Cansancio y estrés: cómo evitar que afecte nuestra vida cotidiana - Revista Para Ti
 

Cansancio y estrés: cómo evitar que afecte nuestra vida cotidiana

Se acerca fin de año y es lógico que todos estemos agotados. Pero, cuando esta sensación, comienza a interferir en todos los ámbitos de nuestra vida -incluido el sexo- es una señal de alerta.
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La vida cotidiana exige respuestas inmediatas en las distintas áreas: trabajo, familia, hijos, vida amorosa, vida social, etc. Es posible que no demos abasto ante tantas demandas; es posible que ni nos quede tiempo para pensar si lo que hacemos es congruente con nuestros deseos y sólo estamos reproduciendo conductas fijas o estereotipadas.

“La ansiedad se ha metido en nuestras vidas con su efecto dominante sobre las motivaciones y la realización de metas cada vez más ambiciosas. Apenas concretamos un objetivo cuando ya existe otro en espera”, asegura Walter Ghedín, psiquiatra.

“La sensación de cansancio o fatiga es uno de los síntomas que acompaña al estrés, a los trastornos de ansiedad y a la depresión. Los síntomas de fatiga han sido clasificados en: cansancio físico y cansancio mental”

Foto: 123 rf

Tipos de cansancio

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  • Cansancio físico y sus frases clásicas:

“Me canso con facilidad”

“Necesito descansar más”

“Me siento dormido o somnoliento”

“ya no puedo empezar nada”

“Siempre me falta energía”

“Tengo menos fuerza en los músculos”

“No tengo deseo ni fantasías sexuales”

  • Cansancio Mental

“Tengo problemas para concentrarme”

“Tengo problemas para pensar con claridad”

“Tengo muchos actos fallidos o no encuentro la palabra justa”

“Tengo problemas de visión”

“Tengo problemas de memoria”

“Ni pienso en hacer el amor”

  • Cansancio y vida sexual

El cansancio inevitablemente afecta al deseo sexual. Es frecuente que la persona reconozca que desde hace un tiempo (como mínimo 3 meses) la capacidad para generar encuentros y para fantasear se encuentra disminuida. 

Cuando también afecta al sexo

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“Respecto a la frecuencia del trastorno no hay datos epidemiológicos sistemáticos, pero se estipula que estaría entre un 15 a 33%, siendo más frecuentes en las mujeres”, asegura el especialista.

“En los hombres, los problemas en el deseo sexual suele aparecer con más frecuencia luego de los 50 años, coexistiendo con una disminución de la testosterona: es frecuente que se acompañe de disfunción eréctil”, explica el sexólogo.

La fatiga mental impide que la persona pueda dejar de lado las preocupaciones y dar paso a pensamientos y fantasías eróticas. Se siente abrumado, aturdido y no puede imaginarse en una situación sexual.

“Esta inhibición sobre el deseo y la imaginación obtura cualquier posibilidad de encuentro. El cuerpo cansado acompaña el retraimiento: “no me imagino ni tengo fuerzas para tener sexo”, asegura el psiquiatra.

Siempre hay una excusa

“Las personas con cansancio y baja del deseo sexual no se permiten tener ningún gesto de contacto físico (caricias, abrazos, masajes, etc.) por temor a que desemboquen en una relación sexual y decepcionar a sus parejas”, explica Ghedín.

“La justificación aparece como recurso defensivo: “demasiado trabajo, demasiados problemas”. Si durante la semana es imposible el encuentro también lo será el fin de semana porque hay que descansar y recuperar algo de fuerzas”.

Una decisión saludable

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Cada nuevo día nos desafía a encararlo con una cuota de espontaneidad, creatividad y compromiso personal. Evaluar los problemas a encarar, dar prioridades, abrir la percepción, aprender a delegar, tener una visión optimista, dar curso a las emociones, disfrutar del tiempo libre, promover la sociabilidad, darnos el tiempo para pensar o para la introspección, acentuar el placer por sobre el dolor, son algunas de las premisas para estar más saludables.

“En el área sexual estimular las caricias y todo tipo de expresión de ternura ayuda a no perder la conexión de los cuerpos. Sabemos que el estrés requiere de un estado de vulnerabilidad de base, es decir, de estar más inseguros y frágiles, con las capacidades devaluadas”, dice el doctor.

“Una persona estresada vive los hechos cotidianos como grandes problemas cada vez más difíciles de resolver. Perder las potencialidades actuales para encarar la vida diaria reaviva carencias y nos sumerge la incertidumbre, o, por el contrario, en la certeza de un futuro fracaso”, continúa.

“Un cambio de perspectiva supone centrarnos en nosotros mismos con el fin de reflexionar acerca de la vida que deseamos construir. Volver al eje de nuestra existencia nos convoca a hacernos responsables de cada acción, dejando de lado las múltiples defensas que apuntan al entorno o a situaciones traumáticas”, agrega.

“La vida cotidiana entonces no es tan inocente, en ella podemos expresar los anhelos más profundos y coherentes con nuestro Ser, o bien, pretender que cada día nos ofrezca soluciones para cubrir los vacíos del pasado”, concluye

Asesoró: Doctor Walter Ghedín, psiquiatra y sexólogo

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