#Protagonistas, Damián de Santo: "Me identifico con el personaje de Benjamín Vicuña porque yo también estuve alejado de mi papá" - Revista Para Ti
 

#Protagonistas, Damián de Santo: "Me identifico con el personaje de Benjamín Vicuña porque yo también estuve alejado de mi papá"

El actor de "El primero de nosotros", que se define como candoroso y soñador, dice estar feliz con el éxito de la tira que aborda temáticas comprometidas en las cuales se siente identificado, especialmente en la conflictiva relación que el personaje de Benjamín Vicuña -Santiago- tiene con su papá, a quien no vio por muchos años. En pareja desde hace 23 años con la ex bailarina de tango Vanina Bilous, en esta nota De Santo habla de sus hijos, de su infancia, de sus comienzos y también del futuro y de sus asignaturas pendientes.
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"Estoy sentado mirando la sierra, el cielo está azul y estoy tomando unos mates mientras charlamos". La voz de Damián de Santo transmite un poco de esa paz que está viviendo, instalado en sus cabañas de Villa Giardino, su hogar desde 2008, donde junto a su esposa, Vanina Bilous, pudo criar a sus hijos Joaquín (21) y Camilo (16) con libertad y puertas que no se cierran con llave.

Y desde ese lugar de ensueño, el actor de "El primero de nosotros" hablará de todo: del rol de Nacho, su personaje, de cómo se siente identificado con algunos conflictos que se plantean en la tira y de cómo una situación límite puede hacer reflexionar al entorno que comienza a tener noción del concepto de finitud.

- El estreno de "El Primero de nosotros" provocó un sinfín de repercusiones positivas por todo: el tema, cómo está encarado, y también por tu rol de Nacho. ¿Cómo lo estás viviendo?

- Es como un delay extraño porque la filmamos el año pasado. Es lo que está y es inamovible, ya no hay golpe de timón, ya no se puede modificar nada, pero contento porque la historia gustó, pegó fuerte. Estábamos necesitando algo así para después de la pandemia, algo que nos ayude a expresar la sensibilidad con la que quedamos, especialmente los que hemos perdido amigos y familiares y no los hemos podido ver o despedir. Nos ha pasado a todos y saber eso ayuda a aplacar la angustia y darse cuenta que la vida es más corta de lo que uno cree… De repente yo tenía 18 años y ahora estoy por cumplir 54. Es una edad importante donde uno hace un balance de vida. Y me identifico con bastante cosas que le pasan a los personajes…

Y la propuesta que genera el personaje de (Benjamín) Vicuña, de cumplir los sueños y de hacer realidad esa materia pendiente, también pone a los demás un poco en vilo, los hace decir "llegó el momento, no se posterga más".

- Recién dijiste que te identificabas con varias cosas que le pasan a los personajes, ¿específicamente con cuáles?

- Y por ejemplo con la relación del personaje de Vicuña con su papá. Yo lo viví personalmente porque cuando mis viejos se separaron, yo no lo ví a mi papá por un tiempo largo, no es que lo decidió mi papá sino que lo decidió la justicia, pero yo lo quería ver, tenía la necesidad, era chiquito. Me siento un poco reflejado, si bien la historia no tiene nada que ver con la mía sino con las relaciones con los papás, con el poder disfrutarlos hasta último momento y decirles todo lo que uno hubiera querido decirle, bueno o malo, antes de irse de esta vida.

- Quiero detenerme en cómo fue la composición de tu personaje de Nacho.

- El guión ayuda muchísimo, cuando los personajes están bien delineados solo resta meterse en la piel del personaje y empezar a vivir esas escenas… Disociaciones en la vida tenemos varias, elegimos una cosa y tal vez pretendíamos hacer otra. Pero a veces la vida te va llevando y no tenemos mucha elección. Con respeto a la sexualidad de Nacho, es muy difícil porque tiene dos hijos y durante mucho años tuvo que esconder, negar sus sentimientos, todo eso no hace bien, y hace que este personaje termine siendo quien no quiere ser. Pero evidentemente el deseo es más fuerte. Yo sentí que al personaje lo obligan un poco a tomar la decisión, lo que lo lleva a romper las estructuras que había armado a conciencia.

