Una dolorosa tragedia marcó la vida de Antonela Roccuzzo para siempre. Porque el destino quiso que una fatalidad encendiera el amor entre ella y Lionel Messi. El 22 de mayo de 2005, la rosarina perdió a su mejor amiga que murió en un accidente provocado por un joven que conducía en estado de ebriedad. Se llamaba Úrsula Noltz y aunque parezca increíble, su muerte consolidó la unión de Antonela con el jugador de fútbol.
Si bien ellos se conocían desde antes, esta tragedia fue crucial en su relación. El ex futbolista Lucas Scaglia es primo de Antonela y amigo de Messi de cuando juntos corrían tras la pelota en la cancha del club Newell’s Old Boys: él fue quien los presentó. Luego, a los 13 años, Leo se fue a jugar a España pero cuando ocurrió el accidente de Úrsula, él volvió al país para acompañar y consolar a Antonela que estaba desvastada por la muerte de su mejor amiga.
Este gesto de Messi hizo que la relación con Antonela se afianzara aún más, y que siguieran juntos hasta el día de hoy. Tres años más tarde, Antonela se mudó con él a Barcelona, y se casaron en Rosario en 2017.
Una tragedia que dejó marcas en muchas vidas
Úrsula, que tenía 16 años, no fue la única que murió en aquel trágico accidente. También pereció Nayim Abraham, mientras que Carla Alfaro que aquel día fatal cumplía los 16, quedó postrada, con un estado de consciencia mínimo. Los tres iban en el BMW conducido por un joven que estaba alcoholizado, perdió el control del vehículo y se estrelló contra un árbol en Parque Norte, en la ciudad de Rosario.
Desde ese momento, la mamá y hermana de Úrsula, Mónica Gangemi y Micaela Noltz, fundaron la ONG Compromiso Vial, y Antonela muchas veces comparten en sus redes las acciones que hacen y se ha hecho eco de la campaña "Ausencias que hablan". "Las ausencias se sienten en la vida cotidiana, en los cumpleaños, en los aniversarios, en las fiestas. Las ausencias inquietan", escribió en 2019. Y agregó: "Cuando entendemos que no escucharemos más esa voz que nos acompañaba, las ausencias transforman, pudiendo tornar el dolor en acción, pero sabiendo que no volveremos a ser los mismo de antes. Las ausencias nos guían. Las ausencias duelen, pero también nos relanzan. Cierra los ojos… ¿Me recuerdas?".
"El 22 de mayo de 2005, en la ciudad de Rosario, Santa Fe, Argentina, un siniestro vial se llevó la vida de Úrsula Notz y dejó con secuelas gravísimas hasta el día de hoy, a Carla Alfaro. Estas ausencias y profundo dolor movilizaron a familiares, amigos y personas sensibles a esta temática a unirse para generar acciones que transformen colectivamente esta trágica realidad, entendiendo que actualmente la violencia urbana es la causa de morbimortalidad principal en nuestro país y Latinoamérica", se lee en la página web de la ONG Compromiso Vial.
"Mi nombre es Mónica Gangemi, soy mama de Úrsula Notz. En memoria y honor a su vida funde, junto a un grupo de personas, esta ONG. Hoy cumplo la función de Presidenta. La pasión por la vida y la inspiración a cuidarla, fueron y son los ejes de nuestra tarea cotidiana", se presenta la mamá de Úrsula en la web.
Y su otra hija, Micaela, también trabaja en la asociación civil. "Participo de la Asociación desde su origen. Fui cambiando de roles según las necesidades de la institución. En este momento estoy a cargo del armado y el dictado de talleres de educación y concientización en seguridad vial destinados a jóvenes y adultos en diferentes tipos de instituciones. Además, formo parte de la organización de las campañas de seguridad vial", anuncia Mica como vicepresidenta.
Por otra parte, Abenamar y María Teresa son los padres de Carla Alfaro, la adolescente que quedó postrada en "estado de coma con conciencia mínima". "Nosotros, de por vida y mientras tengamos fuerzas, tendremos que cuidar a Carla", se lamentó el papá de Carla durante una entrevista que dio a La Capital, el diario de Rosario.
María Teresa agrega: "Se rompió todo lo que habíamos construido y se congelaron todos los sueños que teníamos". Y Abenamar completa la frase de su mujer: "Yo pensaba en un futuro distinto, más tranquilo. Siempre decía que cuando Carla tuviera 20 años iba a estar en la facultad y yo me iba a estar jubilando. Me jubilé el mismo día del accidente. Caí en una depresión enorme, se fue todo al carajo y no pude trabajar más".
Desde el accidente, él tuvo que dejar su trabajo de capataz en una obra para ayudar a su mujer con los cuidados de Carla: hay que cambiarla, higienizarla y darle de comer. "Los médicos dicen que ve, que escucha, pero nadie sabe cuánto porque es imposible medir. Tiene alguna reacción pero todo es muy lento", asegura María Teresa. Mientras tanto, las familias piden justicia.
