A los seis años Noelia Pace comenzó a sentir algo que le costaba explicar con palabras. Recibía mensajes, veía cosas, tenía sensaciones y se lo comentaba a su mamá sin comprender muy bien de qué se trataba todo eso. Para ella, eso era lo "normal", hasta que se fue dando cuenta de que no era tan así.
Hoy tiene 44 años y, si su nombre te resulta familiar, es porque fue entrevistada en varios programas de streaming. Porque realiza presentaciones en teatros en todo el país. Y porque está lanzando su nuevo libro, Sesión abierta.
Es que, entre esa pequeña de 6 años y la mujer que hoy se sentó a conversar con Para Ti no solo pasó el tiempo, sino muchas cosas más. En un comienzo, junto a una mamá que la apoyó desde el principio y a un papá que, de no creer "en nada", pasó a ser quien encontró a la persona indicada para desarrollar y trabajar su don. Y también ir encontrando un propósito con ello.
Durante años, Noelia Pace estudió (y sigue estudiando) para comprender, para transmitir y para contener. De muchos de estos temas habla en Sesión abierta (de editorial VR Editoras) al que define como "la posibilidad de contarles qué hace un médium, cómo se hace, las señales, qué pasa con las conexiones, que pasa con los planos, qué nos pasa con la existencia, qué pasa con la muerte".
La vida. La muerte. Qué pasa cuando el cuerpo físico deja de funcionar y en qué nos transformamos al trascender. Estos son los"materiales de trabajo" con los que Noelia Pace se encuentra día a día.
Sin dudas, uno de los temas más difíciles con los que trabaja es la muerte de los hijos. "Qué le pasa a esa mamá cuando muere este hijo. Darles información acerca de todo el reservorio no solamente energético celular, sino qué pasa con el espíritu, qué pasa con el alma y con sus niveles. Cómo llevan los duelos, por ejemplo, los abuelos. A veces no se escuchan esos duelos invisibles. Así que en este libro es como abrirles un abanico para que entiendan no solamente lo que hago, sino de qué va esto de la mediumnidad".
¿Cómo empezaste con esto de ver las cosas que el común de la gente no ve?
-Primero vamos a aclarar que todos podemos ver pero el ego no nos lo permite y a veces el entorno tampoco. Comencé a los 6 años, ahí le puedes decir a mi mamá que yo veía un hombre es mi pieza, en mi habitación. Cuando yo empecé a explicar qué me decía ese hombre, como se mostraba, qué le pasaba, mi mamá esperó un tiempito y me dijo que en realidad ese hombre estaba muerto y que era el hermano de mi abuela materna. Que era un tío...
Por alguna característica que vos lo contaste...
-Sí, por la forma en que murió, marcado una situación de de salud importante -que, por cuestiones de familia, no voy a expresar- y fue algo chocante para mi familia, fue muy devastador. Los detalles eran como muy claros para una nena de 6 años. Él había muerto antes de que yo naciera y era como raro, no, no era algo que se podía comentar.
Ahí empezó, mi mamá lo tomo como entre pinzas, me explicó, dejó, pasar. Pero después empezó a pasar con otra gente, en otras situaciones. Entonces mi mamá decidió, primero, llevarme al médico, hablar con psicólogos y de ahí, más o menos, hasta los 12 años, fue todo muy cerrado.
Mi médico de cabecera -que en ese momento era el doctor Tabaco en Lanús, que era el médico de familia, como se usaba antes- llegando casi a mis 12 o 13 años me atiende, me revisa. Porque a mí me estaba pasando cada vez más (había que poner en palabras lo que me pasaba). Me hace todos los estudios y le explican que yo no tenía nada malo físicamente. Y mientras me estaba revisando, que estaba hablando con mi mamá en el consultorio -no me olvido más- buscaba mi historia clínica en esos ficheros de chapa y yo comienzo a decirle detalles y cosas de su mamá.
