En la columna anterior de hace dos semanas les contaba que estaba en cama, con gripe, descansando y reponiéndome. Hoy ya curada y de vuelta por acá, traigo un tema que envuelve todo lo que hago en este tiempo con mucha más consciencia. Aprender a decir que no. Que es un aprender a decirme que sí a mí misma.
Lo hablaba con una tía mía a la que adoro y con la que compartimos lo que nos pasa, cómo nos sentimos con lo que nos pasa. Y uno de los temas que aparece siempre es que decir que no tiene muchos beneficios para mi vida pero también tiene costos. Esto es inevitable. Y es muy importante saberlo. El elegirme a mí misma y validar lo que siento a consciencia va a llevar en forma inevitable a que tenga que decir que no al afuera.
Si mi modelo mental es que para ser querida y aprobada tengo que estar siempre con una sonrisa, todos mis enojos y tristezas van a quedar guardados en un rincón. Ahora, ¿eso quiere decir que esas emociones van a desaparecer? ¡No! Quedan en mí, en mis reacciones, en mi cuerpo, en cómo me vivo la vida.
Cuando empezamos a poner límites sentimos culpa y miedo. ¡Bienvenidas esas emociones! ¡Claro! ¿Cómo no vamos a sentir miedo? ¿Y si me dejan de querer? ¿Y si esa persona se va de mi vida? ¿Y si…?
¿Sabés qué pasa? Que les enseñamos a los demás a cómo tratarnos y cuando empezamos a cambiar esa comodidad y disponibilidad que tenía el otro por nuestra falta de límites empieza a sentirse.
Y ese otro probablemente quiera manipularnos para que volvamos a ser como antes. ¿Te suena?
Es ahí en donde aparece el miedo, la duda, el ¿estará bien lo que estoy haciendo?
Te tengo una buena noticia: cuando empezás a cambiar sentís miedo, culpa, alegría, tristeza, un día te sale, otro no, otro más o menos, otro querés dejar todo y vuelta a empezar. Así es el aprendizaje. Nos pone a prueba. Nos obliga a hacer algo diferente. Y requiere práctica. Mucha práctica. Muchísima práctica.
Y que lo elijas. Te tengo otra noticia: nada está bien o mal. Podés elegir seguir así, sin poner límites. Y también podés elegir cambiar.
El no al afuera es un acto de Amor enorme a mi misma. Es elegirme, validarme, escucharme.
Y es mostrarle a los demás que hasta acá sí. Y hasta acá no. ¡Bienvenidos a este aprendizaje maravilloso! Volver a nosotros mismos.
Fuente: Zelmira Kroselj, directora de Zelmira K Comunicación y Coach Ontológico Fundación Protagonista de Cambio.
