El efecto del agua al caer tranquiliza y amplifica los sentidos. El discreto encanto de las fuentes de agua se abre camino en la deco.
¿Quién no soñó alguna vez con tener su propia fuente de jardín? Agua que cae y relajarse mirándola. Solo escuchando. Y así conectarse con la naturaleza sin intermediarios.
Pinterest registró que en tiempos de pandemia las búsquedas de fuentes de agua se multiplicaron por ¡42!. Lo que se dice, un deseo más que compartido.
Son las más deseadas en todos los estilos: zen, rústicas, industriales o de pared.
Las fuentes de agua: una deco experiencia
La presencia del elemento agua en el jardín o en cualquier espacio abierto transmite calma y tranquilidad. Además, colma de frescura el resto del lugar.
Los jardines zen suman elementos naturales, como piedras, barro, madera, arena o plantas.
Lo importante es que estén organizados de manera tal que armonicen entre sí. Las piedras en el fondo ayudan a moderar el flujo de agua.
La pieza fundamental para armar una fuente propia es la bomba de agua. Aunque la mayoría de las que se consiguen en el mercado las tienen incluidas, se pueden conseguir por separado.
Dentro de la fuente, el agua circula dentro de un circuito cerrado que la bomba distribuye.
Un toque de naturaleza en casa
En las fuentes de jardín rústicas se reivindica la naturaleza en su estado más puro. De eso se trata. De trasladar a los espacios verdes privados algo de los paisajes maravillosos y plenos que nos ayudan a desconectar.
Las minimalistas, que sintetizan la función en un solo elemento, también son muy efectivas. Como esta piedra de forma hexagonal.
Las industriales son una gran alternativa. Especialmente cuando lugar. El agua cayendo de manera vertical aporta movimiento y un efecto de ensueño.
Es difícil resistirse cuando el agua repiquetea mojando la pared. Y mucho mejor si está recubierta de verde, en medio de un jardín vertical. Es casi casi como estar en un bosque.
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