La vida de Molly Kochan dio un vuelco en 2015 cuando, en medio de una terapia de pareja, recibió la noticia de que padecía cáncer de mama terminal. Este diagnóstico la impulsó a replantear sus prioridades y a embarcarse en una exploración sexual que nunca antes se había permitido.
Según sus propias palabras, esta búsqueda fue "una forma de decir: 'No estoy lista para morir'".
Antes de este punto crucial, Molly había experimentado una vida marcada por la inestabilidad familiar y un trauma infantil no procesado.

Hija de padres que se divorciaron tempranamente, Molly se sintió dividida y con dificultades para la intimidad, experimentando el sexo como disociación y sin alcanzar el orgasmo. En su adultez, se casó con un hombre que describió como "controlador", en quien creyó encontrar un lugar para esconderse de sí misma.
El diagnóstico de cáncer actuó como un catalizador, obligándola a confrontar su pasado y a considerar el legado que quería dejar. A pesar de haber sido diagnosticada con cáncer de mama previamente en 2011, y de haber pasado por quimioterapia y una mastectomía, en 2015 la enfermedad regresó de forma agresiva. La medicación hormonal que tomaba tuvo un efecto inesperado, aumentando significativamente su libido, justo cuando su esposo ya no mostraba interés en el sexo.

Fue entonces cuando Molly comenzó a conectar con desconocidos en línea y, tras separarse de su marido, dio rienda suelta a sus deseos. Sus experiencias, que incluyeron desde besos adolescentes hasta encuentros con personas con fetiches inusuales, fueron narradas con humor y honestidad en su podcast "Dying for Sex" junto a Nikki Boyer. Este podcast se convirtió en un fenómeno, alcanzando millones de descargas.
Para Molly, el sexo se convirtió en una herramienta para reconectar con su cuerpo, sentir placer y desafiar la sensación de "irrelevancia sexual" tras la pérdida de sus mamas. Ella misma afirmó que "el sexo es la antítesis de la muerte" y que "estar físicamente en llamas la hacía sentir viva". Además, esta exploración le permitió responder preguntas esenciales sobre sí misma, su sexualidad y su derecho a ser una persona sexual a pesar de haber sido víctima de abuso.

Aunque inicialmente buscaba el amor en sus encuentros, Molly finalmente tuvo una revelación: "La persona de la que tendré el don de enamorarme al morir soy yo misma". En sus últimos meses, se esforzó por sanar relaciones importantes, reconciliándose con su madre.
La última carta de Molly antes de morir
Molly Kochan murió en marzo de 2019 a los 45 años. Su historia, que comenzó con un diagnóstico terminal, se transformó en una búsqueda de autodescubrimiento y empoderamiento sexual, dejando un legado a través de su podcast y ahora con la miniserie "Dying for Sex", protagonizada por Michelle Williams y Jenny Slate.

La serie, al igual que el podcast, explora con humor negro y honestidad la vida, la muerte, el deseo y el poder curativo de la amistad. Michelle Williams, quien interpreta a Molly, ha declarado que la historia la impactó profundamente y que la hizo reflexionar sobre aspectos de su propia vida. Nikki Boyer, su mejor amiga, espera que la historia de Molly inspire a las personas a cuidar sus relaciones y a reflexionar sobre sus propias prioridades.

Hay muchas historias de cómo el cáncer trastoca la vida de las personas, inspirándolas a replantear sus prioridades. Pero cuando descubrió que tal vez solo le quedaban unos pocos años de vida, Molly no se lanzó en paracaídas. En cambio, decidió descubrir por fin qué la excitaba, incluyendo sus fetiches.
"Mi exploración sexual fue una forma de decir: 'No estoy lista para morir'", dijo más tarde en su podcast, Dying for Sex , presentado por su mejor amiga, Nikki Boyer. "Puedo vivir una vida sintiendo que lo di todo".
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