Durante años vi cómo en el consultorio llegaban pacientes confundidos, con rutinas interminables de productos que muchas veces no solo no mejoraban su piel, sino que la empeoraban.
En muchos casos, eran personas informadas, curiosas, pero atrapadas en una lógica de acumulación y uso excesivo de cosméticos, como si la salud y la estética de la piel dependieran de la cantidad de productos aplicados.
En los casos más extremos, esta conducta puede derivar en lo que hoy conocemos como cosmeticorexia. Lo que no se suele decir es que el uso excesivo de productos —sobre todo sin guía profesional— puede alterar la barrera cutánea, irritar la piel y desencadenar cuadros que luego cuesta revertir.
En lugar de una piel más saludable, terminamos con una piel reactiva, cansada y saturada. Y es ahí donde surge una respuesta natural, una tendencia que celebro y acompaño: el skinimalismo. Esta filosofía —que combina “skin” (piel) y “minimalismo”— propone simplificar, volver a lo esencial, entender que no se trata de cantidad, sino de calidad.

La rutina ideal no tiene por qué ser extensa, sino adecuada. En general, tres pasos bien hechos —limpieza, hidratación y fotoprotección— son más que suficientes para mantener la salud de la piel en la mayoría de los casos.
Claro que hay situaciones particulares que pueden requerir activos específicos (como el retinol, los ácidos exfoliantes o la vitamina C), pero siempre deben ser indicados por un dermatólogo.
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Los tres pilares del skinimalismo
1- Limpieza
-Usá un limpiador suave, sin fragancias ni agentes agresivos.
-Limpiar una o dos veces por día es suficiente para eliminar impurezas sin alterar la barrera natural de la piel.
-Si la piel queda tirante después de limpiar, el producto probablemente sea demasiado fuerte.
2- Hidratación:
-No necesitás una batería de productos: con un buen hidratante alcanza.
-Elegí fórmulas que se adapten a tu tipo de piel y que aporten nutrición sin sobrecargar.
-Lo más importante no es la cantidad, sino la constancia.
3- Fotoprotección:
-El protector solar es el paso más importante en cualquier rutina.
-Usalo todos los días del año, incluso cuando esté nublado.
-Reaplicalo cada 2 o 3 horas si vas a estar al aire libre.
¿Y la exfoliación?
En los últimos años, muchos pacientes llegaron al consultorio con la piel sensibilizada por el uso excesivo de scrubs o exfoliantes físicos. Aunque parezca una solución rápida para "limpiar" o renovar la piel, esta práctica suele ser agresiva y contraproducente.
La piel lo interpreta como una agresión, se inflama, y con el tiempo puede volverse más opaca o presentar brotes.
En lugar de insistir con productos astringentes o de arrastre, lo más recomendable es consultar con un dermatólogo, que podrá indicar alternativas más efectivas y menos invasivas según cada caso. No todo lo que da una sensación inmediata de limpieza es realmente saludable para la piel.
El skinimalismo no es un paso atrás. Es una forma más madura y consciente de cuidar la piel, que también invita a escuchar lo que pasa adentro. La piel no está aislada del resto del cuerpo: el estrés, la mala alimentación, la falta de descanso y el sedentarismo afectan directamente su apariencia y salud.
Por eso, en mi enfoque, el bienestar integral siempre está presente. Me interesa educar, explicar que la piel es un órgano vivo, dinámico, que se comunica con lo que comemos, lo que sentimos, cómo descansamos y cómo vivimos.
Tips para adoptar el skinimalismo en el cuidado de la piel
Elegí con criterio. Menos productos, pero mejor elegidos. No todo lo que es tendencia es necesario para tu piel.
Volvé a lo básico. Una rutina efectiva empieza por limpieza suave, buena hidratación y protector solar todos los días.
Consultá antes de incorporar activos. Retinol, ácidos o vitamina C pueden ser aliados, pero deben ser indicados por profesionales.
Escuchá tu piel. Si se enrojece, pica o arde, algo está de más. La piel habla: aprender a interpretarla es parte del proceso.
Cuidate desde adentro. Dormir bien, reducir el estrés, comer saludablemente y moverse son pilares del bienestar cutáneo.
Y un punto más, no menor. Evitar regalar productos cosméticos como si fueran objetos decorativos. Regalar cremas “porque a alguien le hizo bien” es como ofrecer un zapato talle 40 a quien calza 36, solo porque resultó cómodo para otra persona.
La piel no se trata con generalidades. Estas prácticas favorecen la acumulación innecesaria de productos, la automedicación cosmética y, muchas veces, más daño que beneficio. La mejor manera de cuidar la piel es con información y asesoramiento personalizado.
El skinimalismo no es solo una tendencia; es una invitación a repensar nuestra relación con la piel, a promover la educación sobre su cuidado como órgano vital. Porque la estética no puede –ni debe– separarse de la salud.

Fuente: Dra. Leisa Molinari (M.N° 116.628). Médica dermatóloga especialista en cáncer de piel y cirugía micrográfica de Mohs. Fundadora del Centro Médico de la Piel y miembro de numerosas sociedades científicas nacionales e internacionales.
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