Antes de llegar a una mesa argentina, cada horma de queso pasa por distintas fases de elaboración y maduración que llevan varios meses hasta que el producto se encuentra en la etapa final del proceso, listo para el consumo. En un país donde se ingieren grandes cantidades de queso per cápita resulta extraño que este tipo de datos aún se ignore.
Según las últimas cifras difundidas por el Observatorio de la Cadena Láctea Argentina, en Argentina se consumen 11 kilos de queso al año por persona. A menudo se trata de un producto asociado al disfrute: un trozo de queso puede significar una picada con amigos, puede tratarse del condimento perfecto para unas pastas, o incluso llevarte a ese plato que cocinaba siempre alguna abuela.
“El argentino es un gran consumidor de quesos. Sin embargo, poco se conoce sobre los diferentes tipos de queso, sus respectivos tiempos de maduración o del proceso artesanal de su elaboración. De hecho, muchos argentinos compran queso por el genérico, pategrás o reggianito, desconociendo posibles diferencias en la elaboración que otorgan diferente sabor y valor a cada marca, algo que por ejemplo en el vino sí ocurre”, explica Nicolás Cañete, Gerente de Marketing de Mastellone, la compañía dedicada a la elaboración de productos lácteos.
Al año, en el país se producen más de 450.000 toneladas de queso y en cerca de cien variedades. Además, el 50% de la producción nacional de leche se destina a la elaboración de este producto.
Cañete cuenta que, al entender el proceso que tiene detrás cada queso, es posible hacer mejores elecciones al momento de comprar: “Conocer más sobre los quesos ayuda no solo a elegir mejor, pudiendo identificar diferencias por variedad y por marca, sino también a elevar la experiencia de consumo, disfrutando del queso a su temperatura ideal, con el corte apropiado y con un maridaje perfecto”.
Para dar a conocer y expandir el alcance de este tipo de información al respecto de cada queso, durante octubre Mastellone llevó a cabo una cata de productos en el Palacio Duhau. Allí profundizaron también sobre las distintas variedades de quesos de “La Serenísima Selección”.
¿Quiénes participaron en el evento?
- Marina Beltrame, Directora de la Escuela Argentina de Sommelier.
- Pablo Renzzuli, Gerente de Investigación y Desarrollo de Mastellone.
- Nicolás Cañete, Gerente de Marketing de Mastellone.
- Pablo Prokopovsky, Gerente de Elaboración y Experto Quesero de la compañía.
La catación constó de quesos con diferentes procesos de elaboración y los profesionales en el tema explicaron algunas particularidades sobre cada producto. Los quesos de “La Serenísima” que se degustaron fueron: semiduro Estilo Campo, el tradicional Pategrás, Sardo, Provolone, Grana Pampeana (desarrollo propio de la marca) y Parmesano.
Estilo Campo: Se trata de un queso semiduro único en el mercado nacional y que tiene su origen en variedades de origen alemán. Es el queso por excelencia para combinar con el sabor de una cerveza estilo Pilsen.
Pategrás: Un poco picante y de pasta semidura: el pategrás ya es un clásico argentino. Recomiendan acompañarlo con un vino blanco tipo Chardonnay para aprovechar al máximo su sabor.
Sardo: De tradición italiana. El queso requiere tres meses de maduración y, a raíz de su inconfundible sabor, es un gran aliado a la hora de tomar un Malbec.
Grana Pampeana: Es un producto exclusivo de “La Serenísima” y está inspirado en el Grana Padano italiano. Es un queso duro de ocho meses de maduración y sabor intenso leve con notas de frutas secas.
Provolone: Necesita seis meses de maduración. El provolone es un queso duro de gran aroma y de sabor intenso y picante. Un match ideal para vinos tintos como el Cabernet, que resalta su sabor.
Y, si lo que estás buscando es el secreto para saber cuándo un queso es bueno, desde “La Serenísima” aseguran que consiste en evaluar el queso desde los sentidos, conocer cuál es la maduración del queso y brindarle principal atención a la temperatura del producto antes de consumirlo. Conocé más en el sitio oficial de "La Serenísma".