana reconociera su derecho a ver a los niños, aunque la reunificación no fue inmediata. Gracias a su esfuerzo, pudo mantener contacto con ellos y sentó un precedente valioso en materia de restitución internacional de menores.
La experiencia y su fortaleza interior la llevaron a fundar Foundchild – Niños Unidos por el Mundo, una ONG pionera en promover la restitución familiar en casos transnacionales. Además, Gabriela fue designada Personalidad Destacada en Derechos Humanos por la Legislatura porteña en 2014, por su compromiso con esta causa.
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