Las muestras de fe en la colonia artística se suelen ver a menudo con promesas, rezos y comentarios de las figuras en donde narran algún hecho místico que les cambió la vida. Una de ellas es Graciela Alfano que, en uno de los momentos más terribles de su pasado, encontró en la Virgen de Guadalupe un verdadero milagro.
La artista pasaba sus días más difíciles en 2009 cuando la vida de su hijo Francisco pendía de un hilo luego de un accidente automovilístico que tuvo en México, pero hubo un hecho que cambió el rumbo de la situación. En una entrevista con Teleshow recordó que estaba en uno de los pasillos del hospital y que una enfermera se acercó (aclaró especialmente que allí no es famosa) y le entregó una estampita de la conocida popularmente como “la virgen negra”.
Fue en ese momento en el que encontró una esperanza que hasta el momento era difícil de ver. Pero este gesto no quedó acá ya que la profesional de la salud le propuso ir a un santuario: “Le dije que sí. Al día siguiente nos encontramos y fuimos al altar de la Virgen. Allí tuve una sensación de confort interno, de calma. Estaba muy mal, angustiada, sola, no sabía qué pasaría, si estaba estable o no, era una tensión espantosa. Y ahí encontré la calma, una calma interna muy fuerte”.
Volver a encontrarse con la religión
Hacía varios años que no tenía un momento de conexión de este tipo con la religión. De hecho, rezar era algo que había quedado en el pasado. Pero por instinto, lo hizo frente a la imagen de la virgen “no como lo hacemos habitualmente, sino con oraciones personales desde el alma y el corazón y el amor hacia mi hijo, cosas íntimas”.
Inmediatamente se dirigió a la clínica Grupo Ángel para ver a Francisco. Como lo hacía cada vez que entraba a la habitación, le dio la mano… aunque algo milagrosamente se había modificado. “Por primera vez desde que fue el accidente me mira como con entendimiento”, confesó.
“Estaba como dormido, no coagulaba, su cerebro estaba mal, pero por primera vez me mira entendiendo”, recordó en la entrevista. Sin dudas fue un primer gran paso en medio de un túnel negro que parecía no tener salida. Los rezos siguieron incansablemente y el joven no paraba de mostrar mejorías en su cuadro. Los coágulos desaparecieron y el accidente no dejó ninguna secuela crónica.
La estampita es su gran amuleto
Graciela, a raíz de este hecho, decidió plastificar la estampita que le obsequió la enfermera y la tiene siempre a su lado. “Siempre tengo la imagen, está ahí, me gustan los ángeles y el otro día en una comunión me guardaron uno”, contó.