Soledad Aquino confesó que en su peor momento pidió poder vivir para ser abuela - Revista Para Ti
 

Soledad Aquino confesó que en su peor momento pidió poder vivir para ser abuela

Durante muchos meses, Soledad Aquino permaneció internada luego de las complicaciones que tuvo tras un trasplante de hígado. Hoy que está recuperada, su sueño es ser abuela.
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Este viernes, Soledad Aquino en una entrevista con el noticiero del trece habló del peor momento de su vida: cuando estuvo al borde de la muerte después del trasplante de hígado. Y sorprendió con sus declaraciones.

"La clave dentro de toda la monstruosidad que viví, nunca dejé de sonreír", expresa Soledad sentada en el living comedor de su departamento. "Tengo la enfermedad de muy chica, pero fui creciendo y empeoró. Antes de la pandemia, me hice un estudio y detectan que tengo el hígado muy dañado. Ahí tengo que firmar yo con los cirujanos el papelito de INCUCAI y dije "guauuu". A partir de ahí, Dios dirá... Estaba en el gimnasio y me llama uno de los cirujanos para decirme "llegó el hígado. Es ahora"", cuenta cómo se dio lo del trasplante de hígado.

Soledad estuvo mucho tiempo internada, porque su cuadro se complicó por covid y además sufrió dos paros cardiorrespiratorios: "Tuve mucho miedo. Llegué y empezaron a pasar enfermeros, médicos. Lo agarraba de la mano a uno de los dos médicos que era con el que más hablaba y le decía "por favor, cuidenme mucho, quiero vivir, tengo a las chicas, quiero ser abuela porfi....", reveló la ex mujer de Marcelo Tinelli y madre de Candelaria y Micaela Tinelli.

El día que Soledad Aquino estuvo al borde de la muerte

"Me agarré covid. Y los dos paros que tuve después de la operación me dijeron que fue culpa del covid. Después del segundo paro, llamaron a mi familia que estaba afuera, a mis hijas, a Marcelo, a mis hermanos, para despedirse, porque dicen que después del segundo paro llega el tercero. Y ya del último, del tercero, no zafas", dice hoy ya recuperada.

Y recuerdo cómo las chicas se pegaron a ella en aquel momento: "Tengo fotos de las chicas que me ponen la piel de la gallina. Querían estar pegadas. Un día les digo "chicas, soñe que papá y mamá me llamaban", yo estaba toda intubada... Y salieron las dos corriendo a sus casas a poner velas para pedirles a sus tatas que no me llamaran. Ellas que no son como la madre, toda mística. Hicieron santuarios en sus casas".

Afirma que la convalescencia "duró muchos meses", y aclara que estuvo "mucho tiempo con morfina". Por último celebró estar sana. "Después de todo esto que vivi, me conecto con gente que tiene hepatitis que no se cura. Hoy todo funciona bárbaroi con mi familia. Mi deseo más grande: quiero ser abuela. Me muero. Si les cuido a los perros, ¡cómo no les voy a cuidar a los nietos!. Qué vengan y ¡me rompan todo!", cierra.

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