La decisión de mudarse a Córdoba

-¿En tu vida viviste una situación límite que te haya hecho reflexionar y hacer un cambio drástico de cualquier tipo?

-No fue paulatino el cambio -si bien para afuera fue drástico-, pero el hecho de venir a vivir a Córdoba fue un cambio fantástico. Fue maravilloso, yo me siento libre acá, siento que puedo hacer un montón de cosas que no puedo hacer en la ciudad, sobre todo descansar, sobre todo el silencio, la naturaleza, el contacto con el aire puro, que parece una nimiedad pero no lo es para mi.

Yo siempre soy feliz en medio de la naturaleza, yendo a pescar, andando en bicicleta, yendo a la sierra, me pasan cosas en el cuerpo y le hago caso a eso y gracias a Dios me pasó en un etapa buena de mi profesión, donde yo podía venirme a Córdoba y seguir con mi profesión. Viste a que veces uno patea el tablero y dice basta de todo, me voy, se terminó... pero yo nunca dije "dejo la profesión", sino que le dije a mi representante "conseguime trabajo porque hasta que me estabilice e incluso estabilizado quiero seguir trabajando de actor". Es lo que amo, es mi profesión.

-¿Cuánto hace que estás viviendo allá?

-Desde el 8 de diciembre de 2008. Pero hace casi 21 años que estamos acá. Empezamos nuestro raid de hacer Córdoba-Buenos aires viviendo dos o tres meses acá y allá, así que a nuestro hijo más grande lo vapuleamos por la ruta de acá para allá, la conoce perfectamente.

-La decisión de vivir allá tuvo que ver con lo que pasó a tu esposa, Vanina, en el primer embarazo, ¿no es verdad?

-Exacto, nosotros viajamos en el 2000 porque el médico que la atendía a Vanina le dijo que venía complicado, que le había quedado un coágulo de la última menstruación y que el organismo trataba de expulsarlo y que podía expulsar también al porotito que tenía en el útero. Así que sus hemorragias eran permanentes. Le pregunté al médico si me la podía llevar a Córdoba, yo hacía 15 años que venía al Hotel de Actores de vacaciones, y el médico me dijo que sí. Ni bien llegamos a Giardino, Vanina no tuvo una pérdida más.

Y ese año un amigo nuestro nos trajo a ver estos terrenos y nos enamoramos del lugar. Así que dejamos unas ojotas que eran mías abajo de una piedra y después que compramos los terrenos a particulares y de remate, nos instalamos y empezamos a mover las piedras para poder reubicar todos los terrenos y empezar a armar la obra y plantear dónde iba ir cada una de las cabañas. Ya nacido Joaquín, casi por inaugurar, Vanina me dice "¿movés esta piedra grande para ver si hay bichos abajo?" ¡Y abajo estaban las ojotas!… Antes de inaugurar, parece una locura, acá no había nada, era sierra virgen, en esta zona que está fuera del pueblo había 6 casas y ahora hay más de 200.

-¿Por qué elegiste ese lugar para hacer cabañas?

-Yo siempre le decía a Vanina cuando la conocí que quería vivir en otro lado que no fuera Capital Federal y tener un hotel o una hosteía... Después lo pensamos mejor y creímos que las cabañas eran más convenientes para un lugar así, para que la familia disfrute, pero como no sabíamos cómo nos iba a ir hicimos una cabaña en cada lote por las dudas. Si nos iba muy mal, vendíamos una cabaña con lote y nos íbamos desprendiendo. Pero gracias a dios con los altibajos y todo seguimos teniendo las cabañas, todo sigue funcionando y felices de estar acá.

El sabio consejo de un médico

- Vamos a tus comienzos. ¿Es verdad que fue un médico el que te recomendó hacer lo que te gustaba, a los 17 años cuando tenías una úlcera y decidiste estudiar teatro?