Entonces ahí él para todo y le dice: '¿Te das cuenta que es normal, porque esto no lo puede saber?'. Y ahí con la ayuda de él y de mucha gente que manejaba el espiritismo, me acompañan y me ayudan a entender qué era lo que me estaba pasando. Porque, primero, era verlos, escucharlos. Después, sentirlos. Después erá, entrar a un lugar y sentir si pasaba algo malo o si había alguien con alguna situación de salud. Y había que cuidarlo eso contenerlo.
¿Cómo te sentías cuando te empezaba a pasar eso que no entendías muy bien?
-Siempre fui una nena, como para entenderlo, más adulta.
¿Te daba miedo?
-Sí me daba miedo la oscuridad. Mi papá viajaba mucho, entonces, cuando no estaba en mi casa, tenía que estar todo prendido, no podía estar nada a oscuras. Porque para mí eso era atraerlos. Con el correr de los años, era una mezcla de 'me interesa y quiero saber más' y a la vez 'no quiero escuchar'.
En ese momento era hija única, rodeada de gente grande, recién a los seis llega mi hermano. Casi a los siete llega mi hermana. Una niñez donde esta Noelia especial, como que en algunas cosas quedaba ausente.
Ya entrada la primaria, comenzando el secundario, si bien mi mamá siempre me acompañó en esto, mi papá era el más temeroso... no se contaba, no se decía. A los 16 años conozco a mi madre espiritual, Valentina, una señora ucraniana, una maestra energética. Y ella comienza a educarme.
¿Cómo manejar te encontraste con ella?
-Se la recomendaron a mi papá. Valentina llega, en realidad, para poder ayudar a mi papá espiritualmente. ¿Viste cuando uno busca esa ayuda energética espiritual? Ahora está como más de moda, antes era medio raro. Mi papá, un tipo que no creía nada, lo llevan de esta mujer y comienza a creer. Entonces, cuando ella viene a mi casa le dice en ucraniano que yo soy de ella.
Mi papá le decía 'no, es mi hija', como no entendiendo. Pero ella me hablaba en ucraniano y yo le contestaba en castellano...
O sea, vos le entendías...
- Yo le entendía, entonces ahí comienza toda esta educación energética. Qué hacer con esto que me pasa, qué hacer con lo que veía, con lo que sentía, con lo que escuchaba. Me llevó muchos años de contradicción. Yo quería por un lado, ser 'normal'. Pero, por otro lado, no podía dejar de conectar. Desde juegos de truco -donde yo veía lo que le pasaba a la gente a través de las cartas- hasta estudiar Derecho y trabajar en un estudio conocido en Banfield y encontrarme con el medio de la de la entrevista con alguna persona que viene a traer su caso y yo estar viendo otras cosas más.
O después de ver temas personales, papeles y demás, conectar con alguien. Intenté por todas las formas de... no sé si esquivarle. Pero sí tener como una vida 'normal'. A todo esto, siempre estudiando estudiando esoterismo, espiritismo, astrología, tarot. Porque yo tenía que darle un marco a esto que me pasaba.
También estudié Medicina unos años a ver si había algo en lo físico que me diera una respuesta a lo que me pasaba. Pero siempre la respuesta estaba en la mesa de espiritismo.
¿Tenías algún familiar así?
-Que yo conociera directamente o que me hayan dicho 'esta abuela', no. Después de una búsqueda por el lado de mi abuelo materno y por el lado de mi papá, pero muy lejano, algo se supo. Pero ya no estaban como para preguntar.
Aparte suele ser un tema tabú...
-Sí, fue un tema tabú, incluso en mi familia, mucha gente del entorno familiar, no lo sabía. Por último, estudiar tanatología y ahora adentrarme en Psicología, en constelaciones. Porque cada vez que vos te metes más en este mundo, hay todo un detrás desde el lado psicológico que contener. Y, bueno, a mí me gusta saber.
Esa contención ¿vos la aplicás con alguien para tener herramientas?
