El verano trae días más largos, planes al aire libre y un gran desafío puertas adentro: lograr que la casa se sienta fresca sin depender todo el día del aire acondicionado.
La buena noticia es que no hace falta hacer reformas grandes ni gastar demasiado. “Con pequeños cambios estratégicos, podés bajar la temperatura de tu casa y disfrutar de ambientes más agradables durante toda la temporada de calor”, afirma Constanza Delgado, arquitecta dedicada al diseño y bienestar.

Cony (@arq.constanzadel) autora del libro “Diseño para el bienestar. Espacios que activan el cerebro, reducen el estrés y mejoran la salud”, comparte consejos para mantener tu casa fresca en verano, con ideas simples y low cost.
9 ideas simples y económicas contra el calor en casa

1. Ventilación cruzada. Es el truco clásico que siempre funciona.
Abrir dos ventanas opuestas (o una ventana y una puerta) al mismo tiempo permite que el aire circule y refresque naturalmente los ambientes. Si lo hacés temprano a la mañana y al anochecer, cuando baja la temperatura, vas a notar un cambio inmediato.
Sumá un ventilador de pie cerca de una ventana para impulsar el flujo de aire.
2. Cortinas livianas que filtran el sol sin oscurecer. Las cortinas gruesas retienen el calor. Cambiarlas por versiones livianas de lino, algodón o screen es una forma sencilla de dejar entrar la luz natural pero bloquear los rayos directos. Las cortinas tipo roller con filtro solar son grandes aliadas para controlar el calor sin perder luminosidad.
3. Plantas estratégicas para refrescar naturalmente. Las plantas no solo decoran: también ayudan a bajar la temperatura del aire.

Colocalas cerca de las ventanas o balcones para crear un pequeño “efecto barrera” que frene el calor. Y si tenés espacio exterior, una enredadera o plantas trepadoras pueden reducir el calor que entra por paredes y aberturas.
4. Textiles ligeros en toda la casa. En verano, el algodón, el lino y el bambú son tus mejores aliados. Cambiá las fundas de los almohadones, las mantas del sillón y hasta las sábanas por versiones livianas y transpirables. Además, los colores claros —blanco, arena, verde agua o celeste— aportan una sensación térmica más fresca que los tonos oscuros.
5. Colores que “bajan” la temperatura. La pintura también juega un rol importante. Los tonos claros reflejan la luz, mientras que los oscuros la absorben.
Pintar paredes en blanco, marfil o tonos pastel puede reducir la temperatura interior hasta 2 °C. Lo mismo aplica a las cortinas, los textiles e incluso los muebles.
6. Cortá el calor desde afuera. Toldos, pérgolas, celosías o cortinas exteriores reducen la radiación solar antes de que llegue al vidrio. Si no querés invertir mucho, hasta una enredadera sobre una estructura puede bajar varios grados la temperatura interior.
7. Electrodomésticos y luces. Los electrodomésticos generan calor, incluso cuando no los usás. Desenchufá lo que no necesitás y evitá cocinar en el horno en las horas de más calor. También cambiá las lámparas halógenas por LED: consumen menos y casi no emiten calor.

8. Vidrios con control solar o películas adhesivas. Una opción más moderna (y cada vez más accesible) son los vidrios con tratamiento térmico o las películas solares autoadhesivas. Reducen hasta un 80 % el ingreso del calor sin oscurecer el ambiente.
Si cambiar las ventanas no es posible, colocar una lámina en las que reciben más sol puede marcar una gran diferencia.
9. Ventiladores bien ubicados. No hace falta tener aire acondicionado en cada ambiente. Ubicar ventiladores estratégicamente —por ejemplo, uno frente a la ventana para impulsar el aire fresco hacia adentro, y otro cerca de la puerta para expulsar el aire caliente— puede generar una circulación eficiente que baje la sensación térmica hasta 4 °C.


