La historia de amor (y obsesión) de Kate Moss y Mario Sorrenti - Revista Para Ti
 

La historia de amor (y obsesión) de Kate Moss y Mario Sorrenti

kate moss y mario sorrenti
San Valentín invita a conocer historias de amor. Cuando Kate Moss y Mario Sorrenti se conocieron, además de una historia de amor intensa, joven, honesta y en permanente ebullición, también nació una nueva era en la moda. A veces el amor y la obsesión son buenos compañeros.
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“Recuerdo que me senté a su lado y pensé que se me iba a parar el corazón; su belleza me abrumó”. Con esta frase el reconocido fotógrafo de moda Mario Sorrenti recuerda a Kate Moss a principio de los años 90, cuando la conoció. Por aquel entonces él tenía 20 y Moss, apenas, 18 y una carrera de modelo que apenas había comenzado.

Muchas veces los comienzos de las carreras de las modelos, sobre todo de aquellas que terminan siendo tops, forman parte de ese imaginario colectivo que las hace trascender. A Kate Moss la descubrió Sarah Doukas, la dueña de la agencia Storm en el aeropuerto JFK de Nueva York cuando tenía 14 años.

kate moss y mario sorrenti

Cuerpo escuálido y cara inocente, una chica especial con un talento particular que floreció pocos años después. Por su parte Mario Sorrenti se mudó de Italia a Nueva York cuando tenía 10 años y fue allí donde comenzó su carrera como fotógrafo con el cuerpo desnudo como objetivo de su lente. Amante de la anatomía humana fue fotografiando desnudos que hicieron de su arte su propio estilo. Sentía que la desnudez era la forma más pura y completa de expresarse. Y no se equivocó.

Se dice que se conocieron en una fiesta y a la salida caminaron casi toda la noche por las calles de Londres y terminaron dormidos en el césped de Hyde Park. Cuando el fotógrafo napolitano y la modelo británica comenzaron a salir él ya tenía publicados algunos trabajos en Vogue y Vanity Fair y sobre todo muchas fotos de su novia, una todavía inocente adolescente que trabajaba como modelo rompiendo los hasta ese momento estandartes de moda.

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Las supermodelos, con sus súper medidas y sus súper cuerpos estaban saliendo del cascarón mientras que Moss apenas arañaba el 1,70, una dentadura imperfecta y piernas un poco chuecas. Lo opuesto. Pero lo opuesto también atrae, sobre todo si el magnetismo y la personalidad acompañan. La cosa es que luego de unas vacaciones, muchas fotos de por medio y por el azar que siempre sabe donde meter la cuchara, esas fotos fueron a parar al escritorio del entonces director de arte de Calvin Klein, Fabien Baron quien se las mostró al diseñador neoyorkino.

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Klein tuvo una genial idea y mandó a la pareja 10 días de vacaciones a las Islas Vírgenes en una choza desierta en la playa con un objetivo: capturar la intimidad de la convivencia, la provocación de la juventud y la complicidad de la historia de amor de los enamorados. Sin maquillador ni peinador. Sin asistentes ni director de arte. Sin acompañantes. Solo ellos dos y su relación.

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Sorrenti recuerda que llevó consigo una cámara de fotos Pentax y otra Bolex de 16 mm. Love is in the air en cualquier parte del mundo y para ellos, enamorados hasta el tuétano, ésta no era la excepción. La fotografiaba todo el día a todas horas en todos lados. Su misión no estaba impuesta: gatillar con su cámara de turno para obtener de manera espontánea, erótica y hasta inocente era su pasión. Incluso, a veces, la obsesión.

Una obsesión llamada Obsession

Era la década de los 90, esa que le siguió a los excesivos años 80 donde la moda se superaba a sí misma en pelos de colores, formas generosas hasta el hartazgo, hombreras a veces infinitas y dorados cegadores de la realidad económica de la época. Yuppies y mujeres ejecutivas.

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La moda de ese entonces urgía separarse de la década anterior y fue entonces cuando Calvin Klein tomó la posta con diseños simples casi andróginos y colores neutros que proponían una nueva realidad. La historia de amor de los jóvenes y las imágenes de la modelo fueron el primer puntapié. Con esa campaña el diseñador cambió el rumbo de la moda. Ese viaje, esa luna de miel sin casamiento fueron el comienzo de una era.

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De aquella improvisación fotográfica intuitiva y amorosa nació una de las campañas más importantes que se recuerdan en la industria de la moda. En 1993 esos retratos y el amor de ambos dieron como resultado la imagen de Obsession, la reedición noventera del perfume masculino de Calvin Klein y el símbolo estético de una generación.

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Kate Moss sin maquillaje, sin poses forzadas y sin ropa representa el amor puro de dos enamorados sin más mundo que el de ellos. Una historia de amor cuya obsesión hizo florecer las carreras de ambos. “Es el shooting que lo cambió todo para mí” confesó Sorrenti hace un par de años cuando en septiembre de 2018 presentó un libro con fotos de la que fuera su novia. Son 50 retratos inéditos de aquellos primeros dos años de relación, de intensidad, honestidad, juventud y libertad. Veinticinco años después la modelo volvió a ser la obsesión del fotógrafo con un libro llamado, simplemente, Kate.

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Poco tiempo después de aquel lanzamiento la relación entre Kate Moss y Mario Sorrenti se desplomó. Hace algunos años, la modelo icónica de todos los tiempos, en una charla transmitida por internet contó el error que fue mezclar trabajo y vida personal, ella se sentía presionada por él y sus órdenes de fotografiarla en todo momento. Fue verdad, la obsesión lo cambió todo.

Fuente: Alejandro García

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