-Yo soy terapeuta transpersonal también. Entonces, yo entro en una sesión de mediuminidad y, si bien conecto, detrás veo todo lo que le está pasando a esa persona. Y siempre el consejo es 'yo diría que veas a un psicólogo' o que 'otra vez hagas un chequeo médico'. Y la gente no está acostumbrada a pedir ayuda. Pero bueno, esta fue mi comienzo.
A los 16 años ya empezar a trabajar más claramente lo que me estaba pasando, a ponerlo de forma terrenal. O sea, en sesiones, interactuar.
Ayudar a otros
-Sí, en silencio, porque es difícil decirle a la gente 'veo tal cosa', entonces buscar la forma. Tengo nueve bautismos en mi haber, a nivel religioso. Sé estudiar en otras religiones cómo toman el hecho de la invocación a los muertos, el espiritismo...
¿Es similar en todas las religiones?
-Es, más o menos lo mismo, cambian las formas y los nombres. Desde la africanismo con una mirada más ritualizada. Todas las religiones tienen una creencia con respecto a un ser superior, a esta energía superior y a cómo se manifiesta en este campo terrenal. Y todas tienen algo en común, que es venerar a sus muertos.
En algunas ¿está bien hablarles? Claro que sí. En otras, está bien, incluso, hasta honrarlos con la comida, con lo que hacían. Creo que la católica es la más reticente en algunas cosas, pero es contradictoria a la hora de expresarlo. Tenemos que creer en un Dios que resucitó pero no puedo hablar con mi muerto.
Imagínate una chica que fue a la primaria a la Inmaculada Concepción de Lanús, no es una nena que salió de una escuela laica. Después fui a una parte a una escuela y volví a terminar mis estudios en una escuela religiosa, en el Cristo Rey. Entonces, había que encontrarme en todo esto.
Ahora ¿me dañó a mí? A mis 15 años tuve una hemiplejia. Había un detrás de lo que yo no podía manifestar. Ahí es cuando empiezo a estar muy mal y es cuando mi papá también pide esta ayuda y llega a Valentina, a mis 16.
Ahí me explica Valentina que energéticamente yo tenía que poner en palabras, hacer lo que lo que había venido a este plano terrenal. Y a los 34 fue el otro cimbronazo a nivel energético y físico, que creen que tuve un ACV. En realidad terminó siendo una trombosis, a nivel cerebral. Y ahí es donde yo decido parar esta vida 'normal' para los ojos de los demás y empezar de lleno con mi existencia desde el lado energético- espiritual- esotérico- espiritista.
Es muy difícil poder decirle al otro 'hago esto'... estamos pasando una era en la que el ser humano está buscando desesperadamente reencontrarse con esta energía. Pero, a la vez, hay un problema: hay muchos tabúes, hay mucha confrontación con el 'qué dirán', con esto de 'esta es la estructura', de acá no te podés mover porque te puede hacer mal, porque está mal visto.
También hay un riesgo, que es el que creo yo: hoy en día cualquier ser humano tiene acceso a estudiar determinadas terapias. Pero no toman el tiempo debido de trabajo interno. Por ejemplo, cuando estudié astrología, trabajé en mí. Cuando estudié tarot, también.
Lo tenés que pasar por el otro para darle a los demás...
-Sí, porque si no, ¿qué consejo estás dando? No se le da tiempo a los procesos, yo siempre me río y les digo: el viernes van al tarot, el sábado constelan, el domingo hace en bio, el lunes se tiran las runas y el martes me ve a mí. Y eso eso genera muchos cambios energéticos. El ser humano no tiene conciencia de que es energía, no tiene conciencia en su respirar. No comprende que es parte del universo... Le pide al universo como algo extraño, como algo que me puede resolver la vida. Y no sabe que es inmerso en ese universo.
Fue un día a día, trabajar como una persona 'normal', en un estudio. Y, por otro lado, hacer sesiones. Después, a los 34, paré un poco...
