La influencer argentina Sasha Margot escribió una carta desgarradora a su beba desde un búnker en Israel
 

"Te cantaba bajito mientras afuera caían misiles": la carta de Sasha Margot a su beba en medio de los bombardeos en Israel

sasha margot
Sasha vive en Tel Aviv desde hace tres años y atraviesa sola los días más duros de su vida. Su esposo quedó varado en EE.UU., y ella se refugia con su beba de tres meses en un búnker. En medio del horror, escribió una carta desgarradora que refleja el amor más profundo.
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Desde hace tres años, la influencer argentina Sasha Margot vive en Tel Aviv. En medio del conflicto armado entre Israel e Irán, enfrenta una realidad que jamás imaginó: pasar días y noches refugiada en un búnker junto a su beba Libí de tan solo de tres meses, mientras su esposo permanece varado en Nueva York por el cierre del aeropuerto.


Con más de 37 mil seguidores en Instagram, Sasha decidió compartir su experiencia no solo para visibilizar lo que ocurre en Israel, sino también para dejar un legado emocional para su hija. En su carta, le promete contarle algún día cómo fue todo: la alarma, el temblor del edificio, los misiles en el cielo. Pero sobre todo, le promete que siempre va a estar para sostenerla.

La guerra, el miedo y una hija recién nacida

El 13 de abril comenzó una nueva ola de ataques que cambió por completo la cotidianidad de Sasha. Cada vez que suena la alarma “Tzeva Adom” (Alerta Roja), tiene apenas un minuto y medio para correr al búnker. Pero no lo hace sola: lo hace con su hija en brazos, acunándola entre explosiones, con el corazón dividido entre el miedo y la necesidad de mantenerse fuerte.

Sasha y su hija de tres meses Libí.

Una carta desde el amor más profundo

A través de un texto íntimo y conmovedor, Sasha expresó lo que significa ser madre en medio de una guerra. Describió con detalle cómo es el momento de correr al refugio: buscar el chupete en la oscuridad, agarrar la manta, los pañales, las mamaderas y su propio coraje. Rezar. No llorar para no asustar a su hija. Y transformarse, en sus palabras, en “escudo, cuevita y refugio”.

"Algún día te voy a contar cómo fue estar en guerra, encerrada en un búnker, acunándote entre mis brazos y con papá lejos, en otro país. Te voy a contar cómo sonaba la alarma, cómo temblaba el edificio, cómo se escuchaban las explosiones en el cielo y cómo mi corazón se partía en dos: una parte corría por vos, la otra se quedaba tratando de no romperse del todo.

Algún día te voy a contar que a veces nos despertaba una mujer con voz robótica gritando “Tzeva Adom, alerta roja”, y yo me levantaba con el alma en la boca, corriendo descalza, abrazándote fuerte pero intentando no despertarte, buscando en la oscuridad tu chupete, tu manta y mi coraje.

Que te cantaba bajito mientras afuera caían misiles, que intentaba no llorar para no asustarte, que te abrazaba como si con eso pudiera blindarnos del mundo.

Que en el kit de emergencia no me entraba el miedo, pero sí tus pañales, tus mamaderas y algún peluche. Que rezaba como nunca en mi vida. Que hablaba sola. Que hablaba con Dios. Que me convertí en escudo, en cuevita, en refugio.

Y aunque la guerra me dolía en el cuerpo, vos me diste paz. Porque sos vida. Porque sos el sentido de todo lo que hago.

Algún día te voy a contar que una noche no soporté estar sola con vos y llamé a nuestra vecina israelí de 19 años para que nos hiciera compañía en medio del horror. Y cuando ella me vio tan nerviosa por las explosiones, no dudó en preguntarme, mientras estábamos sentadas en el piso apoyadas en almohadones: “Sasha, ¿ma noten laj koaj?”. Y yo, sin pensarlo, respondí tu nombre: Libí.

Ella me preguntó qué me daba fuerzas.
Y yo dije tu nombre.

Nací para sostenerte.
Por siempre.
Te amo, mamá".

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