Cuenta la leyenda que el Cacique Pismanta vivía con su tribu pacíficamente en la región de Angualasto, al noroeste de lo que hoy es la provincia de San Juan. En aquel entonces convivían los huarpes del sur, los diaguitas del norte, y los más arraigados a esa zona volcánica de Guañizuil (considerado lugar sagrado por influencia Inca del cóndor, el puma y la serpiente).
Al enterarse por mensaje de la naturaleza de la llegada de los españoles, Pismanta intentó advertir la catástrofe al resto de la gente. Los enfrentó junto a sus mejores guerreros pero fue en vano, la invasión era inminente. El cacique de Angaco, la tribu más al sur, se alió con los conquistadores entregando a su hija en matrimonio.

Pismanta se sintió traicionado y decidió aislarse en una cueva desconocida junto a su familia. No estaba dispuesto a someterse a los violentos usurpadores. Algo extraño sucedió luego. La montaña se desmoronó con un gran temblor tapando la entrada de esa cueva y el agua comenzó a brotar caliente del suelo en los diferentes lugares donde el cacique solía pasar sus días en paz.
Se cree que esas son las lágrimas derramadas de este gran defensor de la tierra. La población indígena fue diezmada y en su mayoría trasladada a la Capitanía de Chile para obligarlos a extraer el oro y la plata de las minas. Generaciones más tardes, algunos baqueanos creyeron ver un paraíso verde y soleado en plena noche dentro de unas lomas cercanas a Angualasto. La sabiduría de la naturaleza y los pueblos originarios sigue viva en sus aguas y montañas.
Éste es mi newsletter número 12. Por supuesto no es casual que lo esté escribiendo un 12 de octubre, día en el que hace 533 años Cristóbal Colón llegó a América. A mi me gusta esta fecha tomándola desde esta dimensión: como símbolo de nuestra diversidad cultural.
Ridículo es seguir considerando que somos un pueblo de razas, porque lo que más nos representa, a partir de ese momento en la historia, es el entramado de culturas superpuestas que le dan nombre a este continente. El significado etimológico de América es de origen latino, derivado de Américo (del nombre del explorador italiano Américo Vespucio), que a su vez tiene raíces germánicas que significan "hogar" o "tierra". Y si este es nuestro hogar, valdría la pena reconsiderar ciertas cuestiones.
Comencemos por no negar la verdad. Esta TIERRA fue conquistada, sí. Usurpada, sí. Violada - física, psicológica y materialmente-; SÍ. Han pasado muchísimos años y seguimos sosteniendo la creencia de que no valemos más que lo que podemos entregar para que el “extranjero” se enriquezca. Como cultura que ha sufrido históricamente un abuso por parte del poder extractivista, nos volvimos dependientes de la supuesta salvación y la orden que viene de afuera.
Esto ha sido comprobado tanto en lo religioso como en lo político y - particularmente - en lo económico. Nos hicieron creer durante siglos que somos una tierra repleta de recursos para explotar, y nada más.

Es real que tenemos una riqueza natural inigualable y es verdad que somos parte de un gran mercado regido por un sistema capitalista al que estamos, como humanidad, enteramente adscriptos. Pero somos mucho más que eso. Somos pueblo diverso, mestizo, ecléctico, colorido, y si entramos en la cueva de nuestra historia: SUMAMENTE VALIOSOS.
Recientemente estuve en mi segundo viaje a la provincia de San Juan. El primero fue en abril de este año, en el cual hice un recorrido desde Barreal, Calingasta, hasta Zonda, Caucete y la ciudad que originalmente fue fundada como San Juan de la Frontera. Fui en busca de inspiración para la novela que estoy escribiendo y decidí volver para retomar el camino de la cordillera y pre cordillera que me ayudara a profundizar mi historia.
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Entrar en nuestra tierra me permitió descubrir que los ríos fluyen por debajo del suelo y que hace miles de millones de años, toda esa región estaba cubierta por un gran océano. Me encontré con mujeres que mantienen una tradición de varias generaciones poniendo sus manos en telares hechos de madera autóctona (el chañar y la algarroba) contándome historias de sus antepasados y las realidades que deben enfrentar hoy ante una economía exigente y desigual.
