El fútbol argentino despierta pasiones entre propios y ajenos. Cuando la pandemia de coronavirus no dominaba la escena y el turismo tenía total libertad, los tours que arribaban al país desde el extranjero ofrecían visitas a las canchas y tickets para presenciar los partidos más importantes del torneo local. Uno de los testigos de este fervor popular fue Matt Damon que estuvo presente en el encuentro de consagración de Boca Juniors frente a Tigre por el Torneo Apertura 2008.
“La forma en la que la gente alienta en el fútbol europeo es increíble, se lo recomiendo a cualquier estadounidense que viaje y tenga la oportunidad de comprar entradas e ir al estadio. Es realmente divertido, vale la pena. Pero la cosa más loca que he visto, sin lugar a dudas, fue un partido de fútbol en Argentina", comenzó a relatar el actor en una entrevista con el programa Hot Ones.
Una mirada especial
La estrella de Hollywood, cuya esposa es argentina e hincha Xeneize, manifestó haber quedado sorprendido debido al operativo policial y a la disposición de las butacas de la tribuna del Cilindro de Avellaneda, lugar en donde se disputó el juego. La idea de asistir fue de él, motivado por las imágenes que vio en televisión cuando estaba en el país.
“Fuimos a pasar una Navidad hace once o doce años. Su familia es hincha de Boca Juniors, que es un equipo muy popular en Buenos Aires y debía jugar una final. Le dije al tío de mi esposa, ‘Ey, ¿podemos ir a este partido?’”, contó que dijo que pidió. La respuesta le llamó la atención: "‘Podemos ir, podemos ir... sin mujeres ni niños’".
"Él (por el familiar de su esposa) se puso serio. Yo le respondí: ‘¿Qué?’, porque pensaba en llevar a los chicos. Pero entendí por qué cuando fuimos”, agregó. Es que al llegar se topó con un despliegue que para los distintos estadios de América del Sur es totalmente habitual. “Tuvimos que pasar por tres controles policiales. Había vallas con alambre de púas, es decir, era una locura total. Había policías con equipo antidisturbios", contó.
"Si esto fuese el campo, la gente estaba sentada aquí y aquí. De los dos lados. Pero no había nadie sentado aquí, en los mejores asientos. Porque ese era un lugar a donde la gente podía arrojar cosas y golpearse. Nuestro equipo ganó, los fans del otro equipo se estaban yendo y mientras levantaban el trofeo yo dije, ‘Deberíamos irnos’. Pero tuvimos que quedarnos allí porque necesitaban tiempo para que el otro equipo se vaya del barrio. Había que darles como 45 minutos para eso", relató.