- Si, es así. Yo iba al secundario, al Hipólito Vieytes de Caballito y un día me tuve que ir porque me sentía muy mal. Salí del colegio y a mitad de cuadra empecé con vómitos, realmente me sentía muy mal, llegué a casa, llamaron la ambulancia, me internaron y me hicieron estudios y saltó que tenía una úlcera de duodeno. Bueno, a través de la obra social de mi mamá di con un gastroenterólogo, el doctor Pérsico. Lo fui a ver con mi papá, que ya nos estábamos volviendo a ver. Y en un momento el médico le dice a mi papá "¿me deja un ratito a solas con él?". Yo pensé que me iba a revisar y en cambio me pregunta: "¿a que te querés dedicar vos?". Y yo le dije que me gustaba la biología pero que lo que más me gustaba era actuar. Porque yo lo había experimentando en toda la primaria haciendo obras con la profesora de música para los egresados y me sentía muy bien en eso, muy cómodo.

El médico me dijo "empezá a dedicarte a eso, te va a hacer muy bien. Yo te puedo dar mucha medicación pero no hay mejor remedio que hacer lo que a uno le gusta, buscar la felicidad". Yo me quedé helado porque estaba terminando la secundaria, iba a empezar la facultad. Lo hablé con un compañero de colegio y me dijo que me anotara para estudiar teatro con Lito Cruz. Pero no había más cupo así que fui a la Casa del Teatro y me anoté en una escuela que dependía de ahí y empecé. Bueno me enamoré de eso, con decirte que largué todo, la facultad, el CBC, iba a estudiar biología marina. Y cuando me salió el primer trabajo abandoné el puesto en el banco. Mi vieja se quería matar porque tenía posibilidades de ascenso. Pero bueno, el destino hizo que me decidiera por lo que me hacía mejor.

Los "relojes dinamita"

-Se que hiciste de todo antes de vivir de la actuación. Hasta fabricaste unos dispositivos que llamaste "relojes dinamita"... ¿Cómo era eso?

-Si (se ríe), pero no era ningún dispositivo. Salía a buscar palos de escoba que cortaba de 30 cm para que simularan ser cartuchos de dinamita, después les hacía agujeritos, les ponía cables de cobre y les agregaba los relojes -que eran chinos- y los cuadrantes de alto impacto con el nombre de la empresa que los usaba para regalar. Pero no es algo creado por mi, sino que era un emprendimiento de mi compañero de trabajo cuando era preceptor. En un momento él me dejo todo cuando se fue a vivir a Brasil. Y vos sabés que me fue muy bien hasta que me agarró una época de hiperinflación y me fundí en muy poco tiempo.

Su complicada relación con su papá

-Hablemos de la relación con tu papá, a quien no viste durante doce años...

- Hubo en el medio algunos intentos de visitarnos, cuando era chiquito, pero se complicaba porque mi vieja no quería saber nada y era una situación bastante tensa para nosotros. Hasta que un juez determinó lo que ahora se llamaría una perimetral, que no se podía acercar a mi. A mi hermano más grande lo veía pero yo no lo sabía. Así que por mucho tiempo no lo ví, pero él me veía porque me miraba cuando yo iba a la escuela primaria. Recién en el quinto año del secundario se acercó. Ese día lo ví, lo reconocí, habían pasado los años, yo estaba más maduro y ya podía sentarme con él a charlar. El fumaba y en la cajita de fósforos anotó la fecha del reencuentro, la tengo guardada.

-¿Hablaste con tu mamá acerca del sufrimiento que significó estar alejado de tu papá?

-Sí, lo hablé mucho con mi vieja, y ella entendió que hacía daño, pero el daño ya estaba hecho. Yo me había perdido doce años de vivir con mi viejo y eso no se recupera. Si bien siento que a él lo recuperé con el tiempo, me crié con mi abuelo, no con mi papá. Decí que me crié con mi hermano mayor, que si tenía que saber algo, le preguntaba, ocupaba en parte ese rol.

Hijos criados con libertad

-Y esa vivencia con tu familia de origen, ¿te hizo reflexionar acerca de cómo armar tu propia familia?

-No. Dejé que las cosas sucedieran, yo soy medio lanzado… de hecho vivo en Villa Giardino (risas)... Yo creo que las cosas tienen que suceder, que no hay que forzar absolutamente nada. Yo tuve hijos con quien sentí que tenía que tenerlos, con quien sentí que podíamos ser padres juntos. Y no porque esté con ella, porque aunque me tuviera que separar, yo la amé y proyecté cosas con ella para toda la vida.