¿Tenés hijos?
-Tengo dos hijos: uno de 19, una de 15 y un marido que acompañan en todo esto. Hijos que, por un lado reprimen mucho lo que son, pero tendrán que hacer su camino y entender a lo que vienen...
¿Ellos también vienen con un don?
-Sí. En realidad, todos los seres tenemos un don maravilloso y una capacidad, que tenemos que poner en movimiento. Pero el ser humano siempre está buscando lo de los demás.
¿Y cómo estás vos hoy, con todo este proceso que viviste y que hoy lo pudiste revelar?
-Hace varios años que lo oficialicé... hace muchos años que soñaba -mejor dicho- visualizaba, lo soñaba, lo pedía, lo proyectaba. Esto de mostrarle a todos que se podía conectar de manera directa, en cualquier parte, que no necesitábamos estar en la mesa redonda en la que se movía todo, ni en la oscuridad, ni dentro de un mundo distinto. El que se vaya plasmando y se vaya ejecutando, es una reafirmación de que somos energía. Que este universo -del que soy parte- trabaja bajo demanda y oferta. Que solo hay que poner las ganas y proyectar tu mente, tu pensamiento, sobre todo, con propósito. Mi propósito es darle calma, darle esa paz al ser que pasa por ese duelo.
Que el ser humano entienda que la muerte es una transformación: la muerte no te quita nada. Muchas veces cuando me escucho decir esto... está la pregunta de esas madres y padres 'me arrebataron un hijo, me lo mataron, se murió mi bebé y ¿por qué?, ¿y por qué a mí?'. Y siempre les digo lo mismo: primero, ¿por qué no a vos? Segundo, seguimos siendo tan egoístas, que siempre miramos lo que nos pasa a nosotros. Se te muere tu padre y no dicen, se murió fulano, sino 'se murió mi'
Es la apropiación del dolor y del sufrimiento. Que, es claro que uno lo acompaña y que da tristeza, da angustia y que uno se replantea todos los 'hubiera' posibles. Los pendientes. Pero, en realidad, yo creo que cuando el ser humano aprenda a vivir el hoy, va a entender que todos los días nace y muere, es una constante.
Al menos en los años de trabajo y de contacto con la gente que lleva sus duelos adelante... Ahora desde el lugar de la tanatología también, encuentro en los muchos años de asistir, que la gente viene y te dice 'la primera vez que vine, no podía soportar hablar de ese ser. Hoy puedo hablar desde otro lugar. Estoy calmo o calma. Entiendo que es parte de la existencia aprender a convivir con esa energía.
El ser humano, para amar, cree que el otro tiene que estar al lado y lo tiene que tocar, lo tiene que llevar, que traer. No entiende que es una cuestión de esencia. Entonces, si me lo quitas, ya no tengo, y ahí está el error. Ayudar a muchas mamás con criaturas en terapia intensiva, en cuidados paliativos, con diagnósticos que no tienen otra vuelta y enseñarles el "buen morir".
Nos enseñan un proceso de embarazo o de espera de una criatura en un trámite de adopción, donde todo tiene que ser alegría y todo va a estar bien y va a llegar bien. No nos enseñan la otra parte. ¿Quiénes tienen certeza de que van a nacer?
También vos le das a mucha gente que no cree, que hay vida después de la muerte...
-Yo siempre digo que hay vida y, después de la muerte, hay otra vida, es constante. Es verdad que yo les puedo transmitir el mensaje de ese alma para que le dé certeza en datos y les dé la tranquilidad de que ese ser, a pesar de no estar físicamente, como alma, como energía propia, está, acompaña, contiene, escucha, nos ve. Eso es una certeza.
Y, por otro lado, comprender que esa muerte te va a permitir a vos esa existencia infinita. El ser humano cree que vive solo en esta dimensión. Tenemos cuatro dimensiones: la quinta, con suma elevación, nosotros podemos a través de meditación y, los que trabajamos en esto, llegar a esas conexiones supremas. Pero todo el mundo lo puede hacer.
