Lo que pasa cuando The New Yorker abre las puertas a un lugar y un momento en la vida de artistas, activistas y reconocidos referentes de Nueva York…
De eso se trata el portfolio de livings y personalidades creativas de New York que presentó el reconocido medio -símbolo de la Gran Manzana- en una fantástica producción con fotos de Gillian Laub.
Las personalidades más creativas de Nueva York en el living de su casa

¿Qué dice un living sobre quien lo habita? ¿Cómo revela en cada uno de sus detalles la identidad de una persona? ¿Qué dice una alfombra vintage, una biblioteca desordenada o una obra de arte apoyada en el piso?
En una producción tan estética como íntima, The New Yorker se mete en los hogares de artistas, escritores, diseñadores, músicos y figuras influyentes de Nueva York para retratarlos en sus livings, uno de los espacios donde más se expresa la personalidad de los dueños de casa.


Con motivo del centenario del prestigioso medio ícono de la Gran Manzana y que siempre se caracterizó por su mirada aguda, su estilo narrativo y su forma sutil de retratar la cultura urbana, la fotógrafa Gillian Laub capturó estos escenarios personales con una mirada cálida, real y sin escenografías.
Más que una serie de fotos, esta es una invitación a conocer Nueva York y a sus ciudadanos desde otra perspectiva -desde adentro- y la mirada se posa sobre los interiores: los rincones más personales de quienes la habitan y la hacen vibrar.
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Esta serie fotográfica no solo celebra los 100 años de The New Yorker, sino que también rinde homenaje al concepto mismo de habitar. Habitar con identidad, con libertad, con belleza real. Y eso, en tiempos de filtros y casas “Pinterest perfectas”, vale mucho.
Las imágenes, publicadas por el prestigioso medio norteamericano como parte de la celebración de su centenario, invitan a conocer a estos personajes a través de los ambientes que habitan.
Chloe Misseldine, bailarina del American Ballet Theatre. Ella Emhoff, artista textil. Cardenal Timothy Dolan, Arzobispo de NY. Maya Lin, artista Vickie Paladino, concejal de la ciudad.
“No se trata de una simple producción de interiores. Hay una narrativa más profunda”, describe Naomi Fry en el texto que acompaña el extraordinario portfolio de Gillian Laub.
“La sala de estar, aparentemente, sirve para reunirse (…) Es el espacio más público de una casa y, como tal, tiene una función particular: mostrar a los demás quiénes son sus ocupantes”.
Y sigue: “La colcha que colocás en el sofá, los cuadros que colgás en las paredes, las chucherías que elegís para la repisa de la chimenea: todo es tan importante para tu autoconcepto adulto como el delineador de ojos intenso y las botas gruesas para el de un adolescente emo, es decir, muchísimo”.
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El ensayo fotográfico de The New Yorker -un homenaje a Nueva York y a algunas de sus personalidades más creativas- se inspira en una producción mítica que The New Yorker encargó en 1995.
En aquella ocasión, la fotógrafa Dominique Nabokov capturó las salas de estar de notables neoyorquinos, pero vacías: sin los dueños en escena, y solo los ambientes y sus objetos a la vista.

Ahora, tres décadas después, el proyecto se renueva con un giro significativo: los habitantes están presentes. Y eso lo cambia todo.
En las imágenes de Laub “encontramos lo poderoso y formidable de la ciudad, entre los preciosos objetos que los definen”, resalta Naomi Fry.



Entre otras personalidades, en la producción de The New Yorker están la diseñadora de moda Diane von Furstenberg, coquetamente cruzada de piernas bajo una imagen gigante de su propio rostro; la política Huma Abedin con su prometido, el inversor y filántropo Alex Soros, en un living que parece flotar sobre Manhattan; a Lin-Manuel Miranda relajado entre sus libros y partituras, y a la congresista Alexandria Ocasio-Cortez, cálida y serena, en su rincón de lectura.
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Hay livings de casas suntuosas y salas de estar de departamentos pequeños.
“Incluso los espacios más modestos rebosan de significado”, afirma Fry. Y pone como ejemplo a la comediante Sarah Sherman, que aparece estirada en su sofá rodeada de objetos tan coloridos y excéntricos como su vestuario de arlequín: una muñeca hecha a su imagen, una mano incorpórea, un póster de Garbage Pail Kids y una vela de Pee-wee Herman.



“Todo cuenta una historia, como cualquier sala de estar y cualquier fotografía debería hacerlo”, concluye.
Hay livings clásicos con muebles de diseño mid-century, otros llenos de color y maximalismo, espacios sobrios, rincones bohemios, plantas colgantes, pilas de libros, obras de arte, juguetes, cuadros y detalles que estimulan la imaginación e inspiran. Y todos tienen algo en común: son personales, únicos y auténticos.



Las fotografías de Gillian Laub no solo retratan a los personajes, sino que nos hacen sentir que los estamos visitando. Hay cercanía, humanidad y mucha estética, pero sin forzar nada. Así, como espectadores, podemos imaginar la conversación, el café sobre la mesa, la playlist que suena de fondo.
Y más allá del encanto editorial de la serie, esta producción también puede ser una fuente riquísima de inspiración para pensar nuestros propios espacios.
Tips para decorar tu living como las personalidades más creativas de Nueva York


A continuación, algunos tips para decorar el living inspirados en el artículo y producción de The New Yorker titulado “Power Houses / Inside the living rooms of notable New Yorkers”, con fotos de Gillian Laub.
Decorá con (tu) personalidad. No hay nada más auténtico que decorar con objetos que nos representan. Fotografías, libros leídos, cuadros elegidos a lo largo del tiempo, souvenirs de viajes. Todo suma.


Animáte al mix. Combinar estilos, épocas y materiales puede generar un efecto visual muy interesante. Lo importante es que tenga coherencia con quienes somos.
Menos showroom, y más vida real. Lo vivido decora, ¡y funciona! Desde una manta sobre el sillón, hasta una pila de revistas, incluso una planta un poco desbordada: todo eso habla de un hogar habitado.
Decorá con arte. Colgar una obra de arte o apoyarla en el suelo, como hace Diane von Furstenberg, puede transformar un ambiente sin necesidad de grandes cambios.




Las vistas también decoran. Si tenés una ventana con linda luz o una buena vista, aprovechala como parte del diseño. Y no hace falta vivir en Nueva York para que el árbol que llega hasta tu ventana o balcón embellezcan el ambiente desde afuera hacia adentro.
Texto: Juan Martin Cutro / Fotos: The New Yorker / Gillian Laub.