La historia de Susan Barrantes: dejó su vida aristocrática para seguir a su amor argentino y murió trágicamente - Revista Para Ti
 

La historia de Susan Barrantes: dejó su vida aristocrática para seguir a su amor argentino y murió trágicamente

Nació en el seno de una adinerada familia inglesa, con estrechos vínculos con la realeza. Es así que conoció a su marido, quien le daba clases de polo al mismísimo príncipe Carlos. Pero lo que se perfilaba como una vida perfecta, era tan solo una pantalla. Conoció el amor verdadero de la manera más inesperada y por él fue capaz de dejar todo eso atrás -incluso a sus propias hijas- en busca de la felicidad.
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Nació bajo el nombre de Susan Mary Wright en Bramcote, Nottinghamshire, el 9 de junio de 1937. Estudió en los mejores colegios ya que pertenecía a una familia de hacendados y banqueros con títulos nobiliarios.

En 1955 conoció al teniente Ronald Ferguson en un baile de debutantes y se casó con él un año después, lo que estrechó aún más los lazos que la vinculaban con la realeza. El militar era amigo del príncipe Felipe (esposo de la Reina Isabel II) y profesor de polo del príncipe Carlos.

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Susan y Ronald se casaron y tuvieron dos hijas: Jane Louisa y Sarah Margaret. A la vista de todos constituían lo que parecía una familia ideal, aunque Susan revelaría tiempo después que sufría mucho por las reiteradas infidelidades de su marido, incluso cuando ella lloraba la pérdida de un embarazo.

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En un torneo de polo realizado en Sussex, en 1967, conoció al hombre que cambiaría su vida, el polista argentino Héctor Barrantes. El temperamental joven de 35 años había logrado llamar su atención. Casualmente, dos años después, volvieron a verse en otro torneo, esta vez en Deauville, donde los Ferguson y los Barrantes se alojaron en el mismo hotel. En aquel entonces, Héctor estaba junto a su mujer, Luisa James.

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1974 sería un año decisivo para su historia de amor: Héctor, ya viudo y Susan se reencontraron, y ella estaba lista para dejar a su marido. Lo que no imaginó entonces fue que también debería separarse de sus hijas, ya que no podía traerlas a vivir a Argentina. Pero tampoco estaba dispuesta a renunciar a su amor.

Las entonces adolescentes Jane y Sarah se tuvieron que quedar junto a su padre: vivían en una casa de campo en Hampshire, mientras Susan iniciaba su vida en las pampas junto a Héctor, con quien se casaría al año siguiente en una ceremonia civil.

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Fue así como Susie y el “Gordo” (tal era su apodo) conformaron una de las parejas favoritas del ambiente, incluso cuando él dejó de jugar profesionalmente y se dedicó a la venta de petisos. Tenían un departamento en Recoleta aunque pasaban mucho tiempo en la estancia El Pucará, un campo de 1200 hectáreas en Salliqueló, a 550 kilómetros al oeste de la ciudad, con su propia cancha de polo.

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Dicen los que la conocieron que se caracterizaba por su generosidad, su gran sentido del humor y su don de gente. Tenía un estrecho vínculo con la realeza británica y era amiga de Lady Di.

Jane y Sarah crecieron manteniendo un vínculo distante con su madre, con quien se comunicaban telefónicamente con regularidad. Y aprovechaba cada torneo de polo para viajar al Reino Unido para reencontrarse con ellas, también con potenciales compradores de caballos y con sus amigos de la realeza.

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Susan conocía bien ese mundo, por lo que era común verla en los eventos de la high society junto a los palenques con el príncipe Carlos, la princesa Diana o la mismísima reina Isabel. El destino quiso que terminara siendo familia política de los Windsor cuando Sarah se casó con el príncipe Andrés, en 1986. Para esa ocasión Susan se mostraba feliz, vestida de amarillo en el balcón del Palacio de Buckingham, junto a los novios y a su ex, Ronald.

