El apellido Redrado supo estar siempre relacionado al mundo de la política, pero desde que el expresidente del Banco Central se relacionó con Luciana Salazar se metió de lleno en la farándula. Hoy, es sinónimo de escándalo por la puja constante entre Martín y la modelo.
Fue en este contexto que Tomás, el hijo mayor del Martín Redrado, dio su primera nota desde Miami, ciudad en la que vive desde hace un tiempo ya que se encuentra haciendo un intercambio que hizo entre la Universidad di Tella y la Universidad Bocconi en el marco de sus estudios en Relaciones Internacionales.
“Acá tengo cuatro muy buenos amigos, esos de fierro, con los que podés contar siempre. De hecho, ellos van a la boda de mi viejo en Italia. Trabajo de lunes a sábados en la galería hasta las 6 de la tarde y voy al gimnasio todos los días. También aprovecho para conocer el mundo del arte en Miami, que está cada día más fuerte”, detalló sobre su vida en Estados Unidos.
Si bien confesó a Hola que no siguió esa carrera por un mandato familiar, se sinceró sobre el rol que tuvo su padre y dijo que fue una verdadera fuente de inspiración.
“Mi verdadera vocación era el arte. Vivir un tiempo en Milán me voló la cabeza y eso llegó gracias a la carrera que había elegido. Estar en Miami, donde vivo ahora, se fue dando de manera orgánica y muy natural”, contó.
“El consejo que me dio fue que sea responsable y que el cumplimiento de mi palabra sea mi mejor garantía. Sé que tengo un apellido conocido y es una presión que hay que saber manejar y yo siento que lo llevo muy bien. Mi apellido también me da luz verde para acceder a artistas o personas que de otra manera no podría. Somos muy distintos con mi padre…”, contó.
La pasión de Tomás Redrado por el arte
El joven expresó que tiene como sueño abrir una galería de arte en cada continente y que desearía que la segunda -la primera está en Miami- sea en Berlín, en base a un proyecto que tiene de cara a los próximos dos años.
Todo empezó cuando estaba en Milán en 2019 y nació esta idea, vino la pandemia y se las fue rebuscando hasta poder darle forma al proyecto. Se comunicó con conocidos e historiadores y, con la ayuda de sus padres, compró una cantidad de obras importantes para dar ese primer paso.
“La primera artista que fui a ver para contarle mi proyecto fue, nada más ni nada menos, que Marta Minujín. ¡Imaginate! Ella me alentó: “Vas muy bien encaminado”. Entonces adquirí obras de ellas para traerme. Acá ninguna galería tenía cosas de Marta. Y después, también tuve a Eduardo Hoffmann y a Mariana Ferrari”, detalló.
