Hace 25 años medio mundo se detenía ante el impacto de la noticia: Lady Di había muerto en una clínica de París tras haber sufrido un grave accidente automovilístico. Era 31 de agosto de 1997, la princesa tenía 36 años y estaba de vacaciones con su novio Dodi Al-Fayed, quien también murió.
Los días posteriores los medios del mundo daban muestra de una despedida sin precedentes: millones de personas desconsoladas dejaban flores en las puertas de Buckingham, creando una postal histórica. El planeta lloraba la pérdida de una de sus personalidades más carismáticas y queridas.
La tristeza de Lady Di, una tragedia que comenzó mucho antes de su muerte
Aquel 31 de agosto de 1997 murió quien era, probablemente, la mujer más popular del planeta. Pero también nació una especie de mito. Aunque es posible afirmar que su tragedia se remonta muchos años atrás.
En 1981, Diana (de 19 años) se comprometió con el príncipe Carlos (de 32). Él estaba enamorado de otra mujer, Camilla Parker-Bowles, que no era la candidata que pretendía la Corona para el heredero directo al trono.
La boda se quiso mostrar como un cuento de hadas, tanto a los británicos como al resto del mundo. Pero el matrimonio de los príncipes de Gales fue, en realidad, un infierno. Y Diana lo sabía desde el día de su boda, cuando se sintió, en sus propias palabras, como un “cordero en dirección al matadero”.
Nacida en el seno de una familia de la alta sociedad, los Spencer, la joven Diana pasó de trabajar en una guardería y vivir sola en un departamento en Londres a meterse de lleno en la familia más vigilada del planeta.
“Diana era una persona muy tímida, sensible y romántica. Cuando era niña se sentía sola y triste muchas veces, pero también fue una mujer que estaba dispuesta a hacer una broma o un chiste”, cuenta Julie Heiland, autora de Reina de corazones, novela que narra la vida de Lady Di, sobre la personalidad de la princesa.
No tardó en convertirse en la más popular de la familia. Pero la presión por ser perfecta y las dificultades con su marido afectaron su frágil salud mental, sumiéndola en trastornos alimenticios (como bulimia) y, después de tener a su primer hijo, depresión.
“La bulimia comenzó una semana antes del compromiso. Mi marido puso una mano en mi cintura y dijo: ‘Un poco gordita por aquí ¿verdad?’. Eso disparó algo en mí”, reveló la propia Lady Di en un video publicado por el Daily Mail en 2017. Los años fueron pasando y cada vez era más evidente que el matrimonio no funcionaba: mientras Carlos se refugiaba en Camilla, Diana hacía lo propio con sus amantes.
En 1992 llegó la separación y cuatro años después, el divorcio. La Lady Di de los noventa pasó de princesa a super estrella, se codeó con grandes diseñadores, estrellas de Hollywood y personalidades de la cultura o la filantropía.
Realizó junto al cuestionado Martin Bashir la polémica entrevista para la BBC en la que habló sin reparos de su matrimonio, generando un escándalo sin precedentes para la Familia Real británica.
Durante sus últimos años de vida, todo el mundo buscaba su imagen. Pero ella se dedicó de lleno a llevar adelante causas humanitarias como el sida, las minas o la protección de la infancia. Aunque los paparazzi buscaban otras fotografías, las de sus romances, sus fiestas o sus vacaciones. Lady Di se convirtió en una de las mujeres más carismáticas de su tiempo, por lo que la gente quería saber más y más sobre ella.
Diana, el torbellino que sacudió a los Windsor
La llegada de Diana a la familia real británica generó un sacudón: se convirtió en la gran estrella -para disgusto de su marido y beneficio de la monarquía-. Los fotógrafos la querían a ella y los ciudadanos, también. Tanto así que fue bautizada como "la princesa del pueblo", porque no tenía miedo de abrazar, besar, tomar a niños en brazos o sentarse en el suelo con ellos para darle su máxima atención. Gracias a ella, la familia real se volvió más cercana.
“Históricamente, las estructuras de la realeza británica eran muy estrictas, muy frías. Gracias a Diana, estas estructuras se han transformado y han avanzado hacia un modelo más cercano y cálido, tanto con los súbditos como dentro de la misma familia”, explica Heiland.
No fue lo único que la princesa de Gales cambió. Diana no se contenía a la hora de mostrar cariño en público hacia sus hijos, algo que hasta entonces no se hacía. Los llevaba a conciertos, parques de diversiones y lugares propios para niños de su edad, algo que tampoco era común para miembros de la realeza.
William y Harry fueron los primeros en nacer en un hospital y no en un palacio, algo que se han mantenido con las nuevas generaciones de royals.
Cómo afectó Lady Di en el reinado de Isabel II
Andrew Morton, el biógrafo de Diana que publicó el explosivo libro donde revelaba los problemas de su matrimonio, ha explicado en una entrevista con Reuters esta semana que la reina tuvo que prestar especial atención al torbellino que era su nuera. “La reina Isabel II tuvo que aprender algunas lecciones y se volvió menos inflexible y más atenta. Hoy, se tiene la impresión de que la familia real es más abierta de lo que era en el pasado”, relató el periodista.
La princesa Diana era el gran activo de la familia real, incluso después de ya no formar parte de la institución. Los británicos se sentían cercanos a ella y eso se notó después de su muerte, tanto que gran parte de la sociedad los cuestionó por lo que le había sucedido. Algunos sentían que no la habían protegido lo suficiente, mientras que otros (como el padre de Dodi Al Fayed) culpaban directamente a la monarquía de intentar asesinarla.
La Corona tras la muerte de Lady Di
En los días posteriores a su muerte y previos al funeral, la familia real vivió una de sus mayores crisis —de la que Carlos tardó años en recuperarse—. Isabel II, sus nietos y su marido estaban en Escocia cuando Diana murió y tardaron días en llegar a Londres y mostrarse en público. La reina defendió la privacidad de sus nietos, pero muchos lo vieron como una falta de respeto y la monarca fue obligada a dar un discurso para mostrar su dolor y alabar su figura.
Hasta ese momento, Isabel II nunca había dado un mensaje televisado, más allá de los de Navidad y un discurso por la Guerra del Golfo en 1991. Si bien Lady Di ya no era miembro de la monarquía, fue despedida como tal y su féretro se cubrió con el estandarte de la familia real.
Aún hoy en día, la muerte de Diana sigue siendo un tema sensible para la sociedad británica, por eso ahora mismo nadie ostenta el título de princesa de Gales. Cuando Camilla Parker-Bowles se casó con Carlos en 2005, no asumió el título, sino que se limitó al de duquesa de Cornualles. Una decisión que la familia real tomó por respeto y que despierta la incógnita de qué pasará cuando llegue el turno de Kate Middleton.
La figura de Diana de Gales sigue fascinando a miles de personas en todo el mundo, incluso de quienes apenas tenían uso de razón cuando falleció. Su corta e intensa vida sigue siendo un tema de interés, una mujer que con 36 años de vida logró desplegar una personalidad magnética, desequilibrante, desafiante pero también cálida, humana e imperfecta (en el mejor de los sentidos) que continúa inspirando a las nuevas generaciones.
