Este lunes, la Princesa Charlene ha vuelto a casa en un jet privado desde Sudáfrica hasta Niza y de allí en helicóptero hasta Montecarlo (Mónaco). A pie de pista la esperaban su marido, sus hijos -los mellizos Jacques y Gabriella- y la princesa Estefanía.
Con el pelo más oscuro y algo más largo, vestida con un abrigo negro, botas altas, vestido camel, bolso bandolera y llevando una barbijocon el escudo de los Grimaldi, Charlene fue recibida por su familia con un enorme ramo de flores.
Fue un reencuentro lleno de alegría y emoción -no se veían desde el pasado agosto cuando el monarca y sus hijos fueron al continente africano- y todos posaron junto al fotógrafo del patio del Palacio.
Una larga ausencia por enfermedad
En enero, luego de asistir a la festividad de Santa Devota, Charlene viajó a Sudáfrica y nunca imaginó que sería el viaje más largo de su vida.
La princesa tuvo una severa infección en nariz, garganta y oídos se complicó mucho más de lo previsto y, además, los médicos no le recomendaban volar al no poder soportar la presión.
Así pasó por tres operaciones y comenzaron las especulaciones de que, en realidad, no volvía a Mónaco porque en realidad estaba en una grave crisis de pareja con el príncipe Alberto.
En su valija, Charlene tajó un acompañante inesperado: un cachorro de perro de raza Rhodesian Ridgeback cuyo nombre es Khan. Obviamente los niños estaban felices con el regalo
El comienzo de una nueva etapa
Ahora se abre una nueva y muy esperada etapa para Charlene de Mónaco en la que, además de afianzar por completo su recuperación,deberá retomar su papel institucional en el Principado. Su ausencia durante tanto tiempo ha tenido como consecuencia directa que la actividad pública de la princesa Carolina se intensificara para apoyar a su hermano acompañándolo en muchas de las citas en las que, normalmente, hubiera estado su esposa.
