El film Las Horas más oscuras trata sobre la figura de Winston Churchill. El líder inglés, se recordará, exhortaba a los británicos a luchar contra Adolf Hitler, encabezando la resistencia en momentos en que el avance nazi de 1940 menoscababa la moral británica.
En una de nuestras visitas a Londres tuvimos la oportunidad de conocer las War Rooms situadas en el búnker secreto del Palacio de Westminster. Es el búnker original que Churchill utilizó como cuartel general durante la Segunda Guerra Mundial.
El cuartel operaba como centro de mando del gobierno británico al que se trasladó el primer ministro y su gabinete una semana antes de declarar la guerra a Alemania. Desde allí, pudo ejercer la labor de gobierno en los días oscuros del Blitz, que así se denominó la campaña de continuos bombardeos nazis sobre la ciudad de Londres.
Hoy este sitio histórico está abierto al público general y es una exposición que relata la vida del primer ministro y de los empleados que lo acompañaron en esas horas de horror planetario.
Recorrimos el refugio subterráneo que es un museo de guerra y cuyas war rooms están separadas por zonas, de acuerdo con el tipo de trabajo que se llevaba adelante dentro del búnker.
Mientras caminábamos dentro del museo, oímos relatos en las voces de los protagonistas de los hechos que nos narraban las condiciones bajo las cuales vivieron, la moral y la camaradería compartidas, la confidencialidad y el terror a los ataques en medio de una Guerra Mundial.
El museo tiene objetos de la vida cotidiana que se usaban en el refugio tales como pases de seguridad, telegramas, señalizaciones de puertas, máscaras de gas, cartas del personal del búnker y textos de discursos con los que Churchill levantó la moral nacional; algunos de sus motivadores discursos también se pueden escuchar por auriculares.
Asimismo, se hallan las entrevistas a su personal de confianza que cuentan mucho sobre la personalidad del primer ministro. Vimos documentos y oímos el relato de su secretaria personal, Elizabeth Layton, quien con una voz muy suave hizo hincapié en el secreto que mantenían todas las personas civiles que trabajaban alrededor del mandatario.
Tan era así que cuando Layton fue trasladada a su nuevo sitio de labor ni siquiera le confió a su madre el verdadero lugar al que había sido destinada. Guardó ese secreto hasta el final de la Guerra.
Dentro del refugio hay varios compartimentos, entre ellos, la denominada habitación del Gabinete de Guerra. Esta habitación incluye la sala de mapas y la sala de las llamadas trasatlánticas.
Curiosamente, la sala de mapas está completamente intacta desde que el último miembro del personal apagó las luces al final de la Guerra. Cuelgan aún los planos con las marcas del curso del conflicto armado y en sus mesas descansan los teléfonos de colores a través de los cuales corría la información urgente.
También se conserva allí el aparato de comunicación radiofónica que daba conexión directa a W. Churchill con el presidente T. Roosevelt de la Casa Blanca, Estados Unidos.
Si te detienes en el sector de las secretarias veras que las máquinas de escribir eran importadas de Estados Unidos. A Churchill le molestaban mucho los ruidos y consideraba que las máquinas de escribir fabricadas en América eran más silenciosas que las europeas.
Continuamos caminando por el laberinto de habitaciones y corredores que se extienden debajo del Palacio de Westminster y nos topamos con un detalle en la silla de Churchill: se notan las marcas que dejaba con su anillo de sello.
También recorrimos los dormitorios, de diferentes tamaños, que albergaba el refugio. Estaban equipados de acuerdo con el rango de los integrantes del Gabinete de Guerra y del resto del personal. Vimos que Churchill y su mujer tenían cuartos separados. El cuarto del primer ministro lo utilizaba solamente para dormir siesta. El mapa que hay sobre la cabecera de su cama tenía una cortina que usaba para taparlo.
Y bajo ese cielo del mundo, subterráneo con pasillos y puertas blindadas del que apenas salían sus ocupantes unas horas al atardecer para respirar aire fresco, vivían y trabajaban telegrafistas, secretarias, operadores de radio y ministros, todos con el objetivo de luchar para defender su nación.