Si el ser humano entendiera las dimensiones en las que vive, va a entender que no se tiene que aferrar al aquí ahora. Nos falta muchísimo como Humanidad.
En 2025 se viene un quiebre total. Va a ser doloroso como todos los quiebres, como todas las revoluciones, como todas las guerras. Tiene, lamentablemente, que haber algo que quiebre, que rompa, que duela. Que el ser humano se choque con la realidad, aunque sea cruel, y a partir de ahí, comienza un proceso de evolución. Si entendemos, aceptamos, reconocemos, vamos por buen camino. Si quedamos con la idea de poseer, de generar el conflicto, de no aceptar los cambios, vamos a ir para atrás.
Cada vez que Urano pasó, revolucionó la humanidad: desde la revolución industrial, hasta ahora. Urano está pasando. Tengan cuidado.
En el 2017, en un programa de radio que yo tenía, aviso que íbamos a tener una guerra que no iba a ser con armas. Y a los dos, tres años, se iba a generar una nueva guerra donde iba a ser impensado que otra vez la humanidad se enfrentara. Pasó lo de la pandemia y comenzó lo de Rusia.
Cuando vos le decís esto a la gente, se ríe mucho, lo toma entre pinzas... una evidente más, una cosa más que dice. La humanidad no se da cuenta de que estamos atravesando la Tercera Guerra. Que lo que está ocurriendo en Gaza nos va a traer otros inconvenientes. Ahora lo de Corea, también.
Por un lado, el ser humano no quiere advertir -porque no se quiere hacer cargo de eso- como que la vida pasa. Pero, lamentablemente, nos va a tocar a todos. Nos va a chocar a todos.
¿Cuánto más tiene que pasar para que haya un despertar en ese sentido?
-El ser humano, cuando se maneja bajo el ego, no entiende. El ego es el que comanda al ser: esto esto es mío, esto esto lo hago yo porque quiero, esto va a ser como yo quiero. La gente reniega de lo que tiene que enfrentar.
Otros astrólogos también lo dicen: hay una transformación. Ahora, depende si estás preparado. Esto que yo digo de los cursos: hacer los cursos está bien, sí, siempre que sea responsable de que esa información, primero, la tenés que trabajar en vos. Si no, no te va a salvar, ni a vos, ni a otros.
Cuando comencé con los con las presentaciones en los teatros, que salí en plena pandemia, de la mesa redonda, me decían que estaba loca. Era uno uno hasta que entendí que ese mensaje saciaba al uno a uno, pero mucha de la gente que estaba en el teatro se iba sin entender lo que yo venía a expresarles.
Cuando empezamos en en este nuevo periodo -junto a quien es hoy mi manager, Pablo Pérez Iglesias- cambió el enfoque, porque yo lo que quiero es que la gente entienda qué es la muerte. Que entienda que puede atravesar el proceso de duelo sanando. Que la mediumnidad sea entendida como una herramienta de sanación, por eso es medio unidad y sanación energética. De hecho, cuando comencé con esto, a mucha gente te miraba como diciendo '¿y eso qué es?'.
Confunden: todos los medium son espiritistas: no. Todos los espiritistas son médium: tampoco. Hay que coexistir y la idea de llevarlo a un teatro es esto de mostrarles que se puede comunicar. La gente habla de canalización y ven como algo maravilloso a aquel que puede canalizar. Y enseñarles que todos canalizamos.
La canalización la tiene todo el ser humano, por solo hecho de ser energía: entra energía por tu coronilla, despliega por todo el cuerpo, expande a través de tus manos. Cinco elementos: los cuatro, que corresponden al universo, y el espíritu. Y cargás y descargás energía por tus pies.
