Emma Bovary, la protagonista de la célebre novela de Gustave Flaubert publicada en 1856, soñaba con una vida distinta. Atrapada en un matrimonio sin pasión, buscaba emociones intensas en romances, lujos y lecturas románticas. Lo que encontró fue angustia, vacío y desesperación.
¿Suena lejano? Todo lo contrario. Hoy, más de siglo y medio después, Emma sigue siendo un espejo incómodo. En psicología contemporánea, se acuñó el término bovarismo para describir ese estado emocional de insatisfacción crónica: el deseo constante de otra vida, la fantasía de que “algo mejor” está siempre en otro lado.
No es solo una nostalgia romántica: es una forma de malestar muy actual, que se alimenta de ideales imposibles, redes sociales, comparaciones permanentes y heridas no resueltas.
Emma quiere ser madre, pero rechaza a su hija. Tiene amantes con los cuales vive aventuras Compra compulsivamente, cuando sus amantes la dejan, se rebela contra la rutina, pero se hunde. Su historia pone en palabras lo que muchas personas sienten hoy: que lo que tienen no alcanza, que lo que esperan nunca llega, y que las promesas de felicidad parecen una trampa.
Una opción, leer a un clásico de la Literatura francesa desde una mirada actual, para pensar cómo esa mujer del siglo XIX que representa problemáticas emocionales de hoy: los mandatos, las frustraciones, los sueños rotos, los vacíos afectivos.
Emma no es solo un personaje literario. Es una advertencia. Y también una invitación: a mirarnos sin miedo y a encontrarnos —quizá— en las páginas de un clásico de la Literatura Universal.
Fuente: Natalia Orozco, profesora de Lengua y Literatura, gestora Cultural.Taller de Literatura Francesa en “Abelardo Café” y Biblioteca San Martín de Ciudad, Mendoza, @citasliterarias.mza
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