Todos tenemos en el dormitorio una silla con ropa que funciona como apoyo de la ropa “en transición”.
Es desorden... OK. Pero recientemente surgió una segunda mirada sobre el asunto que indica que su existencia refleja rasgos de nuestra personalidad y hábitos que no tienen que ver solo con el orden
Así, la silla en el dormitorio con algo de ropa encima es vista también como una “zona gris” que forma parte de la rutina diaria y, como tal, hay que integrarla... con armonía.
Una pila de ropa sobre la silla: mal de muchos... problema de todos

En cualquier casa, hay una máxima infalible: si no organizás bien los detalles, el caos se adueña de todo el espacio. Y uno de los puntos más complicados a la hora de mantener el orden suele ser la ropa que usamos a diario.
No va al placard porque la vamos a volver a usar al día siguiente –o al otro- y todavía no está para ir al lavarropas. Entonces, la silla en el cuarto surge como la alternativa al perchero, en ese rincón donde la ropa vive apoyada, guardada, apilada, acumulada “entre dos mundos”
Esa famosa “silla del dormitorio” es casi un elemento cotidiano que se instala y se queda en una especie de “zona gris”: no está sucia, pero tampoco impecable. Y la silla funciona como un lugar intermedio de innegable practicidad. Pero... ¡Que empiece el debate!
Team silla con ropa SI, team silla con ropa NO

Para muchos, este hábito frecuente no tiene nada que ver con la falta de organización, sino con la eficiencia y practicidad de tener lo que usamos seguido cerca, a la vista y listo.
Más allá de lo estético, quienes buscan practicidad suelen usar la silla como atajo diario, y por otro lado indican que es el lugar ideal para tener al alcance las prendas básicas o que más eligen y repiten usar en la semana.
El team silla con ropa SI sostiene que sirve como ayuda visual: si lo guardan en el placard, es como si dejara de existir.
Pero el team silla con ropa NO es contundente: “La silla no es un placard”, dice –y aclara que siempre lo dice- Karina Fiora, decoradora especialista en orden, entrenada en el Método KonMari en Nueva York y única KonMari Gold Consultant activa en Argentina.

“La silla en el dormitorio, sobre todo para la gente que tiene a ser desordenada y que le cuesta guardar las cosas después de usarlas, es uno de los imanes que atraen desorden”, advierte.
“La excusa es dejarla ahí porque está usada pero no está para lavar, para airear la ropa. Pero el tema es que no queda un par de hora ni de una noche a la mañana siguiente sino que queda varios días, y después se va acumulando otra ropa arriba, y otra, y otra. Hasta que lo de abajo termina estando para lavar porque ya está arrugado, con el olor de la otra ropa encima, no se ventiló”.
Conclusión: para Karina Fiora, fundadora de Orden + Deco (en Instagram @orden.masdeco) la silla en el dormitorio... “Solo para sentarse”.
Ni blanco ni negro: la silla como “zona de transición”

En decoración, hablamos mucho de los espacios que conectan un estado con otro: el recibidor cuando llegamos a casa, el baño cuando empezamos el día… y también la silla del dormitorio.
Ahí la ropa espera. No se desecha ni se guarda. Está “en pausa”. Y esa pausa, por mínima que parezca, es parte de nuestro ritmo diario.
Como cualquier objeto que usamos todo el tiempo, podemos darle un lugar y un sentido para que acompañe la vida diaria sin generar ruido visual ni estrés.
Pero, ¿cómo hacer que la silla funcione (y no se convierta en un Aconcagua textil? Algunas ideas simples:
Elegir la silla correcta. Mejor si tiene respaldo bajo o estructura ligera, para que no se convierta en un “depósito”, sino en un soporte.

Definir un límite visual. Cuando la ropa supera la altura del asiento, es señal de que es hora de decidir qué se lava y qué vuelve al placard.
Agrupar por uso. Ropa para trabajar / ropa para salir / ropa cómoda para casa. Ordenar sin ordenar del todo.
Convertirla en parte de la rutina. Antes de dormir, dedicar 30 segundos a revisar la silla.
Al final del día, y al día siguiente también, la casi inevitable silla del dormitorio nos recuerda que entre la teoría del orden absoluto y la práctica cotidiana, existe un punto intermedio que podemos intentar gestionar.