Pero a mis hijos los crié con mucha libertad y les conté absolutamente todo lo que me pasó con mi papá. Y les conté que yo a su edad no estaba en mi casa, sino que andaba por la calle porque a los hijos de padres separados no los quería nadie. La libertad que aprendí estando en la calle es la que mis hijos tomaron de mi. De chiquitos no la entendían mucho, pero eso va madurando, como papá siento que hago lo mejor que puedo. Como padres y como hijos estamos todos aprendiendo, a medida que vamos creciendo y de las fallas aprendemos siempre algo. Mis hijos se criaron con la verdad, sabiendo como había sido mi familia, que no es la que ellos tienen.

-¿Como son Joaquín y Camilo, tus hijos?

-Opuestos, nada que ver uno con el otro. Tengo uno que primero pone su cabeza y el otro su corazón, pero se nivelan, se compensan. Son lo más hermoso que me pudo haber pasado, lo mismo que puede decir cualquier papá. Son esa prolongación mía, que no se me parecen en nada pero como yo soy muy saludador y besuquero, ellos también lo son, en el pueblo saludan a todos, como que yo les doné eso. Son de darse con la gente como somos nosotros, sos extroveritdos, buenos pibes. Se han criado en la libertad absoluta, dejan el celular afuera o no cierran la puerta con llave, no han sufrido la vida en la ciudad, aunque lo viven cuando vamos.

-¿Qué estudian?

-Camilo está en el secundario, está en cuarto año, y Joaquín va a la Universidad Nacional de Córdoba, estudia teatro.

- ¿Es tu heredero?

-Que se yo, no lo sé. Él arranca con esto y no se qué hará después. Tal vez es el paso que tiene que dar, se siente muy cómodo estudiando teatro, se siente muy bien. Y mi abuelo me dijo alguna vez "si querés ser lo que quieras, te vamos a apoyar, si querés ser barrendero tenés que estar entre los diez mejores". Eso se los transmito a ellos.

Un abuelo que ocupó el lugar del padre

-Leí que gracias a tu abuelo tenés una visión de la muerte que no es tan jodida...

-Si, vos lo contás ahora y como que te dicen "ah la pucha llevar un nene a un velorio…". Pero bueno, mi abuelo era grande y sus amigos se morían... Y yo lo acompañaba porque como todo hijo de padres separados, iba con él a todos lados, tomaba ese rol con quienes nos habían criado. Y él me hacía entrar a los velorios y me llevaba donde estaba el cajón, me agarraba la mano y me decía, “este si que ha sido buena gente, ojalá que pueda encontrar un espacio donde pueda jugar al poker”, porque a él le gustaba jugar al poker, era muy divertido mi abuelo. Y le tocaba la mano al que había fallecido y yo lo tocaba también, lo seguía a él y el contacto afectuoso que tenía con el muerto lo tenía yo también. Mi abuelo me decía "viste que está bien, como que se fue bien… no es tan terrible la muerte". Me lo dijo varias veces y yo normalicé eso, como que es otro estado del ser humano, siempre que la muerte se trate de gente grande, estamos hablando de algo natural, de personas que han cumplido su ciclo de vida.

Después falleció mi mamá conmigo, así que la vida me puso a prueba de eso que mi abuelo me enseñó, así que la dejé partir como dios manda. Y mi papá falleció meses después que ella, en un accidente… Imaginate lo que fue para nosotros: estuvieron separados 30 años y se murieron con diferencia de seis meses.

La historia de amor con Vanina Bilous

-¿Cómo empezó la historia de amor con tu esposa?

-Un compañero de teatro empezó a aprender a bailar tango, en el año '99, yo estaba solo. Y un día me dice que me quiere presentar a una chica, "geminiana como vos y tiene la energía que tenés vos, yo creo que se tienen que conocer", me dice. Accedí y me invita a que vaya a la milonga. Imaginate yo en la milonga, que al día de hoy no te bailo un paso de tango. Llego a la milonga que era en Villa Urquiza donde yo vivía y empiezo a saludar gente. De repente lo veo al papá de Nancy Duplaá que se levanta, me levanto y le clavo un pico porque yo siemore lo jodía con eso, ¡imaginate eso en una milonga! El me dice: “No pasa nada querido, divertite que este es mi mundo”.

