Placeres: amarte hasta que la muerte nos separe - Revista Para Ti
 

Placeres: amarte hasta que la muerte nos separe

monogamia
Amar y tener relaciones sexo-eróticas, ¿de eso se trataría una relación de pareja? De esto nos habla la sexóloga Analía Lilian Pereyra
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Nuestro modelo cultural de relación es la monogamia, que según Na Pai: ‘’Es un modelo de relación afectivo sexual basada en un ideal de exclusividad sexual entre dos personas y para toda la vida’’.

De este modo todas las personas somos educadas para estar en pareja y encontrar a la media naranja que nos complete. Y en esta búsqueda para no estar ‘’incompletas’’ es que transitamos la vida hasta que aparece alguien que sería el adecuado, porque nos la pasamos escuchando ‘’ya va a aparecer el adecuado’’ para completar la mitad que nos falta.

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Todo este edificamiento del amor romántico sostiene ideas sobre las que se han cimentado los mitos, estos son: el amor todo lo puede, el amor todo lo perdona, por amor hay que aguantar, si te quiere te cela, por amor va a cambiar…hay que sacrificarse por amor.  

Por otro lado, hay un discurso neoliberal que sostiene que las relaciones no monógamas, como, por ejemplo, poliamorosas y relaciones abiertas, son un cachivache que se vende en una feria y de este modo construyen el gran pilar que sostiene la idea de que la única salida es la monogamia y el aguantar…en fin, sufrir por amor.

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Hay otra forma neoliberal que es el consumismo afectivo, algo que está muy a la luz en nuestra actualidad, un estilo de depredación afectiva, en la que bajo el lema de la libertad individual no hay empatía, ni paciencia, ni la construcción en común, porque son conceptos que no encajan. Habituados al ‘’úselo y tírelo’’ sin mediar una responsabilidad afectiva, se trascurre una forma de vinculación que no requiere gran esfuerzo y quizás por ello no se ve la posibilidad de modificar esas condiciones.

Entre todo esto ¿cuál sería el modo más saludable para vinculamos?

Sabemos que la monogamia y el pilar de la exclusividad sexual está muy en crisis, las personas ya no sostienen los acuerdos que hace 50 años quedaban sellados. Es que resulta poco atractivo resignarse a la adrenalina que genera el encuentro romántico con lo nuevo, con esa novedad que le hace tanto bien al deseo erótico, pero que, a la vez, da cuenta de lo efímero, porque mientras dure la explosión de esa adrenalina nuestro cerebro está embriagado, pero cuando baja, se empieza a sentir lo que ya no está.

¿Y qué queda? Si se quiere que algo quede

Podemos construir formas de vincularnos en las cuales haya un registro del otro, de otro u otra que siente, que le pasan cosas, que tiene deseos y que puede acompañar un disfrute y también un bajón.

Alguien o ‘’alguienes’’ con quien sea lindo estar, porque al fin nos juntamos para transitar la vida.

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Salir de la idealización y ver a la otra persona como es. Que puedas sentirte libre para ser vos misma y vos mismo, para expresarte, para poder hablar de tus deseos y de tus sentimientos. Alguien con quien puedas desnudarte emocionalmente y haya chance de mostrar y también ver su interior.

Para las modalidades vinculares, sean las que sean, es urgente el darse espacios personales, salir de la fusión y de la posesión y escuchar los propios tiempos. No dar nada por sentado, salir de la suposición y pasar a la pregunta, en fin, abrir el diálogo amoroso.

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De esto se trata, el construir un amor maduro, en el que la intimidad, el respeto y el deseo puedan habitarlo.

¿Será posible? Quizás sí, ¡SÍ QUIERO!

Fuente: Lic. Analía Lilian Pereyra, Sexóloga Clínica y Educativa. MP: 221.773. IG: @licenciadaanaliapereyra

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