Los dos amores en la vida de Carlos «Lole» Reutemann: Mimicha y Verónica Ghio – Revista Para Ti
 

Los dos amores en la vida de Carlos "Lole" Reutemann: Mimicha y Verónica Ghio

Una fue el primer amor y la madre de sus hijas; la otra, la compañera en la madurez. 
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Ella se llama María Noemí Claudia Bobbio. Pero el mundo la conoció como Mimicha y fue la mujer que acompañó a Carlos Reutemann en su carrera como piloto de fórmula uno. La relación entre ellos comenzó cuando él tenía 14 años y ella, 10.

Los comienzos como piloto junto a Mimicha.

Él era el hijo del que criaba a "lolechone" (los lechones); ella, la chica de la "familia bien" de Manucho, un pueblo a 40 kilómetros de Santa Fe capital. De allí, ella le puso el mote de Lole. Cuando se conocieron, lejos estaba aún Reutemann, que en ese entonces tenía un rastrojero, del automovilismo. Mimicha no quería saber nada con él, pero insistió tanto que la terminó conquistando. El noviazgo duró un año y ocho meses: se casaron el 18 de mayo de 1968. Él tenía 26 años; ella, 22.

Mimicha y Lole.

Un año después del divorcio, en 2007, ella publicaba en su libro "Peticotas", los detalles escabrosos de su noche de bodas. "Como si todo hubiese sido un sueño, tenía el deseo de volver a los brazos de mi madre y que me esperase ansiosa. Pasamos la noche en Rosario. No teníamos reserva, ya que el plan era seguir derecho a Buenos Aires. Nos dieron un cuarto que daba a la cocina por el olor y el ruido de cubiertos por la mañana temprano. ¡Lo que es ser una niña agrandada, pero niña al fin! ¡Me la pasé gran parte de la noche llorando en el baño! Aunque no lo crean, el padre de mis hijas tuvo que esperar quince días para convertirme en señora", relató.

Mimicha y Lole.

Recién se lanzó a competir a los 23 años. Corría carreras callejeras en Santa Fe, y Américo y Carlos Grossi lo probaron en las sierras de Córdoba. Y un año después se subió a su primer auto de carrera y en 1972 llegó a la F1.

Con Cora.

Al principio, vivieron en Londres. En 1977, con el Lole ya en Ferrari, se mudaron a Cap Ferrat, el pueblo francés a ocho kilómetros de Mónaco donde se estableció la familia Reutemann mientras él era piloto de F1 y en el que ella y sus hijas fijaron residencia incluso después.

En los últimos tiempos del matrimonio.

El matrimonio duró 11 años, y tuvieron dos hijas: Cora y Mariana. La relación no fue nunca fácil. En una entrevista ella contó que eran como "agua y aceite. Yo soy alegre, divertida, desordenada, optimista, imaginativa, locuaz. Carlos es callado, tímido, introvertido, analítico, ordenado, reconcentrado. Carlos es un obsesivo por lo suyo. Yo me levanto cantando y él se levanta pensando".

Juntos en el casamiento de Cora, y con Mariana.

En 1982, regresaron a Santa Fe y Mimicha tuvo un brote psicótico. Estuvo casi dos meses internada. Luego se separaron, y ella regresó a Mónaco con sus hijas. Sin embargo, el divorcio quedó en stand by. Recién se firmó en 2006 cuando él, que ya estaba dedicado a la política, quiso volver a casarse.

El 21 de junio de 2002, Lole y Mimicha volvieron a mostrarse juntos en el casamiento de Cora con Patrizio di Guevara Fabri en Cap Ferrat. "Estoy muy feliz. Estoy con Carlos Alberto, con mis hijas, con los muy poquitos amigos que pudieron venir de la Argentina por la situación económica, que es tristísima", le había declarado la ex esposa del senador a la GENTE.

Enamorarse de nuevo

Verónica Ghio estudiaba Comercio Exterior y trabajaba en el área de Seguros cuando conoció al Lole. Fue su secretaria privada en la última etapa de su gobierno provincial en Santa Fe. Se conocieron en 2002 y no se separaron más. Verónica Ghio, desde aquel momento, además de convertirse en su mujer, fue su mano derecha, su asistente personal y la mayor influencia en Carlos "Lole" Reutemann.

De nuevo en un auto, pero con su otra mujer: Verónica Ghio.

Se casaron el 16 de diciembre de 2006, pero convivían desde 2004 cuando ella en la casona de techo de tejas que da a las barrancas de la laguna Setúbal, en el barrio Guadalupe de Santa Fe.

Desde chica la llaman "la Vero", y dicen que es muy apegada a su familia. Siempre se la ve arreglada, y según dicen, es muy dulce. Nunca va sola a lugares públicos ni a espacios que haya prensa, porque prefiere mantener el perfil bajo.

Lole y Verónica.

Los presentó una amiga en común. Ella es muy buena nadadora, visita a su madre, Mirtha Lássaga, casi todos los días, estudió Comercio Exterior, y cuando su vida se cruzó con el preciso piloto de Fórmula 1, trabajaba en la casa de fotos Mundo & Color, otro tiempo en una escribanía y, tras comenzar su relación con Reutemann, abrió Benedetta, un negocio de ropa femenina en el centro de la ciudad que cerró tras casarse con él.

Un casamiento particular

Días antes de casarse en segundas nupcias, Lole le contó a la prensa que se sentía feliz y anunció que se iba a casar el 22 de diciembre en el country El Paso. Sin embargo, se adelantó la boda al 16 de diciembre, se casó en su casa y solamente con la presencia de los testigos y el juez. Esto pudo hacerlo después de la división de bienes y la sentencia de divorcio que lo terminó de separar legal y definitivamente de Mimicha Bobbio, su primera esposa y la madre de sus dos hijas, Cora y Mariana.

Escasean las fotos de Verónica con Reutemann.

Junto con el Lole y su flamante esposa se encontraban únicamente los testigos de la boda: Enrique Reutemann, hermano del ex piloto de automovilismo, y Mirta, la madre de la novia. La concreción de la ceremonia se mantuvo en absoluta reserva, a tal punto que las amigas más cercanas a la novia lo supieron el sábado por la noche, cuando se disponían a concurrir a la despedida de soltera y se vieron sorprendidas por el adelantamiento de la boda.

Hubo beso… sí, pero no arroz. El juez de paz, Alberto Llorente cumplió con el riguroso trámite civil al mediodía.

"Eramos siete personas. Además de Carlos, Verónica y el funcionario del Registro Civil que los casó, estaban mi otro hijo con su mujer y su hijo, y yo", contaba en ese momento Mirta Lássaga, madre de Verónica.

"Muy al estilo Lole –sobriedad, discreción, cero nivel mediático–, ni siquiera se sirvió un módico almuerzo celebratorio, sin duda necesario considerando la hora… Por la noche, María Verónica fue el centro de una reunión con amigas, espontánea aunque tardía despedida de soltera", contaba en aquel momento GENTE.

"¿En serio te casaste y no nos dijiste nada?", reprocharon unas. "¿Pero cómo que te casaste hoy, si el diario dijo que te casabas el 22?", se desconcertaron otras.

"Me caso porque tengo una muy buena relación desde hace muchos años y estoy muy bien”, confesaba emocionado este hombre de pocas palabras en aquel entonces. Verónica se transformó en su mano derecha. Era la encargada de mantener actualizadas las páginas web oficiales, se encarga de su logística y de manejarla la agenda... Y la vida en los últimos tiempos.

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