En un presente donde la ansiedad, el estrés y los problemas emocionales en los niños son una preocupación creciente, este enfoque demuestra cómo una pedagogía centrada en la persona, puede ser clave para la salud emocional.
Un estudio observacional publicado en 2018 en la Revista Research in Economics (Elsevier) llamado Evaluation of the Reggio Approach (Italia: Reggio Emilia, Parma, Padova) compara a personas de distintas edades para ver cuáles efectos se dan si asistieron al modelo de infancia Reggio frente a quienes no tuvieron cuidado formal o asistieron a otros sistemas de cuidado/escuela.
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Los resultados fueron contundentes para quienes asistieron al modelo: mejores resultados en habilidades socioemocionales, estudios secundarios completados, participación electoral, y menor probabilidad de obesidad. Aunque el estudio no es experimental, sus métodos estadísticos robustos brindan evidencia confiable de los beneficios del modelo.

En este enfoque no hay timbres que interrumpen para ir al recreo, ni pupitres alineados hacia el frente. No hay aulas tradicionales (sino que está concebida como un gran atelier). Espacios abiertos pensados como escenarios, arquitectura transparente, luz natural y el trabajo en pequeños grupos con co-presencia de educadores generan un entorno seguro y estimulante que reduce la ansiedad y fomenta la confianza.
“Un diseño áulico bien pensado puede generar un sentido de bienestar estrechamente relacionado con la estética del lugar. Un espacio bello, claro y tranquilo es esencial para el desarrollo de las propuestas educativas”, explica María Victoria Alfieri, referente pedagógica en la región con más de 50 años de trayectoria.

La pedagogía inspirada en Reggio Emilia rompe con la rigidez de los formatos pedagógicos tradicionales, plantea que la escuela no sea un espacio rígido donde se mide el éxito en notas, sino un entorno vivo, flexible y estético, que favorezca el aprendizaje.
Uno de los pilares es la documentación pedagógica —que registra procesos, ideas y descubrimientos— muestra a los niños y a sus familias que el error es valioso, que el crecimiento es un camino continuo y que lo importante no es solo el resultado, sino también el proceso. Este enfoque nutre la autoestima, enseña resiliencia y ayuda a construir una mentalidad de crecimiento desde la primera infancia.
Alfieri destaca que la comunidad educativa —docentes y familias como protagonistas— es clave para construir un entorno seguro y emocionalmente saludable.
La filosofía Reggio Emilia, surgida en la posguerra italiana de la mano de Loris Malaguzzi, se sostiene en algunos principios esenciales: el niño como protagonista de su aprendizaje, el ambiente como “tercer educador”, los “cien lenguajes” de expresión y la importancia de que los docentes sean también co-aprendices.
Más que un método, se trata de una mirada sobre la infancia: reconocer a cada niño como un ser capaz, curioso y creativo, y a la escuela como un espacio que no solo transmite saberes, sino que acompaña, cuida y potencia el desarrollo emocional.
Fuente: María Victoria Alfieri es referente de la pedagogía Reggio Emilia en la región. Lic en Ciencias de la Educación, Nivel Inicial y Maestría en Educación Superior. Co-fundadora y Directora General del colegio Aletheia. Miembro promotor de la Fundación Reggio Children. Autora y conferencista.
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