Por eso, es tan importante andar descalzo, en lo posible: para hacer esa recarga, este equilibrio. Todos los seres que habitan este plano terrenal, canalizan. Dígame un solo ser humano que no te diga 'siento algo', 'me pareció', 'sentí'. La intuición, es el espíritu mismo. Tengamos en cuenta que somos siete cuerpos y yo digo que los pilares son el cuerpo físico, que es lo que hace terrenal, y el espíritu, que es el alma, llega a este plano terrenal, espira, respira existe la materia. Por eso Sesión abierta.
¿Hay seres que se quedan acá, entre nosotros?
-En realidad el desprendimiento del espíritu tarda entre 36 a 48 horas del cuerpo físico. De ahí, el proceso de evolución depende de cada situación y de cada ser humano. ¿Hay almas de bajo astral que quedan estancadas en este plano terrenal? Sí. Hay otras que quedan como en un estado de limbo, buscando como inciertas, sin saber. Hay otras que la gente les dice 'almas en pena', el alma errante está buscando en qué nivel de evolución se tiene que posicionar. Y están las armas evolucionadas.
La gente las mira como en un edificio: subsuelo, primer piso, entrepiso y los pisos más altos. Es la manera más fácil de explicarle al común de la gente las posiciones del alma. Pero la realidad es que eso es para nuestra cabeza, porque ellos están en el todo.
¿Qué pasa con un alma debajo astral? Nos puede generar mucha controversia en nuestra energía, romper estructuras, generar cambios, malestares, situaciones de enfermedad. Porque se retroalimentan de nuestra energía. Por eso, es tan importante -cuando uno tiene una persona enferma y acompaña ese proceso hacia la muerte-, ayudar con limpiezas energéticas, con la limpieza del aura de la persona que está muriendo. Para que ese desprendimiento sea sano, para que esa evolución sea sana. Pero las almas están en el todo.
Estamos rodeados de energía. Entre cada una de nosotras hay partículas y moléculas es constante. El alma se aloja dentro de nuestro cuerpo físico en las células, en la parte cerebral. Está comprobado científicamente. Ese reservorio de energía hace que también haya un reservorio de energético de otras vidas, de otras almas, que son las que nos vienen a traer.
¿Por qué me pasa esto? Si a mi mamá le pasaba, a mi abuela le pasaba. En los embarazos, a través del cordón umbilical, hay una transmisión de información en las células madres que en momento del parto, de la mamá quedan en el hijo, y del hijo quedan en la mamá. Empezá a contar las que venís trayendo de tu abuela, tu bisabuela, tu tatarabuela... toda esa información.
Por eso, yo a las mamás les digo: no murió, se transformó. Y cada vez que respires, los volvés a traer.
Lo más chocante para para una madre y un padre, ante la muerte de un hijo, es: no lo tengo más. Entonces, cuando yo les empiezo a explicar este proceso, y se los hago sentir, ahí se dan cuenta que no han perdido nada. Pero duele, claro que sí. Cuesta, es un día a día.
¿Qué le dirías a alguien que tiene miedo a la muerte?
-Tenele miedo a la vida. Y, en realidad, tampoco le tengas miedo. El miedo es una formación de nuestra mente, por nuestro ego, que lo que hace es preservarnos y limitarnos. Si yo te pregunto: al miedo, ¿lo podés tocar?, ¿lo olés?
Lo sentís...
-Tampoco podés decir cómo lo sentís. Podés sentir una ansiedad, un pánico, una rabieta, una ira. Pero el miedo es una construcción que muchas veces nos preserva, porque a veces por tener miedo nos evitamos algunos problemas. Pero es el ego puro. Y el conocer nos permite esa apertura y entender que el miedo es esa formación. Si le querés tener miedo algo, tenele miedo a vivir situaciones que te puedan poner en riesgo, que te limiten, que te frenen. Pero no, la muerte, no.
Y una persona que quiera tener una sesión con vos, ¿Cómo puede hacer?