En 1992 cuando el matrimonio de su hija mayor llegó a su fin, Susan estuvo junto a ella mientras atravesaba su propio duelo: dos años antes Héctor Barrantes, su gran amor, murió de cáncer, poniendo fin a los quince años que ella recordaría como los más felices de su vida.

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Entonces llegó el momento de ponerse al frente de su estancia y del negocio de los caballos de polo. Hizo grandes esfuerzos para conservar esas tierras, pero la situación se complicó económicamente y ya no había rentabilidad alguna. No obstante, ella hacía lo imposible para salir adelante.

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Héctor había proyectado un emprendimiento de cría y exportación de caballos para el que pidió un crédito millonario con la estancia El Pucará como garantía, pero murió antes de que pudiera dar ganancias y a Susan se le hizo imposible enfrentar las deudas. El banco le reclamaba las tierras, incluso las del campo de polo donde estaba enterrado el ex polista. Para pagar, le vendió 900 hectáreas al patrón de polo australiano Kerry Packer y conservó el resto.

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Tratando de generar ingresos, "Susie" creó una productora de documentales con la que realizó videos sobre el mundo del polo, que le ayudaba a pagar sus cuentas. También editó un libro titulado Polo, ilustrado con fotos espectaculares de jinetes y caballos en movimiento, que fue presentado en Buenos Aires y en Londres, con el prólogo firmado el mismísimo Príncipe Carlos: “Lo menos que puedo hacer es escribir este prólogo para el libro de Susie como un tributo personal a Héctor”, escribió el príncipe.

Su trágica muerte

Susan continuaba pensando en nuevos proyectos cuando la muerte la sorprendió de la manera más trágica, a los 61 años de edad. Había estado en la Capital visitando a la administradora de su campo. Estaba junto a su sobrino, Rafael Barrantes. Eran algo más de las 9 de la noche y, según la crónica policial, chocó de frente con una camioneta Renault Traffic en la ruta 23, en la localidad de Tres Lomas.

Saludo royal con motivo de la boda de Sarah. Foto: Internet

El impacto le generó una muerte instantánea, mientras que su sobrino tuvo heridas leves. Se dice que no llevaba puesto el cinturón de seguridad: la madre de Fergie murió decapitada dentro de su automóvil Rover 420 color verde, que quedó irreconocible por el impacto.

"Podemos presuponer que el choque fue frontal, en razón de un encandilamiento o de la distracción de alguno de los conductores, que cruzó al carril que no le correspondía", afirmó el comisario de Tres Lomas, Héctor Molinuevo.

Susan y familia en la noda de Sarah y Andrés. Foto: Internet

El jefe policial estimó que "de los peritajes seguramente surgirá la responsabilidad compartida por los conductores de los dos vehículos", con lo que dio a entender que hubo fallas humanas en el accidente. Además, agregó que había mucho viento y que "la ruta estaba inusualmente transitada debido a la inauguración de la muestra rural en Tres Lomas", precisó en aquel entonces.

Una de las vistas de la casa de El Pucará. Foto: Internet

La noticia sorprendió a Sarah en Italia, que se encontraba de vacaciones junto a una de sus hijas y a Jane en Australia, que es donde residía en aquel entonces. Ambas volaron a Argentina de inmediato para hacerse cargo de los preparativos del entierro de su madre.

La noticia causó impacto en el seno de la realeza, dado que Susan continuaba teniendo vinculación con varios miembros. La reina Isabel II, que recibió la noticia en Kuala Lumpur, inmediatamente solicitó que el vocero de la corona, Geoffrey Crawford, manifestara a la prensa de la "tristeza" que embargaba a la pareja real.

Sarah Ferguson en la tumba de Susan y Héctor en El Pucará. Foto: Internet

Sus restos fueron velados en su amada estancia y sus hijas materializaron lo que fue su última voluntad: ser enterrada junto a Héctor, en El Pucará. Al costado del campo de polo hay dos tumbas tan juntas que parecen una sola, con cruces rústicas y una placa de madera grabada que dice en inglés: “Héctor y Susie Barrantes, juntos en paz”.

Más información en parati.com.ar

 

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