Navidades sin hijos y cuando se demora el ser mamá: "Nunca pensé que el camino a la maternidad podría ser tan difícil" - Revista Para Ti
 

Navidades sin hijos y cuando se demora el ser mamá: "Nunca pensé que el camino a la maternidad podría ser tan difícil"

Un tema que duele, que pesa. Cuando se sueña con ser mamá y el embarazo no se concreta, las fiestas son un momento clave que angustian y mucho. De este tema nos habla la psicóloga Lorena Laserre, que lo vivió en persona.
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Llega el final del año y las fiestas que reúnen a todos los seres queridos en un mismo lugar. Pero también son tiempos que remueven muchos dolores internos que atraviesan algunos, como es el caso de aquellas personas que quieren formar una familia y tanto les cuesta. Es muy importante prestar atención al cuerpo, cuidar la salud mental, y estar acompañados de las personas que mejor nos hagan.

Nunca pensé que el camino a la maternidad podría ser tan difícil. Pasas toda la vida tratando de “cuidarte” para no quedar embarazada y de repente cuando una lo desea con todas tus fuerzas, no sucede. No sucede ese mes, no sucede al mes siguiente, no sucede en los próximos seis meses y esta es la realidad de muchas personas.Todo el deseo se transforma en frustración para una y para el entorno, se vive una especie de duelo y nos terminamos encontrando en una situación tal como la de llegar momentos especiales como lo es Navidad, con un dolor interno muy fuerte, mirando a los sobrinos o hijos de amigos abrir sus regalos y una con el vientre vacío sin poder comprar el presente que ilumine la cara de un hijo o hija.

Recuerdo muchas pérdidas dolorosas de embarazo y los tratamientos por las clínicas de fertilidad como un derrotero cruel al que nos sometemos las mujeres que deseamos fuertemente ser madres, estudiando nuestros cuerpos, inyectándose hormonas, brazos agujereados de tanto pinchazos y en la panza también, la burocracia y el dolor generalizado.

Luego de más de 5 años caminando por pasillos de clínicas y laboratorios pude ser madre de mi primer hijo. Ahí fue cuando me di cuenta de que realmente había muchas como yo mirándonos silenciosamente en las salas de espera de las clínicas, sin decir una palabra pero con los ojos llenos de lágrimas esperando ser la próxima en ser llamada por el especialista en fertilidad para que nos dijera que se nos iba a dar.

Hoy en día y a través de la tecnología, se buscan recetas mágicas de fertilidad, posiciones especiales en la cama, dietas, ejercicios médicos, rituales y más, pero todos los caminos terminan llevando a una a buscar la ayuda de la medicina reproductiva como salvaje. Una busca cómo vencer el dolor de no poder concebir o cómo superar el duelo de perder un embarazo. La gente suele entender la muerte de un ser querido, pero les es complejo comprender la muerte de un bebé que aún no vio la luz del día, son muertes silenciosas y silenciadas.

Pero más allá de la perseverancia, amor y convicción a la hora de emprender la búsqueda de un hijo, es muy importante prestar atención a las señales que el cuerpo nos da y que muchas veces ignoramos.

En mi caso, por ejemplo, fui diagnosticada primero con endometriosis y más adelante con trombofilia. Por eso digo, que es muy importante escuchar las alarmas que el cuerpo en algunas ocasiones nos manifiesta.


De qué se trata la endometriosis y la trombofilia


La endometriosis aparece cuando las células del revestimiento del útero crecen en otras partes del cuerpo. La causa de este episodio puede canalizarse en dolor, sangrado abundante, entre períodos y problemas de infertilidad. Mes a mes, los ovarios femeninos producen hormonas que tienen como misión ordenarle a las células del revestimiento del útero que se hinchen. De este modo, se vuelven más gruesas y se eliminan estas células con sangre y tejido a través de la vagina en el período menstrual.

La endometriosis se lleva adelante cuando estas células, con el funcionamiento previamente explicado, se reproducen en otras zonas del cuerpo. El tejido, en tanto, puede pegarse en: ovarios, trompas de Falopio, intestinos, recto, vejiga, revestimiento de la zona pélvica (más allá de que, también, puede desarrollarse en otras zonas del cuerpo no nombradas). Al crecer, estas anomalías permanecen en el cuerpo y también reaccionan a las hormonas de los ovarios. De este modo, pueden aparecer dolores en el mes anterior al inicio del período menstrual y los tejidos (con el correr del tiempo) pueden ir sumando más tejido y sangre. Se le llama la enfermedad del silencio, puesto que no se conocen con exactitud las causas de su aparición.

Todo esto puede llegar a ser hereditario (de madres a hijas). Se estima que la misma comienza cuando se empiezan a tener períodos menstruales, pero no se diagnostica hasta los 25 años de edad como mínimo. ¿Quiénes son más propensas a tener endometriosis? Las mujeres que tienen madre o hermana con endometriosis; quienes comenzaron a menstruar en una edad temprana; mujeres que no tienen hijos; mujeres que tienen períodos menstruales frecuentes o los mismos duran siete días o más.

Por otro lado, se conoce como trombofilia a un grupo de condiciones en las cuáles una alteración en los sistemas de coagulación predispone a la formación anormal de coágulos dentro de los vasos sanguíneos (trombos). Los síntomas dependen del tamaño y la posición del coágulo. Si se forma un coágulo y se aloja en una vena, puede causar síntomas como dolor e hinchazón, dolor de pecho, dificultad para respirar o incluso complicaciones graves como ataque cardíaco o derrame cerebral.

Por todo esto, es muy importante recurrir a los profesionales correspondientes ante cualquier señal que nos pueda resultar sospechosa. Nunca una consulta estará de más y podemos prevenir muchos problemas.

En este marco y luego de un difícil camino, este año mi Navidad estará llena de risas, regalos y miradas llenas de magia e ilusión. Cuando miro a mis hijos (tres que logré tener gracias a los tratamientos de fertilidad), veo el milagro de la vida en cada uno de ellos, pero no nos olvidemos de que hay muchas mujeres que no lo tendrán. Podemos acompañarlas con un abrazo, con una palabra, o simplemente con el silencio y una mirada cómplice que diga “estoy acá, te entiendo y cuando quieras llorar tenés mi hombro y mi oreja”.

Seamos empáticos con todas esas personas que hoy no tienen a sus hijos en su vientre o no tienen a sus hijos con ellos. Tratemos de acompañarlas amorosamente, porque no sabemos lo que están pasando internamente, ese dolor y ese vacío que en estas fechas se hace especialmente presente.

Fuente: Lic. Lorena Laserre. Psicóloga. @somosgrupodemujeresmas

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