-En lo que es la sesión de mediumnidad, yo aconsejo que sea una. No es una cuestión de andar jugando, por una cuestión energética y de preservación propia, del otro, y del alma. Cuando las almas tienen mucho que decir, son ellas las que traen y llevan, y no necesitan que vos arregles un turno.
Esta ansiedad que tiene la gente por saber todo ya, muchas veces genera algunos inconvenientes. Siempre les digo que las almas saben cuándo y cómo. Las señales son constantes. Cuando el ser humano aprenda a sincronizarse y aprenda a detectarlas, las señales nos pueden ayudar a un montón de cosas. Las almas, también. No hace falta invocarlos, déjalos que fluyan a tu alrededor, entendé que coexisten con vos. Aceptá que esta nueva vida que tienen es así, es en energía plena y, te puedo asegurar que te van a dar muchas más soluciones que si les estás prendiendo una vela constante sin poder entender cuál es el lazo.
¿Es real que hay una pulsión que tienen estas almas de querer comunicarse para decirle algo a alguien?
-Es real. Yo he estado en velorios donde está el cajón de por medio, la viuda llorando a mares y, del otro lado, el muerto dando señales, explicaciones de todo, y nadie lo escucha. O solamente algunos. El alma necesita.
Hay un caso muy especial -que incluso está en este libro- que me marcó por la forma en que se presentó varios días en una sesión en Mar del Plata, durante la temporada. Se presentó varios lunes buscando a su mamá. Y así fue el boca en boca, que llegó la mamá. La insistencia de ese ser tan chiquito, que necesitaba encontrar a su mamá. A veces pasa, muchas muchas presentaciones, yo los voy nombrando, voy dando las características, y nada. Y por allá un día parece alguien que dice 'escucharon, me dijeron y vine' y era el hijo, el padre, la madre de alguien.
Además de estar así abierto a las señales, ¿hay otras cosas que uno podría hacer para conectar?
-La respiración, conectarte con la respiración, saber manejar nuestra energía. Meditar. Yo digo que la gente usa la meditación como una moda. Poca gente tiene en claro qué es la meditación. Esto de poder desconectar de este plano terrenal, desprender del cuerpo físico el espíritu y generar elevación. Se puede hacer de manera activa y se puede hacer de manera pasiva. No por nada, los monjes, los budistas, tienen otro nivel de evolución. Pero, bueno, es difícil que la gente lo vaya incorporando.
El silencio y la respiración es la manera perfecta de conectar. Acaba de morir una persona y, si en vez de estar corriendo de un lado para el otro, llamando a todo el mundo -innecesariamente ya- te tomaras el tiempo de acariciar ese ser, seguir hablándole al oído (porque en sentido el oído es el último que se apaga), trabajar la respiración y apenas poner tu mano sobre el campo energético (no sobre el cuerpo físico) de ese ser que murió, te vas a dar cuenta cómo sigue emitiendo energía y toda la información que te puede llegar.
Pero cuando se da en el hospital, te suelen sacar...
-¿Cuántos tocan a sus muertos? Cada vez menos menos, porque hay como una falta de respeto. Desde mi lugar de tanatóloga, me enoja mucho que no se ritualice la muerte. La gente quiere apurar todo.
Hace muchos años no era tan así
-Vengo de una familia de italianos, también van a encontrar en el libro esta información sobre la nonna. Y era todo un ritual terrible: vestirlos, atenderlos, estar, dar el tiempo.
Es impresionante como la gente rechaza al muerto, pero después 'me estoy muriendo, no puedo vivir sin vos'. Yo les digo: ¿respirás?, 'Sí'. Entonces estás viviendo, no estás muerto. Es como que queremos queremos que todo pase rápido. No sufrir. No llores. Pero vos fijate que la primera etapa de duelo es la negación: 'No está pasando'. Y es 'no me está pasando a mí', 'me dejaste', 'me abandonaste'. Nunca es el muerto, somos nosotros.
