Hace 65 años, una revolución comenzaba. En 1960, en los Estados Unidos, se aprobaba el primer anticonceptivo oral. Desde entonces, la píldora no solo cambió la medicina, sino que se convirtió en un símbolo de libertad, autonomía y decisión para millones de mujeres en todo el mundo.
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Este avance fue posible gracias al impulso de personas visionarias como Margaret Sanger, quien promovió y gestionó el apoyo para la investigación; Katharine McCormick, quien financió gran parte del proyecto; y al trabajo científico de Gregory Pincus y el médico John Rock, cuyas investigaciones entre las décadas de 1930 y 1950 fueron fundamentales para el desarrollo de la primera píldora anticonceptiva oral.
Pero fue recién con su aprobación oficial que muchas mujeres, por primera vez, tuvieron en sus manos una herramienta confiable para decidir si, cuándo y cuántos hijos tener. Ese poder de decisión impactó de forma directa en su salud, su educación, su participación laboral y su calidad de vida.
Por supuesto que ese fue el puntapié inicial para que en estas seis décadas y medias de evolución, estemos frente a píldoras bastante diferentes. Las primeras formulaciones tenían dosis hormonales elevadas que generaban efectos secundarios importantes. Con el tiempo, la investigación científica permitió optimizar la seguridad, la tolerancia y la accesibilidad, manteniendo eficacia anticonceptiva.
En los años 70, se incorporaron nuevas hormonas como el etinilestradiol y el levonorgestrel; en los 90, se redujeron las dosis de estrógeno, y surgieron píldoras solo con progestágenos. En los 2000, se sumaron compuestos como la drospirenona y, más recientemente, combinaciones con progestinas de última generación y estrógenos naturales. El hito más reciente llegó en 2022 con la introducción del estetrol, un estrógeno de origen natural con perfil tisular selectivo que marca la última generación de la píldora anticonceptiva. En nuestro país, se presentó en 2024 como un anticonceptivo oral combinado.
Hoy, el acceso a métodos anticonceptivos seguros y personalizados forma parte esencial del derecho a la salud. En los consultorios, se conversa más, se escucha más, y se prioriza que cada mujer pueda elegir de manera informada la mejor opción para su cuerpo y su proyecto de vida. Actualmente, la anticoncepción hormonal no es sólo prevención del embarazo. Es, en muchas situaciones, una acción sobre la calidad de vida de muchas mujeres que ven mejorado su dolor menstrual, su endometriosis, su sangrado menstrual abundante, su síndrome premenstrual, entre otras cosas.
La píldora no solo ha sido una herramienta médica, sino también un motor de cambio social. Ha permitido a las mujeres tomar decisiones sobre su cuerpo y su futuro, facilitando su participación en la educación y el mercado laboral. Sin embargo, aún enfrentamos desafíos en materia de acceso, equidad, educación sexual y salud reproductiva. El cuidado ha recaído sobre el género femenino, pero debemos abogar por la responsabilidad compartida en la anticoncepción, y asociar la prevención de infecciones de transmisión sexual.
Es fundamental seguir promoviendo su acceso junto a otros métodos anticonceptivos seguros y su uso informado, para que más mujeres puedan ejercer plenamente sus derechos reproductivos. A 65 años de su llegada, celebramos el recorrido y también los avances que permiten seguir cuidando la salud de las mujeres con mayor precisión, seguridad y bienestar.
Fuente: Dra. María Elisa Moltoni, médica ginecóloga (MN 114.737)
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