Embarazo, ¿divino tesoro?: efectos de la maternidad "rosada" - Revista Para Ti
 

Embarazo, ¿divino tesoro?: efectos de la maternidad "rosada"

Efectos de la maternidad rosada
Cande Ruggeri reveló que "odió" su panza de embarazada. Esto nos invita a reflexionar y a debatir sobre un tema que está relacionado con una concepción romántica del embarazo. De esto nos habla la sexóloga Analía Lilian Pereyra.
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El cuerpo de la mujer embarazada parece un globo, que mientras pasa el tiempo se va inflando, cada vez más, hasta que pesa y pesa tanto que las mujeres no pueden estar paradas, ni sentadas, ni acostarse y hasta ni respirar por lo gigante de la panza.

Las ideas románticas en torno a la maternidad focalizan en lo bello que es llevar la panza que va creciendo y como una vida esté gestándose ahí no hay manera de quitarle este romanticismo tan ‘’rosado’’ al asunto. Pero, como no todo es color de rosas, es justo y necesario decir para muchas mujeres poner el cuerpo y gestar no suele sentirse muy lindo.

¿Será de mala madre no querer engordar? ¿Y la que no se ve atractiva y feliz disfrutando la gordura de su panza, es egoísta?

Cuanto de imposición cultural hay sobre la gestación y la maternidad como ese divino tesoro que está ahí esperando y que todas queremos experimentar.

Sea la maternidad deseada o no, una realidad se impone y es que poner el cuerpo provoca cambios tanto físicos como psicológicos, tales como: hormonales, del sueño, del estado de ánimo, aumento del tamaño de las mamas, hiperpigmentación de la piel en algunas zonas, mayor vasocongestión en la zona pélvica, aumento del volumen sanguíneo en el cuerpo y entre otras cosas aumento del tamaño del abdomen.

Todo ello depende de muchos factores, porque no es lo mismo ser madre a los 18 años que a los 40 años, no es lo mismo tener un hijo sola que con una pareja que acompaña, también es muy diferente si se ha transitado un proceso de fertilización que si el embarazo surgió de manera natural, no se siente lo mismo si ese embarazo es por decisión que por imposición y ni hablar si la mujer vive en un contexto vulnerable que si es de Puerto Madero.

Por ello poner el cuerpo casi siempre acarrea dolores, cicatrices y cansancio. Cada mujer lo transitará y lo vivenciará de maneras diferentes y está muy bueno que así sea, también puede decidir gritar que no lo quiere hacer, que le duele, que no lo siente color de rosas y por ello no ser condenada a la hoguera, porque, al fin y al cabo, cada una es dueña de su cuerpo. ¿O no?

¿Estamos preparadas para poder manifestar estos males que trae aparejado el embarazo o muchas serán señaladas de malas madres o no dirán nada por la maldita culpa de intentar siquiera pensarlo?

Hay estudios que afirman que las mujeres embarazadas se sienten más excitadas debido a la mayor vaso-congestión en la zona genital (clítoris, vulva, vagina), por lo cual se sienten más dispuestas y con muchas ganas de encuentros sexuales.

¿Pero si la mujer no se siente feliz con su cuerpo gigante, habrá lugar para que la excitación fluya y hasta podrá encontrarse sexualmente con su pareja?

Sabemos que los cambios emocionales que experimentan las mujeres durante el embarazo fluctúan con mucho ritmo en todo este período, por lo que quizás hay momentos en los cuales el deseo sexual pueda fluir y otros en los que no haya lugar, lo que sí está bueno dejar en claro es que: la mujer embarazada es también mujer deseante. Porque gran parte del romanticismo rosado es ponerla en el lugar de madre pulcra, virgen y casta.

Me pregunto: ¿Podemos las mujeres salir de esta supuesta ‘’inclinación natural’’ a ser madres, de la idea del instinto materno que tanto nos culpa y castiga, de la imposición de desear maternar, y hasta de poner el ‘’cuerpo gestante’’ para así conformar la tan preciada familia?

Sin ánimo de cerrar con respuestas, dejo abiertas las preguntas para que las pensemos juntas.

Lic. Analía Lilian Pereyra

Sexóloga Clínica y Educativa

IG: @licenciadaanaliapereyra

Más información en parati.com.ar

   

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