El pasado 9 de abril, el príncipe Felipe falleció a los 99 años, dos meses antes de llegar a los 100 años, dejando un gran vacío en la monarquía británica, en especial para la reina Isabel II.
Quien lo conoció muy de cerca fue el escritor Gyles Brandreth, quien se convirtió en su biógrafo personal y recientemente publicó su obra Philip: The Final Portrait (Felipe: El retrato final), que contiene varias revelaciones sobre la vida y el pensamiento del príncipe. Una de ellas era que jamás quiso alcanzar tal longevidad.
"Ciertamente no quiero aguantar hasta que tenga cien años como la reina Isabel (la reina madre murió a los 101 años). No puedo imaginar nada peor. Ya me estoy cayendo en pedazos. No tengo absolutamente ningún deseo de aferrarme a la vida innecesariamente", fueron sus exactas palabras.
Además, recordó que alguna vez conversaron sobre la muerte y la posibilidad de que sucediera pronto y que era una situación que no lo asustaba. "Estoy bastante listo para morir. Es lo que pasa, tarde o temprano".
Quien lo conoció y trató durante cuarenta años asegura que en su lecho de muerte se sentía tranquilo: "Creo que cuando murió, murió feliz. En los últimos diez años de su vida parecía tener el alma más estable que nunca", afirmó.