La muerte se va a dar en el tiempo correcto, aún en esas muertes que nosotros creamos que son injustas. Estás reteniendo a ese ser físicamente, quizás por todo el cuidado médico y asistencial, pero el espíritu, quizás, está desprendido desde hace tiempo.
Cuando trabajo con personas en terapia o en cuidados, que trabajo espíritu a espíritu, o sea, conecto con la persona viva todavía, muchas veces cuando yo empiezo a dar detalles y a verlos, vos estás sosteniendo físicamente pero el desprendimiento ya está dado. Y está esperando, sí, llamémosle retención. Y puede ser que lo retengas, un poco, que energéticamente es espíritu entienda que todavía no puede seguir evolucionando porque estás ahí. Pero, en realidad, no sos tan dueño del otro ser. Después están las muertes a destiempo..
¿Cómo son?
-Muertes que no deberían ser en ese momento. Yo le llamo muerte a destiempo y si lo miras con una carta astrológica, te das cuenta que no era el tiempo de ese ser, que hubo algo que interfirió, algo que cambió el rumbo.
Un accidente...
-O suicidios. Yo los clasifico en tres: aquel que viene a esta vida a vivir y a morir de esta manera, o sea, decide cuándo; aquellos que son hostigados, ya sea por otros o por enfermedades o por situaciones que los llevan en la vida; y aquellos que, intentando pegarle un susto a alguien más, cometen un error. Yo trabajo con personas que han pasado por intentos de suicidio y vos los ves que no pueden con su vida. Los ves como que no tienen espíritu. No irradian energía, ¿por qué? Porque el espíritu está desprendido.
En el momento que estaban cometiendo el suicidio algo lo freno. El ser volvió físicamente pero el espíritu se desprendió. Hay que volver a pegarlo y eso se trabaja energéticamente.
En realidad, todos los seres humanos desprendemos nuestro espíritu en constante: mientras dormimos. Y eso se comprueba -el desprendimiento astral o la parálisis del sueño, que le dicen- porque vos en ese momento dejás el cuerpo físico, la conciencia se amplifica, y vos conectas y tenés esos sueños que vos decís 'lo viví'.
Y sentís que hablé con el muerto y yo sabía que estaba muerto. Bueno, eso es conexión ¿por qué? Porque el espíritu desprendió. Siempre les digo que cuando sienten esa rigidez de la parálisis del sueño, que pareciera que no te podés mover, que no podés respirar: 'tranquilos, es cuando estás pegando'.
Trabajo el desprendimiento astral desde los 12 años, que fue la primera vez que me vi fuera del cuerpo. A través de meditación y demás (en ese entonces la meditación era algo fuera de lo común) mi mamá le ponía toda la onda y le dábamos a la meditación. Y comencé a hacer esos desprendimientos desde esa edad y, a lo largo de todo esta vida, he trabajado con mucha gente, no sé, internada en el sur y decirte que la vi en la punta de mi cama. O situaciones de gente que me ha visto y es muy lindo.
¿Qué emociones te tocan a vos con todo esto?
-Yo me siento feliz.
¿Te considerás una sanadora?
-Para mí es una palabra muy grande. Yo creo que el ser humano, cada uno de nosotros, somos dueños de sanar. Solamente tenemos que permitirlo.
Pero tu mensaje es sanador
-En tal caso, mi tarea será llevar ese mensaje, pero no me considero una sanadora. Me considero un ser que tiene este don, esta capacidad y lo pone al servicio. Como el que puede hacer cualquiera. Ustedes, hoy, comunicando, transmitiendo, están haciendo un servicio que es de otro reconozca, sepa, se informe. Que esto pueda llegar a quien pueda serle útil, ahí hay un don.
Fotos: Chris Beliera
Noelia Pace se presenta en el Teatro Broadway este martes, 10 de diciembre, desde las 20. Y continúa su gira por Punta del Este: 10 y 11 de enero; Piriápolis, 12 de enero; Mar del Plata, 14 de enero. Rosario, 1 de marzo. Más información: @noeliapacemediumoficial
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