Después vi bailar a varias parejas y en un momento mi amigo me presenta a Vanina. Ella no sabía quién era yo, no miraba televisión, yo estaba haciendo Verdad consecuencia y ella no tenía idea de qué era. Charlamos un rato y después cada uno a su mesa, ella estaba con sus amigos del ambiente del tango y yo nada que ver. Me fui a casa y me quedó la carita de ella. Mi amigo me llamó al día siguiente y le dije "armemos otro encuentro". Ella me había gustado pero yo estaba tranquilo, no quería ponerme en pareja. Hicimos otro encuentro y ahí sí me encantó porque me sacó a bailar cumbia y eso te lo puedo mentir, ¡el tango no!

Después fuimos a otra milonga al fin de semana siguiente, nos fuimos a tomar un café ya sin el grupo, despues a comer una pizza y en la esquina donde están todos los músicos de Pugliese, en Canning y Corrientes, frente a la pizzería Imperio, le digo "¿querés que te de mi teléfono?". Y cuando saca un papelito para anotar y me mira, le doy un beso. Y ahí empezó. Después la invité a cenar y ya no te puedo contar más... (risas).

El futuro y una asignatura pendiente

-¿Como te ves de acá a diez años?

-Uh yo sueño mucho... Con Vani somos los dos muy loquitos, los dos de géminis y soñamos mucho, volamos mucho con la cabeza y tenemos muchos proyectos. Uno es comprar una casa rodante, no tener más casa y salir a conocer el mundo, que conoce Vanina -N. de la R.: como bailarina de tango ella recorrió el mundo con la orquesta de Osvaldo Pugliese-, pero yo no. Yo necesito viajar, mi vida fue siempre Mar de Ajó, Buenos Aires, Mar de Ajó y ahora le sumé Córdoba, pero no he viajado mucho, primero hice la casa, re tano lo mío… Quiero viajar, conocer culturas, el pueblo de mi abuelo en Torino, Piamonte. Así que dentro de diez años me veo manejando una casa rodante.

-¿Es una asignatura pendiente?

-Si, claro. Si alguien me pregunta qué me queda por hacer, eso es viajar, tan simple como hermoso proyecto. Quiero sentarme en la costa amalfitana, porque tengo la sangre europea y quiero conocer esos lugares que seguro me van a sensibilizar.

-Nombraste Mar de Ajó, ¿ibas mucho de chico?

-Si, con mis hermanos tenemos la casita de mis bisabuelos que fueron fundadores de Mar de Ajó. Los nombres y apellidos de mis abuelos están en la plaza de los fundadores, y ellos y mi mamá están enterrados en el cementerio de Mar de Ajó. Mi abuelo fundó una de las primeras hosterías de la ciudad, así que tengo algo de hotelería ya metido en la sangre, ahora que tengo las cabañas, después me di cuenta… Y Daniel Fanego, viste que trabaja en la tira, un día me dice "una vez te escuché hablar de Mar de Ajó". Le cuento la historia y me dice "no te puedo creer, pasé mi infancia ahí en Mar de Ajó". Y me trajo una foto de él chiquitito, de 6, 7 años, sentado en un médano y atrás se leía Hosteria Mar de Ajó y se veía la arcada del restaurante…

Cuando nos mudamos para acá, encontré muchas cosas que me habían quedado después del fallecimiento de mi mamá, y entre todo eso encontré el primer plano de la hostería. Así que fuí, me alojé dos días en la hostería y les regalé el plano a los dueños actuales. Estoy re orgulloso de tener historia y de ahora en adelante mis hijos tambien tienen una historia para contar, eso es tener identidad.

Fotos: @alejandrocarra

Estilismo: @alegarcia360

Maquillaje y peinados: @guilleparraa

Agradecemos a @perramusoficial, @giesso y @adidasar y al www.abastohotel.com

Más información en parati.com.ar

   

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