Aprendí sobre celebraciones gauchescas y las primeras escuelas locales transformadas en cantinas repletas de antigüedades que cohabitan más allá de la cronología. Caminé por tierra arenosa sin saber que estaba sobre un enorme volcán que brindaba aguas curativas donde los huarpes y diaguitas sanaban sus heridas y enfermedades.
Probé los sabores de los dulces cosechados por manos que traen la memoria de una pachamama abundante. Y compartí momentos, relatos, y sonrisas que me protegieron en el camino hacia ese redescubrimiento personal. Fui donde el viento Zonda me llevaba, custodiada por el cóndor y Santa Bárbara, por la amabilidad de su gente y el misticismo de las montañas. Por Hunuc-Huar, la unión del masculino y el femenino que dio origen al pueblo Huarpe. Me impregné de ese paisaje salvaje y a la vez intervenido por la modernidad de la mano de la industria.
Sola, sin voz, y con un Peugeot azul alquilado (el mismo que en el primer viaje) llegué a los primeros pueblos fundados en la provincia. Mogna, Jáchal, Rodeo, Iglesia me fueron abriendo sus puertas para sorprenderme con la magia de sus testimonios. Cada una de las personas con las que me iba topando dejaron una huella en mi alma. Todas historias diferentes, con realidades diversas, pero unidas en un común denominador: la inmensa necesidad de revalorizar nuestra tierra, de que sea oída y visibilizada.
Tierra adentro es volver a nuestro interior para redescubrir lo que somos y lo que tenemos, y darnos valor como pueblo. El viaje empieza dentro de uno/a mismo/a y luego como colectivo, con toda su pluralidad, integrando las energías de esas tres capas que rigen la cosmovisión andina: la del agua que corre por debajo y da la vida (la serpiente UKU PACHA); la de la tierra que materializa nuestras creaciones con el impulso del fuego (el puma KAY PACHA) y la del aire que nos eleva hacia una transformación (el cóndor HANAN PACHA).
Si pudiéramos darnos vuelta, dejar de mirar hacia afuera y recordar de dónde venimos, tal vez nos animaremos a confiar en nuestras capacidades y talentos, nuestra abundancia y creatividad y - por sobre todo - nuestro amor propio.
NO PODEMOS CAMBIAR LA HISTORIA, PERO SÍ APRENDER DE ELLA
¿Te animás a redimensionar nuestro poder interior?
Les dejo un poema que inicia el camino de Mulanas, sin saber en su momento que hoy lo estaría encarnando.
TIERRA ADENTRO
Tierra adentro me sumerjo
a espaldas de este río inmenso,
buscando entre malezas un hogar,
la eterna juventud al despertar.
Allí donde la gente respira
y cuenta historias al pasar.
Y donde no existe el apuro
por lo que no suele llegar.
Atrás donde se esconde el mito
de un pasado endeble,
cubierto de polvo espeso
de un sueño permanece.
Allá donde el espacio cuenta
las voces cantan y bailan.
Un norte que acecha al cielo,
un sur que reposa en el agua.
Fundamento de un vasto suelo,
raíz de una trama de pueblos.
Entrada y salida del llano,
entre montañas que toman vuelo.
Ahí donde se funde el horizonte,
con los colores intensos del monte.
Donde la hiedra cubre la morada,
reflejo reluciente de la espada.
Es al interior que se respira
el Zonda, el Pampero y la Sudestada.
Empujan con truenos y comparsas,
las coplas de una canción silenciada.
Tierra adentro quisiera entrar,
descubrir sus costados y escuchar
mil historias de antepasados
que esculpieron la libertad.
Mis recomendaciones de la semana
Les recominedo SUSURROS ANDINOS, un emprendimiento con el propósito de reunir a todas las tejedoras y teleras de San Juan vendiendo sus productos y contando sus historias.
Si quieren viajar a la provincia de San Juan, me escriben y les paso todos los datos que necesiten saber con mis recomendaciones: [email protected]
Escuchen con atención a esta belleza de canción interpretada por Mercedes Sosa y creada por Ariel Ramírez VOLVERÉ SIEMPRE A SAN JUAN
Fuente: Emilia Zavaleta, @sermulanas
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