La tecnología es uno de los mejores aliados que tenemos en estos momentos de aislamiento social por la pandemia de Coronavirus. Brunella Lospennato (hija de Daniela Fajardo, editora de Para Ti) cumplió 21 años el 23 de marzo, y a pesar de la cuarentena pudo sentirse acompañada de 40 personas, entre familiares y amigos, en el momento de la torta gracias a las videollamadas de whatsapp. En esta nota, en primera persona cuenta cómo vivió este cumpleaños tan especial y sin duda, inolvidable.
Ayer fue mi cumpleaños. Yo suelo festejar a lo grande cada año, pero esta vez me tocó vivirlo en cuarentena. Estuve varios días angustiada por tener que cancelar la fiesta (ya tenía todo planeado desde meses) sabiendo que no iba a poder estar con todos mis amigos y familia. Sin embargo, el 23 de marzo me sentí muy querida a pesar de la distancia y el aislamiento que nos impone esta cuarentena por el coronavirus.
Las sorpresas arrancaron a las doce de la noche. Una vecina nos brindó un concierto desde su terraza a todos los vecinos de la cuadra y a las doce de la noche me dedicó el feliz cumpleaños. De inmediato mis amigos pidieron hacer videollamadas a la vez pero era complicado desde mi celular. Al rato, me llegó un link por parte de mi familia: me habían armado un video con fotos de cuando yo era chiquita.
De regalo, me mandaron por mail y whastapp muchos vouchers y vales para luego cuando se levante la cuarentena podear canjear por el regalo en sí.
A la mañana me despertaron con el desayuno en la cama y cuando me levanté me sorprendió ver toda la casa decorada con globos y guirnaldas.
Chiara, mi hermana, que es una experta en hacer tortas, me preparó una decorada con los personajes de Tim Burton, que lo adoro. Y a la tarde, antes del momento de soplar las velas, me hicieron vestir como si fuera a mi cumpleaños (yo estaba en musculosa y short).
Frente a la torta estábamos solo nosotros cuatro (mi papá, mi mamá, mi hermana y yo) pero frente mío, en la pantalla de tres celulares tenía a toda mi familia y amigos (más de 40) acompañándome para cantarte el feliz cumpleaños. Esa fue otra de las sorpresas que organizó mi familia: convocó en varias tantas (porque si no era imposible) por videollamadas a la familia y amigos para que festejaraban conmigo. Ellos además habían seguido la consigna pedida por mi familia: se produjeron con anteojos, sombreros y pelucas de colores, de esas que se usan en el Carnaval Carioca y que quedan guardadas de los casamientos.
Después de soplar las velitas, cada uno, a su tiempo (aunque fue un lío organizarlos porque todos me hablaban a la vez) me dedicaron palabras muy especiales que hicieron que la distancia se acortara. Así pasé un feliz cumpleaños. Ahora no veo la hora de que esto termine, para poder cambiar los abrazos virtuales por los físicos y poder festejar a lo grande.