Desde que fue nombrado Papa, Jorge Bergoglio se convirtió en un hombre privilegiado en algunos aspectos y es hoy considerado uno de los líderes más influyentes del siglo XXI.
Pero, parafraseando una famosa línea, todo poder conlleva una gran responsabilidad. O, quizás, grandes sacrificios.
Al papa Francisco le tocó no poder visitar nunca más su amada Argentina ni tampoco ver a su queridísima hermana menor, María Elena Bergoglio.

Repasando su biografía, se puede conocer que él ocupó un rol importantísimo en la crianza de su hermana: era el hermano mayor de cinco y ella, la menor. Como su papá murió cuando ella era pequeña, fue Jorge quien ocupó, en parte, ese rol. Le llevaba 11 años.
Dicen quienes los conocían que María Elena y Jorge Bergoglio tenían una relación entrañable, que cuidaron mientras pudieron pese a los miles de kilómetros que los separaban. Sin embargo, nunca más pudieron verse desde el momento en el que él partió, valija en mano, rumbo a Roma para participar del cónclave que lo designaría como líder de la Iglesia Católica hasta el final de sus días.
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El papa Francisco y su hermana se contactaban con frecuencia pese a la distancia. "Hablamos una vez por semana, nos escribimos cartas… hasta hace poco él cocinaba cuando nos veíamos. Le encantaban sus calamares rellenos y el risotto de hongos que aprendió de nuestra abuela italiana", contó María Elena en una entrevista con La Nación, en una entrevista que brindó en 2013.
"Lo vi salir al balcón y casi me muero. Me largué a llorar y no paré. La emoción me superó", manifestó en esa misma entrevista, días después de este histórico momento que vio por televisión.
Con el paso del tiempo, la salud de María Elena comenzó a deteriorarse. Está separada y tiene dos hijos. Actualmente, atraviesa problemas de salud crónicos y se encuentra bajo el cuidado de monjas en una institución religiosa en las afueras de Buenos Aires.
Por este motivo, los médicos le desaconsejaron a Elena viajar al Vaticano al sepelio de su hermano. La despedida será a la distancia, como la relación que mantuvieron todos estos años.
Los motivos que llevaron a que Jorge Bergoglio no regresara a la Argentina como Francisco I quizás jamás se revelen. Más allá de las conjeturas que se puedan hacer es, sin dudas, un alto precio emocional que el Sumo Pontífice pagó puertas adentro. La distancia con su hermana María Elena simboliza, quizá, la mayor renuncia personal que le implicó a su pontificado.
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